Hay que recordar cómo eran los tiempos en que el estado colombiano era responsable de financiar la salud. Tampoco es que era la octava maravilla del mundo. No. Las falencias gubernamentales en el giro de los dineros para el funcionamiento de la salud en los tiempos anteriores al padre-madre de la ley 100, Cesarín Gaviria Trujillo, y su ponente Álvaro Uribe Vélez, más conocido con el alias de Uribhitler, eran terribles.
Pero a pesar de ello, el estado respondía por una de sus obligaciones constitucionales. Luego vinieron los dos que mencionamos -por qué será que esos dos personajes están metido en todo lo malo que han hecho en Colombia?-, y a pesar de las voces que alertaban sobre la catástrofe que se avecinaba con la privatización de la salud, fueron los trabajadores de la salud, no los médicos, los que enarbolaron la bandera de lucha contra tan fatídica ley.
Eran los tiempos del ”bienvenidos al futuro” con las nalgas abiertas, perdón, con la ”Apertura Económica”, tiempos en los cuales se impelementaba el Neo-liberalismo más ramplón y hoy les estamos dicendo lo mismo que en 1993. Se ferió así la salud de los colombianos y los dineros por éstos aportados y se les entregó a unos ”empresarios privados” el manejo de los dineros de la salud, abonadas por el pueblo trabajador. Esos ”empresarios” los llamaba la ley 100 las EPS, empresas promotoras de Salud, quizá para que nadie pudiera identificar los ladrones de cuello blanco que se iban a apoderar de nuestros dineros y de nuestra salud.
La debacle total se presentó en los ocho años de des-gobierno de Uribhitler cuando se produjo el redondeo de la faena y se cerraron 10 grandes hospitales estatales - entre otros La Hortúa y el Materno-Infantil de Bogotá, González Valencia (Bucaramanga), Barreneche (Santa Marta), Universitario de Caldas, Universitario de Cartagena, General de Barranquilla- porque según el decir del narco-paramilitar presidente, en ese entonces, ”no eran rentables”.
Además, la salud durante el des-gobierno de Uribhitler -que entregaba dineros de la salud también a los narco-paramilitares-, acumuló un hueco fiscal de 8,2 billones de pesos, hueco que durante éste gobierno de JMSantos tampoco ha sido subsanado, y en el colmo del ejercicio clasista del poder llama a realizar una Reforma de la Salud a los mismos dueños y administradores de los aprovechadores del sistema de salud implantado a la fuerza, y hasta les pagaron miles de millones de pesos por la ”Asesoría”.
JMSantos aplica la máxima de los masones al ocupar un cargo público o privado, ”masón llama masones”, y pretende adelantar una ”Reforma a la Salud” del mismo tenor de la ley 100 que pretende reformar. Cambia el nombre de las EPS porque ya están ”quemadas” y les da nuevo aire como ”Empresas Gestoras de Salud”, las cuales manejarán ”Salud MIA”, la cual a su vez manejará la bicoca de 40 billones de pesos.
La actual Reforma es neo-liberalismo puro. No se plantea en ningún momento el brindarle a los colombianos pobres una verdadera atención de salud sino su objetivo es enriquecer a los ya enriquecidos de las EPS, mientras el pueblo seguirá la falta de atención, lo cual se traducirá en aumento de los ”paseos de la muerte” -hasta un médico se murió en uno de esos paseos-, un aumento en la mortalidad infantil y materna y en el incumplimiento por los gobiernos oligárquicos de los compromisos de las ”Metas del Milenio”.
En tanto, JMSantos está superacelerado exigiendo ”resultados” a la Mesa de La Habana para hacerse re-elegir, porque como dijimos desde el principio, de los resultados de las conversaciones de La Habana dependía -y depende- la futura re-elección del neoliberal JM Santos. Y para qué? Ah?
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