Por María Jimena Duzán, Revista Semana.
De resultar cierta la participación de José Elías Melo en estos pagos de sobornos, no solo estaría comprometida su responsabilidad personal sino la patrimonial de Corficolombiana, sociedad que para entonces representaba y que pertenece al Grupo Aval.
Un documento en poder de la Fiscalía colombiana podría dar al traste con la pretensión de Corficolombiana −empresa de propiedad del banquero Luis Carlos Sarmiento Angulo− de ser reconocida como víctima de su socio Odebrecht en el proceso penal que se adelanta contra los responsables de los pagos de sobornos en la adjudicación de la Ruta del Sol 2.
Corficolombiana, a través de su filial Epysol, tiene el 33 por ciento de la Ruta del Sol 2, en la que Odebrecht tiene el 66 por ciento y el grupo Solarte, un 4,9 por ciento.
El documento, del que tuve conocimiento en calidad de periodista, fue firmado en Brasil el 6 de enero de 2017 por tres de los 77 altos directivos de Odebrecht que decidieron colaborar con la justicia brasileña, luego de que su jefe, Marcelo Odebrecht, fuera encarcelado a mediados de marzo de 2016: Luis Antonio Bueno Junior, director para Colombia de la firma brasileña; Luis Antonio Mamery, director de Odebrecht para América Latina, y Luis Eduardo Da Rocha Soares, alto ejecutivo de la compañía.
Este documento, que, repito, ya reposa en la Fiscalía colombiana, es una declaración juramentada en la que los tres ejecutivos de Odebrecht revelan que José Elias Melo, quien para entonces se desempeñaba como presidente de Corficolombiana, lejos de haber sido una víctima ingenua de los torcidos de Odebrecht, habría sido su presunto cómplice.
Según esta declaración, que tiene la rúbrica de estos tres ejecutivos de Odebrecht, esta sórdida estrategia habría quedado sellada a la salida de una reunión que estos tres empresarios brasileños sostuvieron con Gabriel García cuando fungía como viceministro de Transporte del gobierno Uribe, en un apartamento de Bogotá en el año 2009. Uno de ellos, Luis Antonio Bueno Junior, le habría informado al presidente de Corficolombiana sobre el soborno de 6,5 millones de dólares que había exigido el viceministro de Transporte y habrían acordado pagarlo entre Odebrecht y Corficolombiana con cargo a las cuentas del contrato. Como dato curioso, dice el documento que ambas partes también habrían convenido no contarle al otro miembro del consorcio, los Solarte, en razón de que su participación era muy baja y no valía la pena involucrarlo.
No sobra recordar que para ese momento el viceministro García era también el gerente encargado del Inco, del gobierno Uribe, y por ende el funcionario que tenía que firmar el contrato objeto del soborno.
Esta columna ha podido establecer también que Corficolombiana, luego de que estalló el escándalo de Odebrecht a finales de diciembre pasado, realizó una serie de auditorías internas en las que se encontraron unos pagos irregulares que habrían sido aprobados por Melo en el año 2009 relacionados con el contrato de Ruta del Sol 2, los que al parecer se habrían hecho sin la aprobación de su junta directiva.
Hoy García está preso y se encuentra negociando un principio de oportunidad con la Fiscalía colombiana y José Elías Melo, quien fue retirado sorpresivamente de la presidencia de Corficolombiana en abril de 2016 y ha sido llamado –por ahora– a un interrogatorio como indiciado ante la Fiscalía. En opinión de entendidos, con las pruebas que al parecer tiene la Fiscalía en contra del expresidente de Corficolombiana debería haberle imputado cargos hace rato.
¿Por qué salió Melo de Corficolombiana? Hasta hoy las razones de su sorpresivo retiro siguen siendo todavía un misterio. Lo que sí se puede afirmar es que su salida coincide con dos noticias sucedidas en Brasil por la misma época: la condena del dueño de la multinacional, Marcelo Odebrecht, a 19 años de cárcel y el anuncio de su acuerdo con la justicia brasileña para revelar información clave sobre la manera como se hicieron los sobornos en diferentes países de América Latina, entre ellos, Colombia.
De resultar cierta la participación de José Elías Melo en estos pagos de sobornos, no solo estaría comprometida su responsabilidad personal sino la patrimonial de Corficolombiana, sociedad que para entonces representaba y que pertenece al Grupo Aval.
En esas condiciones resulta exótico, por decir lo menos, que Corficolombiana se haya precipitado a presentarse ante la Fiscalía como víctima de un delito que, como van las cosas, su representante legal habría patrocinado y ejecutado en nombre de esa sociedad.
Hasta donde lo sugiere el documento que tiene la Fiscalía, los dineros con que se pagaron los sobornos no habrían salido del bolsillo de Melo, sino de las cuentas de Odebrecht y Corficolombiana. A la Fiscalía colombiana le va a quedar cuesta arriba avalar el papel de víctima que Corficolombiana se autoadjudicó pocos días después del 22 de diciembre con la tesis de que todo fue a sus espaldas. Y al fiscal Néstor Humberto Martínez, exasesor del Grupo Aval, con mayor razón.
Corficolombiana, a través de su filial Epysol, tiene el 33 por ciento de la Ruta del Sol 2, en la que Odebrecht tiene el 66 por ciento y el grupo Solarte, un 4,9 por ciento.
El documento, del que tuve conocimiento en calidad de periodista, fue firmado en Brasil el 6 de enero de 2017 por tres de los 77 altos directivos de Odebrecht que decidieron colaborar con la justicia brasileña, luego de que su jefe, Marcelo Odebrecht, fuera encarcelado a mediados de marzo de 2016: Luis Antonio Bueno Junior, director para Colombia de la firma brasileña; Luis Antonio Mamery, director de Odebrecht para América Latina, y Luis Eduardo Da Rocha Soares, alto ejecutivo de la compañía.
Este documento, que, repito, ya reposa en la Fiscalía colombiana, es una declaración juramentada en la que los tres ejecutivos de Odebrecht revelan que José Elias Melo, quien para entonces se desempeñaba como presidente de Corficolombiana, lejos de haber sido una víctima ingenua de los torcidos de Odebrecht, habría sido su presunto cómplice.
Según esta declaración, que tiene la rúbrica de estos tres ejecutivos de Odebrecht, esta sórdida estrategia habría quedado sellada a la salida de una reunión que estos tres empresarios brasileños sostuvieron con Gabriel García cuando fungía como viceministro de Transporte del gobierno Uribe, en un apartamento de Bogotá en el año 2009. Uno de ellos, Luis Antonio Bueno Junior, le habría informado al presidente de Corficolombiana sobre el soborno de 6,5 millones de dólares que había exigido el viceministro de Transporte y habrían acordado pagarlo entre Odebrecht y Corficolombiana con cargo a las cuentas del contrato. Como dato curioso, dice el documento que ambas partes también habrían convenido no contarle al otro miembro del consorcio, los Solarte, en razón de que su participación era muy baja y no valía la pena involucrarlo.
No sobra recordar que para ese momento el viceministro García era también el gerente encargado del Inco, del gobierno Uribe, y por ende el funcionario que tenía que firmar el contrato objeto del soborno.
Esta columna ha podido establecer también que Corficolombiana, luego de que estalló el escándalo de Odebrecht a finales de diciembre pasado, realizó una serie de auditorías internas en las que se encontraron unos pagos irregulares que habrían sido aprobados por Melo en el año 2009 relacionados con el contrato de Ruta del Sol 2, los que al parecer se habrían hecho sin la aprobación de su junta directiva.
Hoy García está preso y se encuentra negociando un principio de oportunidad con la Fiscalía colombiana y José Elías Melo, quien fue retirado sorpresivamente de la presidencia de Corficolombiana en abril de 2016 y ha sido llamado –por ahora– a un interrogatorio como indiciado ante la Fiscalía. En opinión de entendidos, con las pruebas que al parecer tiene la Fiscalía en contra del expresidente de Corficolombiana debería haberle imputado cargos hace rato.
¿Por qué salió Melo de Corficolombiana? Hasta hoy las razones de su sorpresivo retiro siguen siendo todavía un misterio. Lo que sí se puede afirmar es que su salida coincide con dos noticias sucedidas en Brasil por la misma época: la condena del dueño de la multinacional, Marcelo Odebrecht, a 19 años de cárcel y el anuncio de su acuerdo con la justicia brasileña para revelar información clave sobre la manera como se hicieron los sobornos en diferentes países de América Latina, entre ellos, Colombia.
De resultar cierta la participación de José Elías Melo en estos pagos de sobornos, no solo estaría comprometida su responsabilidad personal sino la patrimonial de Corficolombiana, sociedad que para entonces representaba y que pertenece al Grupo Aval.
En esas condiciones resulta exótico, por decir lo menos, que Corficolombiana se haya precipitado a presentarse ante la Fiscalía como víctima de un delito que, como van las cosas, su representante legal habría patrocinado y ejecutado en nombre de esa sociedad.
Hasta donde lo sugiere el documento que tiene la Fiscalía, los dineros con que se pagaron los sobornos no habrían salido del bolsillo de Melo, sino de las cuentas de Odebrecht y Corficolombiana. A la Fiscalía colombiana le va a quedar cuesta arriba avalar el papel de víctima que Corficolombiana se autoadjudicó pocos días después del 22 de diciembre con la tesis de que todo fue a sus espaldas. Y al fiscal Néstor Humberto Martínez, exasesor del Grupo Aval, con mayor razón.
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