Por Joselito Mamatoco
31 de marzo del 2004
31 de marzo del 2004
El Plan Colombia diseñado por el Pentágono y el Departamento de Estado Estadounidenses, al igual que ell Plan LASO en la década de los sesenta del siglo XX, no puede sino traer como consecuencia la violentación del ser humano. No podía ser de otra manera, la guerra perjudica, en últimas, siempre y por siempre, a la población civil no inmersa en el conflicto. Y deja enormes secuelas en la psicología de los pueblos. Ejemplos hemos tenido a montones a nivel mundial y especialmente en Colombia.
Durante la llamada primera violencia -de los años cincuenta del siglo XX- desarrollada desde el aparato estatal para lograr la hegemonía de un partido político, la primera víctima fue la población civil. Son ya conocidas las escalofriantes cifras de más de 300.000 muertos y más de un millón de campesinos desplazados. Ello produjo la emergencia de "nuevos ricos", en la muestra elocuente y palpable de que la violencia ejercida desde el aparato estatal es una forma de acumulación capitalista en Colombia.
El desarrollo del Plan LASO (Latin American Security Operation) se inicia con ell ataque a casi cincuenta campesinos en la vereda Marquetalia (Departamento del Tolima, centro del país) en el año 1964, lo cual significó el arranque de lo que los historiadores llaman el 2º período de violencia en Colombia, período que se extiende hasta nuestros días.
Los ideólogos gringos han diseñado variados planes para mantener su injerencia en Colombia. Y todos los Presidentes colombianos los han llevado a la práctica. Citemos algunos:
Durante la llamada primera violencia -de los años cincuenta del siglo XX- desarrollada desde el aparato estatal para lograr la hegemonía de un partido político, la primera víctima fue la población civil. Son ya conocidas las escalofriantes cifras de más de 300.000 muertos y más de un millón de campesinos desplazados. Ello produjo la emergencia de "nuevos ricos", en la muestra elocuente y palpable de que la violencia ejercida desde el aparato estatal es una forma de acumulación capitalista en Colombia.
El desarrollo del Plan LASO (Latin American Security Operation) se inicia con ell ataque a casi cincuenta campesinos en la vereda Marquetalia (Departamento del Tolima, centro del país) en el año 1964, lo cual significó el arranque de lo que los historiadores llaman el 2º período de violencia en Colombia, período que se extiende hasta nuestros días.
Los ideólogos gringos han diseñado variados planes para mantener su injerencia en Colombia. Y todos los Presidentes colombianos los han llevado a la práctica. Citemos algunos:
Laureano Gómez (1.950-1951): Asesinato de Gaitán. Guerra al comunismo. Primera violencia.Es precisamente durante la administración AUV (extraña similitud con AUC, cierto?) que se desarrolla el grueso del Plan Colombia, complementándolo con su Plan de Seguridad Democrática que no es más que el terror estatal total, la fascistización absoluta de la vida de los colombianos, y cuya aplicación es palpable en el Arauca, Putumayo, Nariño, Santa Marta, etc.
Guillermo León Valencia Muñoz (1962-1966) : Plan LASO Julio César Turbay Ayala (1978- 1982): Estatuto de Seguridad.
César Gaviria Trujillo (1990- 1994): Guerra Integral.
Andrés Pastrana Arango (1998- 2.002): Plan Colombia.
Álvaro Uribe Vélez (2.002- 2.006): Plan Colombia, Plan Seguridad Democrática.
La inversión gringa de más de 2.500 millones de dólares y los 7.500 millones que debe aportar el gobierno colombiano ha traído como consecuencia un incremento en el presupuesto de guerra en un 38 %, a expensas del rubro del sector social:
Educación, Salud, proyectos sociales. Ello ha llevado a cierre de hospitales en todo el país (como la Hortúa en Bogotá, otrora orgullo de los sectores populares), merma en la educación (por ejemplo, en el Departamento del Magdalena según informa el periódico Hoy Diario del Magdalena casi 250 mil niños no pueden asistir a las escuelas), inversión menguada en la generación de empleo: 21% de la PEA desempleada, más de 30 millones en la pobreza, más de 8 millones de colombianos en la pobreza absoluta.
Impacto del Plan Colombia en la mente de los colombianos
El estudio de Salud Mental y Estilos de Vida, entregado por el Ministerio de Protección Social y reseñado por el diario El Tiempo de Bogotá, el 27 de marzo de 2004, nos muestra la situación preocupante en materia de salud mental de los colombianos, la cual dicho sea de paso, no es nada nuevo.
Dicho informe señala que "el 40,1 % de los colombianos, entre 18 y 65 años de edad, ha sufrido algún tipo de trastorno mental" y que "al menos el cincuenta por ciento de los casos tiene relación con los problemas de violencia que padece el país y con la situación económica." Tamaño descubrimiento debe haber dejado ardiendo el cerebro de los investigadores y del flamante ministro de Protección, Diego Palacio.
No se necesita ser un erudito siquiatra para saber que la violencia deja una marca indeleble, como una cicatriz, en el cerebro de quien la padece. Eso lo vivimos a diario los colombianos. El esperar ser asesinado, desaparecido, arrestado sin fórmula de juicio, torturado, vejado, etc, forma parte de los fundados temores diarios y permanentes de la inmensa mayoría de los colombianos. Tampoco se necesita ser un erudito para saber que esa violencia va produciendo cambios en la actividad cerebral de la población, grabando en el cerebro una historia de violencia, que tarde o temprano se manifiesta en forma violenta.
Pero lo que no investiga el estudio en mención es de dónde viene esa violencia. A los colombianos nos enseñaron la violencia los detentadores del poder. Desde siempre en la historia colombiana los detentadores del poder han ejercido la violencia como forma de ejercer ese poder. Para mantenerse en él, como forma de generar acumulación capitalista y como forma de tenencia de la tierra (la propiedad privada). Es desde el Estado desde donde se le ha enseñado al colombiano lo que es la violencia, y es precisamente ese colombiano común y corriente la víctima de esa violencia.
Recordemos no más apenas en los albores de la naciente república las guerras civiles desarrolladas en disputa del poder. Recordemos en 1.948 el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, ordenado por Laureano Gómez y los gringos, y la violencia subsiguiente desarrollada por los militares y los paramilitares de entonces -la chulavita-. Y ya más recientemente, la violencia que desencadenó el Plan LASO hasta el día de hoy.
Igualmente el estudio señala que "los trastornos de salud y enfermedad mental en un 42 por ciento están determinados por factores medioambientales." Nos preguntamos: ¿Cuáles son esos factores? ¿Serán acaso la falta de oportunidades de estudio, de acceso a la salud, de empleo, de tener una vida digna? ¿Será por las masacres, las desapariciones, las torturas, las violaciones? Además, ¿cuáles son las manifestaciones psicológicas de la falta de oportunidades? Lo que sí queda claro del estudio de marras es que casi la mitad de la población padece trastornos mentales por factores medioambientales, es decir, que la situación de guerra total que desarrolla el Presidente Alvaro Uribe Vélez, a través del Plan Colombia y su Seguridad Democrática, está volviendo "LOCOS" a más de 20 millones de colombianos. Y, ¿esos 20 millones de colombianos, no son los mismos sumidos en la pobreza y el abandono oficial? Qué enorme coincidencia!!!
Qué más quisiera AUV. Sus contendientes políticos, es decir, los líderes de partidos de izquierda, los sindicalistas, los maestros, los defensores de derechos humanos, los líderes populares y comunales, todos están siendo eliminados de manera sistemática por sus militares y paramilitares, y además, como consecuencia de esa guerra preventiva psicológica, a la mitad de la población la está volviendo loca. Y como si fuera poco "el 4,9 por ciento de los colombianos", o sea, 2 millones de colombianos, piensan en el suicidio como una solución a sus problemas.
Lo que no analiza el estudio es el impacto psicológico del desplazamiento en más de 3 millones de colombianos. Lo que no analiza es el impacto psiquiátrico en un joven cuya familia es asesinada, desaparecida, torturada... ¿Qué pensará un joven, o cualquier persona, ante la masacre de su familia? ¿Qué huellas deja en su cerebro? ¿Podrá realmente ese joven o persona, racionalizar la falta de sus seres queridos? Un joven cuya familia es masacrada pensará en primera instancia en: ¿Para qué la vida? ¿Para qué vivir si toda tu familia ha sido asesinada? ¿Cuál es el objetivo de vivir? ¿Cuál es la razón para vivir? Ninguna!!!
De ahí a tomar una decisión drástica solo hay un paso. O tiene Ideación Suicida. O piensa en la venganza. De continuar el actual estado de cosas y se mantiene la actual tendencia en los trastornos psiquiátricos de los colombianos, no está lejano el día en que veamos a víctimas de la violencia ejercida por el Plan Colombia, a quien los paramilitares o los militares, que es lo mismo, han asesinado toda su familia, ejerciendo la venganza al estilo Hamas. Qué más salida le queda a un joven, sin oportunidades de ninguna clase, a quien le asesinan toda su familia sino "explotarse", "inmolarse", "vengarse", llevándose a más de un representante del régimen... De esta manera cumpliría un doble propósito: se quita la vida -se suicida- y al mismo tiempo ejerce venganza.
Los cuervos sanguinarios
En desarrollo de sus planes imperiales y su estrategia violenta, los diferentes regímenes colombianos han creado sus cuervos sanguinarios. Los han criado y después de utilizarlos, los asesinan por miedo.
Durante la primera violencia (década de los cincuenta del siglo XX) crearon la chulavita -policías de civil que atacaban a sus contendientes-. Es escalofriante la descripción de las violaciones de mujeres y niñas, el asesinato mediante el "corte de franela" (machetazo que cercenaba la cabeza del cuerpo a nivel de la parte inferior del cuello) y la sevicia con que mataban estos "representantes de la ley" que salvaguardaban "la libertad y el orden" de la "amenaza comunista".
Son también célebres los llamados "bandoleros" -antiguos guerrilleros liberales que se acogieron a la paz de Rojas Pinilla (1953-1958) y fueron utilizados contra los guerrilleros comunistas- y sus acciones contra la población civil. Son de ingrata recordación los nombres de Efraín Gonzáles, Sangre negra y otros.
En la segunda violencia, los gobernantes colombianos y sus militares han imbuido a soldados, suboficiales y oficiales de las Fuerzas Militares de la Doctrina de Seguridad Nacional, esperpento diseñado por el Pentágono, que vuelve su mente paranoica y ven como enemigos a campesinos, obreros, estudiantes, sindicalistas, periodistas, etc, es decir, los enemigos según su mente distorsionada son su propia gente.
También han creado los paramilitares, aliándose impúdicamente con los narcotraficantes, ganaderos y terratenientes, verdadero ejemplo de hasta dónde llega la deformación mental y la falta de moral y ética de estos señores. Masacran no una o dos personas, si no que asesinan veinte, treinta, cincuenta, cien personas en una sola misión. Y no contentos con ello, con sevicia impúdica, los van matando por pedacitos, con motosierras, desmembrando sus cuerpos y arrojándolos a los ríos para que no los encuentren, en una deformación psiquiátrica que es sevicia y odio para con la víctima y, a la vez, temor de que la aparición de su cuerpo genere repudio en el resto de la población y temor a la perdurabilidad de las ideas del muerto. Los ejemplares de esta especie más conocidos son Carlos Castaño -quien tuvo la impudicia de publicar un libro en que narraba sus "proezas"- Salvatore Mancuso, Hernán Giraldo.
De igual manera, dudamos de la salud mental del presidente AUV, así su psiquiatra, el Doctor Ternura, diga lo contrario. Una persona que resuma odio en todas y cada una de sus intervenciones, perturbado por el recuerdo de la muerte violenta de su padre, solo piensa en venganza. No hay magnanimidad en su pensar, que sería lo menos que le podríamos exigir a un Presidente de la República. Los colombianos debemos convencernos que el nombre del presidente está inscrito en el 42 % de los colombianos que padecen trastornos y alteraciones psiquiátricas. No de otra manera se explica que crea que el Doctor Ternura, por su condición de psiquiatra, está capacitado para ser Comisionado de Paz. Proyección, le llaman los psicólogos, a esta figura psicológica de ver en los demás mis problemas psiquiátricos.
Definitivamente, Álvaro Uribe Vélez no tiene nada de que enorgullecerse como presidente de los colombianos.
+ comentarios + 1 comentarios
rcesvlwe
cialis 100 mg
sight care
cialis 5 mg
cialis 20 mg
viagra sipariş
kamagra 100 mg
glucotrust official website
Publicar un comentario