Hernando Vanegas.
La apoteósica Marcha del 9 de Abril del 2013 deja muchas
enseñanzas que deberán ser analizadas por todos los colombianos sin distingo de
ninguna clase. Quedó, en primer
lugar, demostrado que ”somos más” los que deseamos, queremos y trabajamos por
la Paz, por ello le dijimos « Sí a la Paz”. Los sectores llamados « guerreristas »
han recibido una notificación del pueblo colombiano. « Queremos Paz y la vamos a conseguir »,
será de ahora en adelante la consigna de los sectores desposeídos de Colombia.
Toca entonces,
adelantar la más amplia pedagogía de la Paz. Debemos sembrar
la Paz en la mente de todos los colombianos, incluídos los « guerreristas ».
Tenemos que aprender a des-aprender la
forma violenta de resolver los conflictos, forma que parte de una base
fundamental y única : la tenencia de la Tierra. En éste punto, el esfuerzo
estatal debe ser capaz de « convencer » con todas sus armas a la mano
a los sectores que se niegan a aceptar la necesidad imperiosa de una Reforma
Agraria, como forma para construir y alcanzar la Paz. No puede ser la política
del despojo y el desplazamiento forzoso la política de los sectores ganaderos y
terratenientes, y sus voceros políticos y militares, política que ha probado
suficientemente que ahonda las heridas, las desigualdades, la pobreza y la
guerra.
En ese orden de
ideas, los marchantes deberían constituirse en « maestros
ambulantes » para ir enseñando las bondades de la Paz y los
dolores de la guerra, esfuerzos que deben ser apuntalados por toda una política
pedagógica desde el Estado utilizando los recursos de la Mediación Pedagógica,
la teoría del caos, etc, etc. Los « maestros ambulantes » deberán
tener reconocimiento del gobierno y deben adelantar su tarea emancipadora en
sus propias comunidades, cosa que algunos ya están haciendo.
Desde luego que
en éste esfuerzo juega un papel fundamental el « reconocimiento del otro »
-según la expresión de Maturana (el chileno)- para podernos ver a los ojos sin
rencores y sin miedos. No es la fuerza de las armas más poderosa que la fuerza
de la razón, y ésta debe prevalecer en todas las circunstancias de nuestra vida
diaria. Ello quedó evidenciado en la Marcha del 9 de Abril. La fuerza de la
Marcha hizo bajar la cabeza a los « guerreristas », los cuales
avergonzados –la mayoría porque todavía quedan algunos « recalcitrantes »-
aceptaron el Mandato de Paz de la Marcha. Son las razones de la Paz más poderosas
que las armas de los militares o del « ejército anti-restitución ».
No creemos que sea mediante más actos de guerra como se va a superar el
conflicto interno.
No puede ser que
la solución a los asesinatos de los líderes populares de la restitución de
tierras sea la conformación de un « ejército anti-antirestitución »
que enfrente al « ejército anti-restitución » de los ganaderos y
terratenientes, porque nos estamos embarcando en otro espiral de violencia. Es
el peso de la ley burguesa y el peso de la razón de la paz los que deben caer
sobre esos « ejércitos privados ». No es señalando los « brazos
ejecutores » de la anti-restitución, sino que debe ser desenmascarando los
« cerebros » detrás de ellos los que deben ser compelidos con la
fuerza de la razón y la Paz a desarmar sus espíritus, además de que unas
fuerzas militares de 500.000 unidades debe ser capaz de apresar y encarcelar a
los « brazos ejecutores » y « cerebros » de esta
vieja-nueva forma de violencia.
La Marcha de la
Paz demostró también que somos capaces de aliarnos entre nosotros a fin de
sacar adelante el más preciado proyecto político del pueblo colombiano :
La Paz. Debemos seguir transitando esa vía. Vamos en la dirección correcta.
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