Cambio Total.
Hablar de « Apertura
Democrática » -por parte de De la Calle- implica un reconocimiento de que
la llamada « democracia burguesa » está restringida para los sectores
populares, como bien han definido sectores estudiosos sociales.
Que Colombia tiene
una « democracia restringida » significó la exclusión de las grandes
mayorías de la sociedad colombiana –el pueblo- del ejercicio político y que la « democracia »
era –y es- de tinte burgués, que favorecía –y favorece- a los sectores
poderosos económicamente en el poder. Ello se demuestra en lo político por la
continuidad de los partidos liberal-conservador en el poder, es decir, la
continuidad del Frente Nacional más allá de a donde fue pactado. Esos partidos
se repartían –y reparten- el poder –no ya de manera alterna-, sino mediante la
frondosa burocracia para esos dos partidos, como se patentiza en la llamada « Unidad
Nacional » del gobierno de JMSantos.
En lo militar, al
calor de la Doctrina de Seguridad Nacional, en la aplicación del Terrorismo de
Estado que ha producido –y sigue produciendo- más de 966.000 víctimas mortales,
además de más de 5 millones de desplazados forzosos, a quienes se despojó –y se
continúa despojando- de sus tierras. El ejército de invasión –las fuerzas
militares-narcoparamilitares-, atacaba –y ataca- sin contemplación a los
sectores populares, dándoles el tratamiento de « enemigo interno »
con la excusa contrainsurgente de « secarle el agua al pez ».
Por su parte la « justicia
burguesa » aplicaba –y aplica- las leyes aprobadas por un corrupto
Congreso, que no por corrupto le impedía aprobar unas leyes presentadas en su
mayoría por el gobierno de turno (el ejecutivo monarcal). Se criminalizaba –y se
criminaliza- la protesta popular y las manifestaciones populares por buscar la
satisfacción de sus más mínimas reivindicaciones, es decir, las necesidades
básicas primarias, empleo, vivienda, educación, salud, servicios públicos, etc.
Las cuatro ramas
del poder burgués –ejecutivo, legislativo, jusdicial y militar- restringían (y
restringen) los deseos populares de ejercicio de la democracia, y mantenían y
mantienen encerrado –secuestrado- el poder en manos de unas poquitas manos, y
como todos sabemos, el ejercicio del poder por pocas manos conduce a la
corrupción, como en efecto ha sucedido. Por ello, cuánta razón teníamos –y tenemos-
en Cambio Total y Anncol cuando planteábamos -y planteamos- que la corrupción es
inherente al régimen burgués colombiano.
La lucha del
pueblo desde siempre, mediante manifestaciones, huelgas, bloqueos de carreteras,
paros, etc, y también mediante la lucha armada adelantada por las guerrillas
populares contra el enemigo que asolaba y asola los campos y ciudades asesinado
a los luchadores populares y a sus representantes –sindicalistas, maestros,
politicos de izquierda, líderes reclamantes de tierras, defensores de derechos
humanos, etc-, ha comenzado a dar sus frutos. El hecho de tener sentado al
gobierno colombiano en la Mesa de La Habana buscando una salida política al
conflicto interno junto a la guerrilla de las FARC tendrá que traducirse en una
real y verdadera « apertura democrática », la cual cerrará los
caminos truculentos de los « enemigos de la Paz ».
El gobierno
colombiano tendrá que mostrar en la práctica si sus intenciones de Paz son
verdaderos o son meros anuncios para satisfacer algunos oídos, y entrar a
democratizar la vida del país. Esto conlleva, en primer lugar, a suspender la
criminalización de la lucha popular y parar el Terrorismo de Estado, porque
definitivamente es un total contrasentido hablar de Paz mientras continúan
encarcelando y asesinando dirigentes populares.
La « apertura
democrática » conlleva, naturalmente, a la posibilidad real de
participación del pueblo en la toma de decisiones ; en primer lugar en la
participación popular en la elección de una Asamblea Constituyente que
ratifique los Acuerdos logrados en la Mesa de La Habana, y entrar a construir
un Nuevo País, en paz, con justicia social, democracia, libertad, independencia
y soberanía nacional.
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