Allende La Paz,
Cambio Total.
La realidad
latinoamericana pintada magistralmente por Gabriel García Márquez en su
discurso del Nobel, quizás por su universalidad, le impidió enfocar la problemática
de su país, Colombia, país en el cual « no hemos tenido un instante de sosiego » y principal nutriente
del realismo mágico de nuestro ilustre escritor y periodista, además por que
« la independencia del dominio
español no nos puso a salvo de la demencia », sino que produjo todo lo
contrario, nos arrojó de una vez por todas en sus brazos.
La demencia de
nuestros gobernantes nos ha sumido en el horror dictado por las misiones yankis,
quienes privilegian el « interés », es decir, el oro, antes que el
ser humano. Quizás por eso, GGM se refirió al « oro » en su discurso
de recibimiento del Nobel, oro que ha tomado formas diferentes de acuerdo con
el momento histórico, por ejemplo, hoy ha tomado la forma de petróleo, cuando
decía : « Uno de los tantos
misterios que nunca fueron descifrados, es el de las once mil mulas cargadas
con cien libras de oro cada una, que un día salieron del Cuzco para pagar el
rescate de Atahualpa y nunca llegaron a su destino. Más tarde, durante la
colonia, se vendían en Cartagena de Indias unas gallinas criadas en tierras de
aluvión, en cuyas mollejas se encontraban piedrecitas de oro. Este delirio
áureo de nuestros fundadores nos persiguió hasta hace poco tiempo. Apenas en el
siglo pasado la misión alemana de estudiar la construcción de un ferrocarril
interoceánico en el istmo de Panamá, concluyó que el proyecto era viable con la
condición de que los rieles no se hicieran de hierro, que era un metal escaso
en la región, sino que se hicieran de oro ».
Ese discurso de
GGM, tan cargado de realismo y de magia, significó para latinoamérica una
ruptura. Decía GGM que « Un presidente prometeico atrincherado en
su palacio en llamas murió peleando solo contra todo un ejército, y dos desastres aéreos sospechosos y
nunca esclarecidos segaron la vida de otro de corazón generoso, y la de un
militar demócrata que había restaurado la dignidad de su pueblo. En este lapso
ha habido 5 guerras y 17 golpes de estado, y surgió un dictador luciferino que
en el nombre de Dios lleva a cabo el
primer etnocidio de América Latina en nuestro tiempo. Mientras tanto 20
millones de niños latinoamericanos morían antes de cumplir dos años, que son
más de cuantos han nacido en Europa occidental desde 1970. Los desaparecidos
por motivos de la represión son casi los 120 mil, que es como si hoy no se
supiera dónde están todos los habitantes de la ciudad de Upsala. Numerosas
mujeres arrestadas encintas dieron a luz en cárceles argentinas, pero aún se
ignora el paradero y la identidad de sus hijos, que fueron dados en adopción
clandestina o internados en orfanatos por las autoridades militares. Por no
querer que las cosas siguieran así han muerto cerca de 200 mil mujeres y
hombres en todo el continente, y más de 100 mil perecieron en tres pequeños y voluntariosos
países de la América Central, Nicaragua, El Salvador y Guatemala. Si esto fuera
en los Estados Unidos, la cifra proporcional sería de un millón 600 mil muertes
violentas en cuatro años.
...De Chile, país de tradiciones hospitalarias, ha huido un millón de personas: el 10 por ciento de su población. El Uruguay, una nación minúscula de dos y medio millones de habitantes que se consideraba como el país más civilizado del continente, ha perdido en el destierro a uno de cada cinco ciudadanos. La guerra civil en El Salvador ha causado desde 1979 casi un refugiado cada 20 minutos. El país que se pudiera hacer con todos los exiliados y emigrados forzosos de América Latina, tendría una población más numerosa que Noruega ».
Una realidad que no es la del papel
...De Chile, país de tradiciones hospitalarias, ha huido un millón de personas: el 10 por ciento de su población. El Uruguay, una nación minúscula de dos y medio millones de habitantes que se consideraba como el país más civilizado del continente, ha perdido en el destierro a uno de cada cinco ciudadanos. La guerra civil en El Salvador ha causado desde 1979 casi un refugiado cada 20 minutos. El país que se pudiera hacer con todos los exiliados y emigrados forzosos de América Latina, tendría una población más numerosa que Noruega ».
Una realidad que no es la del papel
Continuaba
diciendo GGM que « Una realidad que no es la del papel , sino
que vive con nosotros y determina cada instante de nuestras incontables muertes
cotidianas, y que sustenta un manantial de creación insaciable, pleno de
desdicha y de belleza, del cual éste colombiano errante y nostálgico no es más
que una cifra más señalada por la suerte. Poetas y mendigos, músicos y profetas, guerreros y malandrines, todas
las criaturas de aquella realidad desaforada hemos tenido que pedirle muy poco
a la imaginación, porque el desafío mayor para nosotros ha sido la
insuficiencia de los recursos convencionales para hacer creíble nuestra vida.
Este es, amigos, el nudo de nuestra soledad.
... Pues si estas dificultades nos entorpecen a nosotros, que somos de su esencia, no es difícil entender que los talentos racionales de este lado del mundo, extasiados en la contemplación de sus propias culturas, se hayan quedado sin un método válido para interpretarnos. Es comprensible que insistan en medirnos con la misma vara con que se miden a sí mismos, sin recordar que los estragos de la vida no son iguales para todos, y que la búsqueda de la identidad propia es tan ardua y sangrienta para nosotros como lo fue para ellos. La interpretación de nuestra realidad con esquemas ajenos sólo contribuye a hacernos cada vez más desconocidos, cada vez menos libres, cada vez más solitarios. Tal vez la Europa venerable sería más comprensiva si tratara de vernos en su propio pasado. Si recordara que Londres necesitó 300 años para construir su primera muralla y otros 300 para tener un obispo, que Roma se debatió en las tinieblas de incertidumbre durante 20 siglos antes de que un rey etrusco la implantara en la historia, y que aún en el siglo XVI los pacíficos suizos de hoy, que nos deleitan con sus quesos mansos y sus relojes impávidos, ensangrentaron a Europa con soldados de fortuna. Aún en el apogeo del Renacimiento, 12 mil lansquenetes a sueldo de los ejércitos imperiales saquearon y devastaron a Roma, y pasaron a cuchillo a ocho mil de sus habitantes.
... Pues si estas dificultades nos entorpecen a nosotros, que somos de su esencia, no es difícil entender que los talentos racionales de este lado del mundo, extasiados en la contemplación de sus propias culturas, se hayan quedado sin un método válido para interpretarnos. Es comprensible que insistan en medirnos con la misma vara con que se miden a sí mismos, sin recordar que los estragos de la vida no son iguales para todos, y que la búsqueda de la identidad propia es tan ardua y sangrienta para nosotros como lo fue para ellos. La interpretación de nuestra realidad con esquemas ajenos sólo contribuye a hacernos cada vez más desconocidos, cada vez menos libres, cada vez más solitarios. Tal vez la Europa venerable sería más comprensiva si tratara de vernos en su propio pasado. Si recordara que Londres necesitó 300 años para construir su primera muralla y otros 300 para tener un obispo, que Roma se debatió en las tinieblas de incertidumbre durante 20 siglos antes de que un rey etrusco la implantara en la historia, y que aún en el siglo XVI los pacíficos suizos de hoy, que nos deleitan con sus quesos mansos y sus relojes impávidos, ensangrentaron a Europa con soldados de fortuna. Aún en el apogeo del Renacimiento, 12 mil lansquenetes a sueldo de los ejércitos imperiales saquearon y devastaron a Roma, y pasaron a cuchillo a ocho mil de sus habitantes.
... ¿Por
qué la originalidad que se nos admite sin reservas en la literatura se nos
niega con toda clase de suspicacias en nuestras tentativas tan difíciles de
cambio social? ¿Por qué pensar que la justicia social que los europeos de
avanzada tratan de imponer en sus países no puede ser también un objetivo
latinoamericano con métodos distintos en condiciones diferentes? No: la violencia y el dolor desmesurados de nuestra
historia son el resultado de injusticias seculares y amarguras sin cuento, y no
una confabulación urdida » por unas mentes calenturientas que decidieron un
día tomarse el poder porque la oligarquía arrodillada al imperio –ya hoy dando
sus últimos zarpazos- nunca ha estado interesada en solucionar los problemas
del pueblo, de los pobres, sino que siempre ha ejercido violentamente el poder
para beneficio único y exclusivo de su clase.
No es el momento
de mostrar esa realidad colombiana que GGM nos describiera en sus obras, sino
en resaltar el pensamiento de éste hombre revolucionario, porque digase lo que
se diga, Gabito fue un revolucionario en el sentido integral de la palabra, un
revolucionario colombiano, un revolucionario latinoamericano, un revolucionario
mundial, un revolucionario cósmico. Ello es palpable cuando dice « Sin embargo, frente a la opresión, el saqueo
y el abandono, nuestra respuesta es la
vida. Ni los diluvios ni las pestes, ni las hambrunas ni los cataclismos,
ni siquiera las guerras eternas a través de los siglos y los siglos han
conseguido reducir la ventaja tenaz de la vida sobre la muerte. Una ventaja que
aumenta y se acelera: cada año hay 74 millones más de nacimientos que de
defunciones, una cantidad de vivos nuevos como para aumentar siete veces cada
año la población de Nueva York. La mayoría de ellos nacen en los países con
menos recursos, y entre éstos, por supuesto, los de América Latina. En cambio,
los países más prósperos han logrado acumular suficiente poder de destrucción
como para aniquilar cien veces no sólo a todos los seres humanos que han
existido hasta hoy, sino la totalidad de los seres vivos que han pasado por
este planeta de infortunios.
... Un día como el de hoy, mi maestro William Faulkner dijo en este lugar: «Me niego a admitir el fin del hombre». No me sentiría digno de ocupar este sitio que fue suyo si no tuviera la conciencia plena de que por primera vez desde los orígenes de la humanidad, el desastre colosal que él se negaba a admitir hace 32 años es ahora nada más que una simple posibilidad científica. Ante esta realidad sobrecogedora que a través de todo el tiempo humano debió de parecer una utopía, los inventores de fábulas que todo lo creemos, nos sentimos con el derecho de creer que todavía no es demasiado tarde para emprender la creación de la utopía contraria. Una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra ».
... Un día como el de hoy, mi maestro William Faulkner dijo en este lugar: «Me niego a admitir el fin del hombre». No me sentiría digno de ocupar este sitio que fue suyo si no tuviera la conciencia plena de que por primera vez desde los orígenes de la humanidad, el desastre colosal que él se negaba a admitir hace 32 años es ahora nada más que una simple posibilidad científica. Ante esta realidad sobrecogedora que a través de todo el tiempo humano debió de parecer una utopía, los inventores de fábulas que todo lo creemos, nos sentimos con el derecho de creer que todavía no es demasiado tarde para emprender la creación de la utopía contraria. Una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra ».
Un revolucionario llamado Gabito
Ese
revolucionario llamado GGM remató su discurso con una sentencia demoledora :
« En cada línea que escribo trato siempre, con mayor o menor fortuna, de
invocar los espíritus esquivos de la poesía, y trato de dejar en cada palabra
el testimonio de mi devoción por sus virtudes de adivinación, y por su
permanente victoria contra los sordos poderes de la muerte ». Ese es su
legado. La poesía de la vida que nos hace vislumbrar la « nueva y arrasadora utopía
de la vida » para que « las estirpes condenadas a cien (o mil) años de
soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra »,
es decir, poder construir la Nueva Colombia en paz con justicia social,
libertad, democracia, independencia y soberanía nacional.
Nada más justo !
Publicar un comentario