Por JAIRO GÓMEZ revista semana | 2017/05/30
El dolor por sus muertos no desvanece, sigue intacto, y hoy están más fortalecidos que nunca. No sienten el miedo de antes. Están dispuestos, a como dé lugar, que sus derechos y propiedades les sean restituidas porque creen que es el mejor homenaje que le pueden hacer a sus muertos.
Dos décadas después los campesinos de la Vereda El Toco, del municipio de San Diego, Cesar, aún reclaman sus tierras de las cuales fueron despojados por los paramilitares al mando de Rodrigo Tovar Pupo, alias “Jorge 40”, hoy extraditado a Estados Unidos.
Se dieron cita en un lugar inusual, lejos de su entorno natural: sus fincas y parcelas. Se reunieron en el salón de eventos de un hotel en Valledupar. Ahí, entre llantos y aplausos y sin el acompañamiento de instituciones como la Procuraduría, La Defensoría del Pueblo, invitados previamente, recordaron a las víctimas, sus víctimas, de la masacre de EL Toco.
“Hoy continuamos en la lucha haciéndole un homenaje a nuestros familiares asesinados por los paramilitares. Este homenaje nace de la necesidad y el dolor de rescatar nuestros derechos, los derechos de los campesinos que pusimos los muertos y los seguimos poniendo”, dijo Evelio Aguirre, sobreviviente de un atentado contra su vida.
No es un tema superado, las amenazas contra la vida de estos campesinos que hoy le ponen el pecho a las injusticias, continúan. Saben que a diario arriesgan sus vidas porque los seguimientos y retaliaciones aún penden sobre los líderes reclamantes de tierras. Recuerdan que varios de sus compañeros fueron asesinados por insistir en la devolución de sus predios.
Sin embargo, a riesgo de exponer su vida, Miguel Antonio Ricardo Serna, asume con beligerancia la vocería para criticar con dureza a la Unidad de Restitución de Tierras (UTR): “nos sacaron una vez diciéndonos que éramos guerrilleros, si lo hubiéramos sido no estaríamos aquí sino en las Zonas Veredales”.
La historia no terminó en El Toco, también fueron víctimas los campesinos de El Topacio, La Concordia y El Caimán, todas veredas de la zona, en donde más de 300 familias fueron despojadas de sus propiedades. “Somos más de quince mil víctimas las que nos movilizamos para que nos devuelvan lo que nos pertenece”, reclamó, Ricardo Serna, tras denunciar que los victimarios pretenden, individualmente, negociar a los campesinos para romper la unidad.
“Para nadie es un secreto que ahora los despojadores de tierras están tratando de arreglar a los campesinos con unos pesos para que desistan en sus acciones de reclamación y denuncias penales”, argumentó Ricardo Serna, para insistir en la unidad de los parceleros.
En esa denuncia lo acompañó Doña Rosa Salas, una líder del Magdalena, criada y nacida en El Retén. “No se dejen engañar, antes de firmar tienen que leer porque ellos (los terratenientes) quieren que no volvamos a nuestras tierras”, recalcó con nitidez.
El dolor por sus muertos no desvanece, sigue intacto, y hoy están más fortalecidos que nunca. No sienten el miedo de antes. Están dispuestos, a como dé lugar, que sus derechos y propiedades les sean restituidas porque creen que es el mejor homenaje que le pueden hacer a sus muertos.
El respaldo institucional es mínimo o nada en muchos casos, “la tal Unidad de Restitución de Tierras -como ellos la describen- no es imparcial en sus fallos siempre tienden a favorecer a los opositores (terratenientes, empresas mineras nacionales e internacionales)”.
Ven en la Justicia Especial para la Paz (JEP) una herramienta para hacer respetar sus derechos. Sin duda la JEP, según defensores de derechos humanos, es el mejor homenaje que el posconflicto le hace a las víctimas, pues en ella encontrarán una instancia expedita y consistente para hacer valer sus reclamaciones.
@jairotevi
Publicar un comentario