Hernando Vanegas Toloza, Postales de Estocolmo.
Mientras los corruptos de todas las pelambres pelaban
en cobre y se hicieron contar, el gobierno enfrentaba la Tragedia de Mocoa, la
cual, al igual que la Tragedia del Palacio de Justicia durante la
administración de Belisario Betancour, vino a ser el salvavidas del presidente
JM Santos.
Evidentemente. Los marchantes de la Marcha de la
Corrupción se hicieron contar y ya los colombianos de bien sabemos que
adelantar un trabajo unitario haciendo énfasis en la organización de nuestro
pueblo. Los marchantes fueron representantes de la peor escoria colombiana.
Allí estuvieron el Cartel de Medellín
(Uribe Vélez #82, Popeye # 1 (de la lista gringa de personajes peligrosos para
la seguridad interna de los Estados Unidos, José Obdulio Gaviria (primo del
"don" Pablo Escobar Gaviria, capo de capos narcotraficantes), Mario
Uribe (primo de Álvaro Uribe Vélez), marchando confundidos y alegres porque
creían ver cumplido el sueños de Pablo Escobar de ver convertido su
organización en un partido político.
Marcharon
también los corruptos que se robaron
Reficar, SaludCoop, FonColpuertos, Odebrecht, y las otras entidades robadas por
esos corruptos. Entre ellos estaban los empleados de los "cocotudos"
empresarios (RCN, Luis Carlos Sarmiento Ángulo, Santo Domingo, etc).
Marcharon los "Pastores" de algunas sectas
evangélicas que llevaron como "ovejas al matadero" su feligresía
que lo único que entienden es que "serán salvos" y ganarán la vida
eterna por seguir mansamente a su "pastor" y ganarán la vida eterna,
mientras ellos, los pastores, se dan una riquísima vida terrenal en lujosas
mansiones en Miami con los dineros aportados por sus "ovejas" y por
la CIA.
Marcharon,
también algunos miembros de Acore y
Acolsure que no han Todavia entendido el proceso de paz y parece costará
hacerles entender que también a ellos los favorece. También marcharon unos que
otros despistados que siempre hablan de política y no legan al fondo de las
cuestiones planteadas.
En todo
caso, cometieron el error histórico en momentos cruciales frente a las
elecciones de 2018. Se hicieron contar y todos los colombianos de bien que
queremos seguir construyendo una Colombia en Paz sabemos con certeza ineludible
a quiénes representa ese sector. No representan al pueblo, así allí concurran
sectores del propio. Ellos representan al narcotráfico, al
narcoparamilitarismo, a los cocotudos empresarios que viven, como sanguijuela,
de la explotación de los colombianos y de la corrupción (Odebrecht, Reficar,
etc), representan al sector más guerrerista de la fuerza pública que no
vislumbra una Colombia en Paz, en fin, representa lo más sórdido de la sociedad
colombiana.
Es más, esos
sectores corruptos quedaron al desnudo al suceder desde las horas del sábado la
Tragedia de Mocoa y no entendieron la dimensión de esa tragedia que ha
movilizado a los colombianos, al pueblo a brindar su más amplia solidaridad.
Las FARC-EP, inscrita en la Colombia que quiere la Paz e interpretando el
clamor nacional, ofreció su concurso en la construcción de las viviendas para
los damnificados que todo lo perdieron. Ahí están los farianos construyendo en
la práctica la esperanza de los colombianos pobres.
No ha podido
haber más ridículo de un ex-presidente y un ex-vicepresidente que el mostrado
el domingo 1o de abril 2017. Su interés partidista, que quería demostrar su
fuerza en vistas de las elecciones del 2018, los dejó en cueros –como en la
fábula del Rey desnudo- y su aislamiento será cada vez más en la medida en que
se desarrolle la campaña electoral.
Además, los
marchantes fueron tan disímiles en su composición que llevó a la confusión de
los marchantes evidenciado porque no hubo una consigna central y trataron de
aprovechar el desprestigio del otrora “uribista” –el presidente Santos-, el
cual, hay que celebrarlo, estuvo en donde debía estar, preocupado por los que
habían perdido todo por la avalanche, y se movilizó al sitio a ofrecer el poder
del estado para alivianar los sufrimientos de ese pueblo luchador y
emprendedor.
Esperamos
que los ofrecimientos del gobierno Santos se traduzcan en acciones positivas y
reales y se empieza la reconstrucción de Mocoa en otras condiciones,
construyendo las viviendas en las cuales se ofreció para trabajar las FARC-EP,
y las autoridades correspondientes adelanten sobre el terreno la planeación de
los nuevos barrios que se construirán, barrios que deberían llevar el nombre de
Nueva Colombia.
No debemos
cometer los errores del pasado y el vecino Ecuador nos está enseñando que con
el concurso de todos, contando con apoyo estatal, podremos evitar los embates
naturales producto de la deforestación a ultranza. Colombia lo necesita y la
construcción de la Paz debe seguir con la re-construcción de Mocoa, la cual
debe ser apoyada por el próximo gobierno de Transición que los colombianos de
bien elegiremos en el 2018. El future de Mocoa y de Colombia es la Paz.
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