Alfredo Molano Bravo 5 Abr 2014 - 9:00 pm
Los chigüiros muertos, las tortugas muertas, las
babillas muertas y las vacas muertas en el Casanare por la sequía han
impresionado —¡por fin!— a la opinión pública y han obligado a las
autoridades ambientales a dar la cara.
Por: Alfredo Molano Bravo
La ganadería —y en particular la del piedemonte— ha devastado los nacederos de agua en las cabeceras y los cursos medios de los ríos. La Sierra Nevada del Cocuy, donde nacen los ríos del Casanare, está a punto de perder lo que se llamaban las nieves perpetuas. La ganadería extensiva, que parecía el peor mal, ha sido desplazada por otro peor: los cultivos de palma africana, caña, teca, acacia, pinos, soya, maíz transgénico y arroz certificado. No sólo drenan los humedales para sembrar sus matas, sino canalizan los ríos y los caños para regar sus miles de hectáreas. El precio de la tierra se ha disparado en el Llano. Una hectárea, que hace cinco años costaba 500.000 pesos, cuesta hoy cinco millones. Pero se puede vender en 10 millones si se le pone agua. Es lo que están haciendo los especuladores de rentas: encauzar aguas, drenar esteros, arrasar morichales para vender más caro.
Una de las conclusiones a las que hay que llegar es que los trabajos de sísmica, la ganadería extensiva, la explotación agroindustrial —real o especulativa— deben presentar planes de manejo a las comunidades, que son las verdaderamente afectadas. Dicho de otra manera: las consultas previas para la explotación del campo deben ser un requisito para invertir en esas regiones. Lo que ha sucedido en Casanare es lo que sucede en el Llano y en gran parte del país. Es urgente entenderlo como una seria advertencia —quizás un alarido— de la naturaleza para impedir que la vida continúe siendo destrozada por las furias del interés privado. La iniciativa del alcalde de Villavicencio de cobrarles a las petroleras un impuesto verde para resarcir los daños que ocasionan y crear nuevos y más parques nacionales naturales como el del Morichal del Casanare que propone el biólogo Rodrigo Botero, podrían ser una medida complementaria.
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