No habíamos querido meternos en estos asuntos, pero parece que llegó la
hora. Los Acuerdos que firmaron el presidente JM Santos y el comandante en Jefe
de las FARC-EP, Timoléon Jiménez, y la Mesa en pleno, contemplan que tendrán una
fase de Implementación, o sea, de llevarlos a la práctica.
Ésta fase es extremadamente sensible, delicada y compleja. Determinará
la subsiguiente confianza en el Proceso de Paz. Por ello, la cuestión debería
ser desarrollada con toda la pulcritud, honestidad y sin los apuros a que se vé
sometido un gobierno constantemente.
No es solamente el problema de
la financiación de la Paz. Si no también la concreción de los Acuerdos. A la élite -el
Bloque de Poder Dominante- que ha practicado desde el Estado el asesinato de la
verdadera oposición popular –les da por llamarla ”izquierda”- la forma de hacer
política, le corresponde al Estado –y es un compromiso- no solo proteger la
vida de los guerrilleros re-incorporados a la vida civil, sino desmontar todas
las doctrinas y políticas que le dan sustento a tan criminales prácticas:
Terrorismo de Estado de la Doctrina de Seguridad Nacional (DSN), Doctrina del
Conflicto de Baja Intensidad y Documentos Santa Fé.
Llama la atención en el berenjenal que se metió el mismo Santos con el
Plebiscito a pesar de que las FARC-EP desde el 8 de febrero de 2016, en carta
enviada al presidente, alertaba sobre la peligrosidad de tal mecanismo de
refrendación popular, y lo hizo leyendo acertadamente la conformación de las
fuerzas electorales y la dinámica tradicional de las votaciones en las
elecciones.
En dicha misiva las FARC-EP manifestaban: ”Concretamente queremos
referirnos a los alcances negativos que para el Acuerdo General y su espíritu y
para el tránsito hacia la paz, tiene el llamado “plebiscito para la
refrendación”, recientemente aprobado por el Congreso de la República. Creemos
que éste, no es ni la vía política ni el instrumento jurídico-constitucional
adecuado para lograr la “refrendación del acuerdo final para la terminación del
conflicto y la construcción de una paz estable y duradera” (texto tomado para
su cita del Proyecto conciliado por las cámaras).
Por ello, no puede el presidente
Santos si no aceptar su falta de cálculo político y no salir con excusas
insulsas, como que “el pueblo” votó el No al Plebiscito. Cuál votó? Apenas el
0,5% que depositó su voto por el No. Y el 0,4% que votaron por el Sí? Y el 63% de abstención, en dónde quedan?
Pues los errores políticos se
pagan y se pagan caro, y por ello tendrá el presidente que, mediante una
decisión presidencial, llamar a la Unidad de toda la Nación, colocar la Paz
como bien inalienable, no sujeto a los vaivenes politiqueros, sino sujeto
solamente a la soberanía popular que ya se está manifestando en las calles con
las masivas manifestaciones de éstos días.
Debería el presidente continuar con la implementación del Acuerdo Final,
pero ya. No esperar al 31 de octubre para comenzar a tomar las medidas
necesarias, sino, desde Ya porque lo que está en juego no son unos “retoques”
al Acuerdo Final, sino todo el Acuerdo Final para una Paz duradera y estable.
Lo anterior ha sido reafirmado por Uribe Vélez cuando comienza a
esgrimir sus “inamovibles” que no son más que torpedos lanzados contra el Proceso
de Paz de La Habana, en la vana esperanza de ser él el creador de una supuesta
Paz, que es como el sol escandinavo en otoño e invierno, brilla pero no
calienta.
Es decir, un Proceso de Paz que
sería una copia del Proceso Narco-paramilitar de Santa Fé de Ralito. Y ya
sabemos todos en qué terminó tal engendro: extradición de los capos de las AUC
cuando se aprestaban a contr toda la verdad incluyendo desde el presidente hasta
toda la clase politiquera y a los empresarios que apoyaron su estructura
criminal, impunidad casi total porque de 31.000 miembros de la AUC
supuestamente ”desmovilizados” apenas 4.000 se acogieron a la Ley Justicia y Paz y de éstos, a pesar de haber confesado
impúdicamente horrendos crímenes, apenas han sido condenado 52 miembros de las
AUC. O sea, total Impunidad.
El pueblo colombiano merece vivir en paz, con justicia social, y ello
pasa por Implementar la Paz firmada entre el presidente Santos y las FARC-EP,
dándole cabal cumplimiento a la palabra empeñada.
/alp
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