GERMÁN MANGA revista semana | 2017/04/05
Absurdo e imperdonable que el cáncer de cuello uterino sea la primera causa de muerte evitable en mujeres en Colombia, siendo una enfermedad fácil de prevenir, detectar y en sus estados iniciales, también de curar.
Un mal que mata a treinta y ocho colombianas cada semana –más de dos mil al año- debería estar en las máximas prioridades de acción del gobierno y de todas las personas y familias del país.
No es así y por eso el cáncer de cuello uterino - una enfermedad que se puede prevenir, detectar y en sus estados iniciales curar fácilmente-, es la primera causa de muerte evitable por cáncer en mujeres en Colombia. Lo produce el virus del papiloma humano VPH, que se contagia por transmisión sexual.
El 30 de mayo de 2014, quince estudiantes de entre 11 y 15 años del Colegio Espíritu Santo de Carmen de Bolívar se desmayaron en forma simultánea. Al investigar lo sucedido sus padres encontraron que todas habían sido vacunadas contra el VPH y pronto asociaron sus malestares con la vacuna. El tema saltó a los medios de comunicación y generó una avalancha de denuncias en otras regiones, de padres de familia que reportaban situaciones similares.
El 30 de mayo de 2014, quince estudiantes de entre 11 y 15 años del Colegio Espíritu Santo de Carmen de Bolívar se desmayaron en forma simultánea. Al investigar lo sucedido sus padres encontraron que todas habían sido vacunadas contra el VPH y pronto asociaron sus malestares con la vacuna. El tema saltó a los medios de comunicación y generó una avalancha de denuncias en otras regiones, de padres de familia que reportaban situaciones similares.
Los del papiloma humano son más de 200 virus, 40 de los cuales se transmiten por contacto sexual, tan fácilmente que según la Organización Mundial de la Salud 90% de los seres humanos sexualmente activos son infectados al menos con un tipo de VPH alguna vez en la vida. Hay VPH de bajo riesgo -producen anomalías como verrugas o lesiones benignas-. Pero 14 son de alto riesgo y causan 5% de todos los cánceres en el mundo: cáncer de cuello uterino y en menor escala, cáncer de ano y cánceres de orofaringe.
La mejor herramienta para prevenirlo es la vacuna –hay tres disponibles en el mercado- que estimula al organismo a producir anticuerpos e impide que el virus infecte células. Se administran a niñas, en series de dos o tres inyecciones, en un período de 6 meses, desde los 11 o 12 años de edad.
La crisis de Carmen de Bolívar trajo al país un debate entre especialistas de diferentes países acerca de si la vacuna contra el VPH desencadena algunas enfermedades autoinmunes. Las víctimas se agruparon en la Asociación Reconstruyendo Esperanza que reclama al estado sus derechos y el desarrollo de investigaciones científicas para establecer si la vacuna enfermó a las niñas. Pero el caso esparció al mismo tiempo una ola de pánico que detuvo la dinámica de la vacunación. Nuestro país llegó a tener niveles de vacunación de 80%, superiores a los de varios países europeos y asiáticos, pero desde 2014 los índices se redujeran hasta 20%.
La Organización Panamericana de la Salud dictaminó el pasado enero que “no existen evidencias de asociación casual entre la administración de la vacuna contra el VPH y la ocurrencia de enfermedades autoinmunes”.
La Organización Panamericana de la Salud dictaminó el pasado enero que “no existen evidencias de asociación casual entre la administración de la vacuna contra el VPH y la ocurrencia de enfermedades autoinmunes”.
En Colombia se han aplicado más de tres millones de dosis de vacunas y los casos cuestionados son mínimos. Por eso, para las autoridades de salud y para las entidades empeñadas en la lucha contra el cáncer el referente principal es que cada año son diagnosticadas 5.000 colombianas con cáncer de cuello uterino, de las cuales mueren más de 2.000.
No debería ocurrir porque la experiencia mundial indica que la vacuna es eficiente para prevenir la enfermedad y que una simple prueba del ADN es suficiente para la detección tempana.
Las mujeres de ingresos medianos y altos resuelven sin dificultades el problema con sus especialistas y su medicina prepagada. Las que enferman y mueren son las más pobres. La incidencia más alta no está en las grandes ciudades sino en zonas apartadas o en las riveras de los ríos en los departamentos de Meta, Arauca, Caquetá y Casanare donde no hay programas de prevención, ni funciona el sistema de salud. La gineco obstetra Marcela Celis Amórtegui, una de las máximas autoridades del país en la materia, dice que las atrapan múltiples barreras -temores, prejuicios y resistencia a acudir a consulta por tratarse de una enfermedad de transmisión sexual-, y también la ignorancia o la pobreza. La vacuna y la prueba de ADN están en el POS pero hay pacientes que no tienen dinero para transportarse hasta los centros de salud.
Por eso varias de las más prestigiosas entidades médicas y científicas del país -Liga Colombiana Contra el Cáncer, Federación Colombiana de Sociedades de Ginecología y Obstetricia, Asociación Colombiana de Colposcopia y Patología del Tracto genital inferior, Universidad del Rosario, Universidad de los Andes, entre otras,- acaban de constituir una mesa de concertación con la meta de erradicar el Cáncer de Cuello Uterino en Colombia mediante un modelo de atención integral de alcance nacional.
La muerte de 152 colombianas cada mes, -más 2000 al año- es, sin duda, una gran tragedia nacional ante la cual nadie puede ni debe ser indiferente. Sobre todo si se puede evitar con procedimientos simples y de bajo costo que ya están cobijados por el sistema de salud.
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