Artículo publicado en la columna “Pensamiento Crítico” en el diario PÚBLICO, 2 de diciembre de 2013
Este artículo señala que la
crisis no ha afectado a los grupos más pudientes de la población que
derivan sus rentas del capital, el cual ha aumentado (y muy en
particular el capital financiero) su tamaño y su opacidad, con la ayuda
de los Estados.
El título de este artículo no es del
todo acertado, pues implica que antes de salir de la crisis, alguien
estaba en crisis y, sin embargo, ha habido personas que nunca han
experimentado negativamente la crisis. En realidad, varios estudios
muestran que en la mayoría de los países a los dos lados del Atlántico
Norte, el 10% (no solo el 1%) nunca ha estado en crisis. Y ha
aprovechado la crisis del 90% de la población para mejorar todavía más
su riqueza, desde su renta hasta su propiedad. Y los números hablan por
sí mismos.
Así, en EEUU, donde los datos son, por
lo general, creíbles, se puede ver que la mayoría de la riqueza que se
ha ido creando durante estos años de crisis ha ido a parar a este 10%.
Robert Reich (que había sido Ministro de Trabajo durante la
Administración Clinton, y que, desde que dejó el cargo, se ha ido
convirtiendo en una de las voces más críticas hacia el Estado federal y
su instrumentalización por el capital financiero -que quiere decir la
banca-, instrumentalización que también ocurrió durante la
Administración Clinton en la cual Robert Reich sirvió) ha escrito
extensamente indicando que a la Bolsa (es decir, Wall Street, el centro
financiero de EEUU) le ha ido muy bien, pero que muy bien. Se ha
disparado en los últimos años de la crisis. Solo este año ha crecido un
impresionante 24%, siendo el mayor beneficiario de esta situación el 10%
de renta superior, que posee el 80% de todas las acciones que se
cotizan en la Bolsa (es más que probable que una situación semejante
haya estado también ocurriendo en España). Robert Reich (que es ahora
Profesor de Políticas Públicas de la Universidad de California en
Berkeley), se refiere a una encuesta a las familias estadounidenses
(hecha por el American Affluence Research Center) en la que se muestra
que las familias pertenecientes a este 10% indicaban que su situación
financiera era mucho mejor ahora que antes de que comenzara la crisis.
Mientras, la situación del 90% continúa
siendo más que preocupante. El 75% de la población indica que el estado
de la economía es negativo o pobre. Es difícil alcanzar niveles más
altos de insatisfacción. Y tal insatisfacción está basada en un
sufrimiento generalizado entre la población El porcentaje de niños en
EEUU que recibe algún tipo de ayuda federal y/o estatal en algún momento
de su infancia para poder comer, ha alcanzado la cifra del 50%, el
mismo porcentaje de todos los adultos (de 18 a 65 años). Nunca antes se
había llegado a estas cifras de dependencia de ayudas del Estado,
incluso en áreas tan vitales como el alimento y la nutrición.
Ahora bien, lo que es incluso más
notorio de distinción es que este enorme crecimiento de las
desigualdades (una minoría rica que se ha ido enriqueciendo incluso más a
costa de la mayoría, la cual se ha ido empobreciendo) ha sido
consecuencia de las políticas públicas llevadas a cabo por el gobierno
federal, que ha ayudado enormemente (y por todos los medios) al capital
financiero, es decir, a la banca y a lo que en EEUU se llama la
Corporate Class, es decir, a los miembros propietarios y gestores de las
grandes corporaciones del país. Como denunciaba recientemente la
senadora Elizabeth Warren, en su revisión de las agencias reguladoras de
la banca (ver esta sesión del Congreso en mi blog www.vnavarro.org), es
imperdonable que los grandes bancos responsables de la crisis sean hoy
todavía más grandes y más opacos que al inicio de la crisis, y todo ello
con la ayuda del gobierno federal. Según la senadora Warren, los cuatro
bancos más importantes de EEUU son nada menos que un 30% más grandes de
lo que eran antes de comenzar la crisis, y controlan más del 50% de
todos los activos bancarios del país. Pero, aun cuando la banca y
compañías de seguros han sido las más beneficiadas, otros sectores de la
clase corporativa se han beneficiado también enormemente. ¿Por qué esta
ayuda masiva y sin precedentes a la Corporate Class?
La respuesta es fácil de ver cuando se
ve quién financia las campañas electorales del Congreso de EEUU. En uno
de los informes publicados por el centro Citizens United que analiza
quién financió en el año 2012 las campañas electorales en EEUU, el
lector encontrará la respuesta. La lista de donantes a candidatos al
Congreso es la lista de quién es quién en la Corporate Class, es decir,
quién está al servicio de quién. Las mayores empresas bancarias en Wall
Street, las grandes compañías de seguros, las grandes compañías
energéticas, el American Petroleum Institute, ExxonMobil, y un largo,
largo etcétera. Son las que financian el Congreso de EEUU. Y España está
yendo en esta dirección en líneas muy rápidas y a marchas forzadas.
¿Alguien duda de que los partidos gobernantes hoy en España y en
Catalunya hayan recibido dinero de grandes compañías, incluidos bancos?
En realidad, la gran mayoría de partidos
políticos (y de medios de información y persuasión) están endeudados
hasta la médula. Y la deuda es con los bancos, que tienen un enorme
poder político, sin que nadie les haya elegido. En una democracia donde,
en teoría, cada ciudadano tiene que tener la misma capacidad de
decisión en el proceso político, los banqueros tienen muchísima (repito,
muchísima) más influencia política que usted o yo. En realidad, ellos
son los que mandan (ver mi libro con Juan Torres Los amos del mundo. Las
armas del terrorismo financiero). Y a eso tienen la desfachatez de
llamarlo “democracia”.
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