Cambio Total
La condena a 25 años del narco-paramilitar ex director del DAS, Jorge Aurelio Noguera Cotes, trae un poco de paz a las atribuladas almas de las familias de las personas por él asesinadas, en contubernio impúdico con el capo narco-paramilitar ”Jorge 40”, alias Rodrigo Tovar Pupo.
Es que son crímenes excrables que incluso a la justicia burguesa la estremece un recorrido frío por sus espaldas. Son crímenes horrendos, injustificables por demás, por cuanto las personas asesinadas por la ”Banda de los Jorge” eran personas inocentes, y, por serlo, de una inmensa valía para cualquier sociedad.
Los crímenes de lesa humanidad son execrables, no prescriben, y habrá que esperar la continuación de los juicios contra los otros asesinatos cometidos por Jorge Noguera Cotes. Los más conocidos son los de Zully Codina –periodista samaria y líder popular- y de Fernando Pisciotti Van Strahlen –político liberal-, que muestran que el proyecto de institucionalización no se paraba en ninguna consideración moral o ética frente a los que ellos creían eran un obstáculo a sus empresas criminales.
Alfredo Correa D´Andréis era un pilar de las reservas democráticas de Colombia. En personas como él se asienta nuestro optimismo por alcanzar una Nueva Colombia. No es el crimen ni la violencia ejercida por las armas homicidas que en manos de militares y narco-paramilitares segan la vida de personas cuya única arma es la rectitud, la honradez y la claridad de principios, como alcanzaremos la Paz en Colombia.
Por ello se hace necesario insistir que así como Jorge Noguera Cotes es co-responsable de los crímenes cometidos por ”Jorge 40” y demás narco-paramilitares, así Uribhitler es co-responsable de todos los delitos cometido por Noguera cuando era director del DAS. Los indígenas wayuú tienen una conocida costumbre de comprar-vender a sus mujeres. Si una de ellas muere por cualquier caso imputable al matrimonio, por ejemplo, una Eclampsia, y la indígena muere, el marido debe pagarla nuevamente a su familia porque si él ”no la hubiera embarazado, ello no hubiera muerto”.
Los colombianos queremos la paz. No con el recurso manipulador de los columnistas de los diarios burgueses, sino con la comprobación matemática expresado en todas las encuestas adelantadas en Colombia. Más del 80% de los colombianos desamos la paz. Sólo el 20% persiste en una visión guerrerista de solución a los problemas que sufrimos los colombianos. Será éste 20% el mismo que se ha convertido en el sostén electoral –con corrupción incluída- de los gobiernos oligárquicos ya que ese es su tope, su techo electoral.
Se seguirá atravesando –como vaca muerta en la carretera- la oligarquía a estos fervientes deseos, o por el contrario, se hará alguna vez portador de esos anhelos de los colombianos. No pareciera que el Presidente JM Santos estuviera en la línea de estar haciendo gestos de paz. Los gestos visibles del régimen Santista-Uribista son gestos de guerra. De seguir la senda señalada desde los centros de poder imperial y seguidos dócilmente por cuanto inqulino ha llegado a la Casa de Nari.
Mas, así no quiera la oligarquía ni el imperio, los colombianos de bien seguimos trabajando por la Paz. Con COLOMBIANAS Y COLOMBIANOS POR LA PAZ y de múltiples formas avanzamos hacia conseguir la paz en Colombia. No podrán atajarnos. Somos más, muchísmos que ellos, y no solo en cantidad sino en valores morales y principios éticos.
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