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La Paz, bien supremo de la humanidad

Written By Unknown on lunes, marzo 20, 2017 | lunes, marzo 20, 2017

Hernando Vanegas Toloza, Postales de Estocolmo.

Decía sabiamente V.I. Lenin sobre las guerras: ” Los socialistas [comunistas] han condenado siempre las guerras entre los pueblos como algo bárbaro y feroz. Pero nuestra actitud ante la guerra es distinta, por principio, de la que asumen los pacifistas burgueses (partidarios y propagandistas de la paz) y los anarquistas. Nos distinguimos de los primeros en que comprendemos el lazo inevitable que une las guerras con la lucha de clases en el interior del país, y en que comprendemos que no se puede suprimir las guerras sin suprimir antes las clases y sin instaurar el socialismo; también en que reconocemos plenamente la legitimidad, el carácter progresista y la necesidad de las guerras civiles, es decir, de las guerras de la clase oprimida contra la clase opresora, de los esclavos contra los esclavistas, de los campesinos siervos contra los terratenientes y de los obreros asalariados contra la burguesía. Nosotros, los marxistas, diferimos tanto de los pacifistas como de los anarquistas en que reconocemos la necesidad de estudiar históricamente (desde el punto de vista del materialismo dialéctico de Marx) cada guerra en particular. La historia ha conocido muchas guerras que, pese a los horrores, las ferocidades, las calamidades y los sufrimientos que toda guerra acarrea inevitablemente, fueron progresistas, es decir, útiles para el progreso de la humanidad, contribuyendo a destruir instituciones particularmente nocivas y reaccionarias (como, por ejemplo, la autocracia o la servidumbre), y las formas más bárbaras del despotismo en Europa (la turca y la rusa). Por esta razón, hay que examinar las peculiaridades históricas de la guerra actual”.

Ver: V. I. Lenin EL SOCIALISMO Y LA GUERRA


Es claro, entonces, el carácter de la guerra que la oligarquía nativa y el imperialismo estadounidense han adelantado en Colombia desde 1964 con el ataque a Marquetalia, pero jamás la justificamos. En ese orden de ideas, siempre apoyamos desde nuestra civilidad la lucha que los guerrilleros de las FARC-EP –y otras formaciones guerrilleras- en el entendimiento que la propuesta de la organización insurgente armada nos llevaría necesariamente al silenciamiento de los fusiles.

Recordemos la famosa máxima de Clausewitz: “La guerra es la prolongación de la política por otros medios”, la cual ha servido para analizar y concluir el carácter de las guerras en cada caso particular. Aplicándola a la guerra interna colombiana concluímos que fue una guerra injusta contra el pueblo colombiano, el cual fue sometido a un laboratorio contra-insurgente que les permitió aplicarlo en toda América Latina y el mundo.

Siempre insistimos en que los hacedores de la guerra –el estado colombiano- terminarían por convencerse de la inutilidad de la guerra y de que una guerrilla con amplia base social –el campesinado fundamentalmente y sectores populares en las ciudades- era prácticamente indestructible. El tiempo vino a darnos la razón. Hoy estamos en el proceso de la implemantación del Acuerdo Final para una Paz estable y duradera firmado entre el gobierno de JM Santos y las FARC-EP. Igualmente se está en proceso de negociación con el ELN.

Durante los años de la guerra el pueblo se manifestó de diferentes maneras en favor de buscarle una salida política al conflicto armado interno. Esas peticiones siempre cayeron en los oídos sordos de la élite que detenta el poder, el establishment. No eran solamente los campesinos, sino sectores obreros, estudiantiles, mujeres, ancianos, que deseaban vivir en un país en Paz para que cesaran los efectos nocivos de la guerra fratriciada, muertes, desaparición forzada, ejecuciones extrajudiciales, desplazamiento forzado, robo de las tierras de los campesinos, etc.

Lógicamente que desde la actual administración de JM Santos llegaron al entendimiento de la necesidad de parar la guerra interna toda vez que el agotamiento de los inversores en la guerra –los empresarios, financistas, terratenientes, ganaderos- ya no aguantaban más y dada la imposibilidad de vencer militarmente la guerrilla de las FARC-EP, para lo cual ensayaron todas los formas posibles incluídas el Plan Colombia, considerado “el más grande esfuerzo contra-insurgente adelantado por los gobiernos de Estados Unidos y Colombia”. Ese esfuerzo fue vano y los resultados están a la vista de todo quell que quiera ver.

Además, es imposible alcanzar una Paz, así sea una paz relativa, sin el concurso de la insurgencia armada. De igual manera y a pesar de que desde el estado, la élite en el poder sigue aplicando toda la legislación de guerra creada durante los más de 52 años de confrontación armada contra el pueblo, estamos transitando –con atrasos y marrullerías- por el proceso de implementación del Acuerdo Final de Paz firmado en el Teatro Colón de Bogotá.

Nuestro pueblo ha manifestado su “estado de ánimo” en favor de la Paz. Son conocidas las manifestaciones del Silencio y las diferentes manifestaciones en las diferentes ciudades (campamento estudiantil en la plaza de Bolívar de Bogotá, marchas en otras ciudades, comunicados, etc). Sin embargo, aplicando la legislación de guerra desde los centros de poder bogotanos implementan el más salvaje neoliberalismo  ejerciendo la más violenta forma de aplicar la violencia contra un pueblo, la violencia estructural estatal. Las leyes, la represión a la justa protesta popular contra el neoliberalismo, el encarcelamiento y las ejecuciones extrajudiciales de líderes popular –las cuales han aumentado significativamente desde el año pasado (120 según informa la ONU en 2016 y 15 durante éste año)- nos indican que la guerra la continúa adelantando el estado y sus gobiernos contra el pueblo.

Para nosotros los revolucionarios es claro que a la vez de mostrar el carácter reaccionario de la guerra y de mostrar las bondades del cese de la confrontación armada, debemos enfatizar que las otras formas de violencia ejercidas desde el estado contra el pueblo solo serán superadas con la construcción de una Nueva en Paz con justicia social.

Solo si el pueblo toma el poder para sí se podrán superar las violencias contra él y cesarán los saqueos de las arcas estatales –corrupción- y el saqueo de nuestros recursos naturales. Todo aquel que desee una Paz real y estable debe manifestarse en favor de ella de todas las formas posibles y luchar por conseguirlo.

La lucha por la Paz continúa. Las FARC-EP están dando los pasos hacia su consecución, pero necesita la presencia manifiesta de los obreros, campesinos, estudiantes, mujeres, etc, para lograr confluir todos en un gran movimiento que defienda la Paz, su implementación, paso previo hacia la construcción de la Nueva Colombia con justicia social que tanto anhelanos los colombianos.


Vamos pa´esa !!!
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