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¿Quiénes son los narcotráficantes?

Written By Unknown on viernes, noviembre 29, 2013 | viernes, noviembre 29, 2013

Por qué no legalizan el consumo de drogas ilícitas? Los vínculos del “doptor Varito” Uribe Vélez con el Cartel de Medellín y con los minicarteles de hoy. Crímenes de Lesa Humanidad. El problema es que necesitan la “guerra contra las drogas” como caballito de batalla para mantener su control y su entrometimiento -injerencia. La empresa Coca Cola no dice la verdad sobre los ingredientes de la bebida, así como no dice la verdad sobre la orden que dio de asesinar los dirigentes sindicales que trabajan para ella en Colombia. El Homo ineptus saboreó una degustación de la justicia popular en Dinamarca, escribe Alllende La Paz.

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21.03.2005 [Allende La Paz/ANNCOL] El informe del International City Group sobre la “lucha contra las drogas” pone de presente la mediatización ordenada por el imperio desde sus centros de poder.

Se ha dicho, repetido una y mil veces, que mientras haya demanda (drogadictos, y en Estados Unidos ya son más de 32 millones), habrá oferta. Es la ley del capitalismo de mercado del que tanto se ufanan los nuevos ideólogos imperiales. De ahí que el énfasis sobre sólo uno de los aspectos del fenómeno, tiene otra causa.

Esa causa la encontramos en los Documentos Santa Fé I, II, IV y en la Doctrina del Conflicto de Baja Intensidad (D.C.B.I.) que establecen que, luego de la derrota que les infringió el heroico pueblo de Vietnam y de la caída del modelo de “socialismo real”, el imperio debe para mantener su injerencia en nuestros países latinoamericanos utilizar -como en efecto lo ha hecho- el “sanbenito” del narcotráfico.

Entonces se sataniza la siembra, procesamiento y tráfico de las llamadas “drogas ilícitas”. Porque hay unas drogas que son “lícitas”: alcohol, nicotina (tabaco), y medicamentos que pueden causar adicción, ej, morfina y sus derivados, los llamados “opioides” y otras como anestésicos del tipo de la ketamina (esto según me dice mi médico de cabecera).

Cabe recordar que en un tiempo la bebida que representa al imperio, la Coca-Cola, contenía “coca” dizque en pocas cantidades, la cual producía adicción en sus consumidores, lo cual, claro está, era lícito para la multinacional que la produce. No sabemos -y pensamos como “indio suramericano” bravo y malicioso- que quizá la empresa Coca Cola no dice la verdad sobre los ingredientes de la bebida, así como no dice la verdad sobre la orden que dio de asesinar los dirigentes sindicales que trabajan para ella en Colombia.

Legalización del consumo

Entonces al amparo de sus doctrinas se han diseñado planes -“guerras” las llaman los ideólogos imperiales, que siempre sueñan con “guerrear” desde sus escritorios- contra el tráfico de las drogas. Pero no diseñan ningún, ninguno oígase bien, plan contra el consumo. Ni siquiera son capaces de contemplarlo como un problema de salud pública.

Es conocida la propuesta de las FARC sobre la legalización del consumo, propuesta que hace eco a una similar de intelectuales del mundo que firmaron un manifiesto en tal sentido hace ya algunos años, entre ellos nuestro querido Nóbel, “Gabito” García Márquez. Propuesta que significa ni más ni menos: “muerto el perro, se acaba la rabia”.

Lo que equivale a decir que si la preocupación de las águilas imperiales -comedoras de carroña, como todas las águilas imperiales- es que las FARC esté recibiendo beneficios económicos con el “impuesto al gramaje” -mas no de la siembra, producción, procesamiento y tráfico de las drogas, fases en las que definitivamente no están comprometidos- para financiar su lucha armada insurgente contra el terrorista estado colombiano, y su preocupación es por estrangularlas económicamente, pues ellos tienen el as bajo la manga. Legalicen el consumo y “sanseacabó”.

Pero no. La cosa no es tan simple para las águilas imperiales y sus mandaderos, los oligarcas colombianos. La cuestión es económica. Las utilidades que produce la comercialización de las “drogas ilícitas” entran al sistema financiero estadounidense y les ayuda a “paliar” (otro término de mi médico) el déficit fiscal crónico que padece Estados Unidos, el cual es del orden de 60 billones de dólares al año.

Noam Chomsky por allá por 1996 (¿cierto?) decía que la comercialización de las drogas producía 500 mil millones de dólares al año. Y de esos, el 80 % se quedaba en los bancos de los Estados unidos, o sea, 400 mil millones. Que si los sumamos a los 32 mil millones de dólares que produce la marihuana producida en los Estados Unidos, serían 432 mil millones de dólares que ayudan a tapar en parte el hueco fiscal.

Entonces, para la farisaica moral gringa, no es problema el consumo de drogas ilícitas (se acuerdan cómo amasó el Kennedy padre su fortuna?¨). El problema es que necesitan la “guerra contra las drogas” como caballito de batalla para mantener su control y su entrometimiento -injerencia, se dice elegantemente, me dice mi filólogo de cabecera- en nuestros países latinoamericanos.

¿Quiénes son los narcotraficantes?

Aclarando el anterior punto, pasemos a mirar con una lupa bien grande, quiénes son los narcotraficantes y a quiénes favorece el narcotráfico en Colombia.

La “bonanza marimbera” durante la década de los 70 -precisamente durante la administración del “compañero, compañero” López Michelsen- inundó de dólares la economía colombiana, especialmente en la Costa Norte.

Más adelante, es sustituída por la coca, importada desde Perú y Bolivia, y los mafiositos costeños son reemplazados por la mafia antioqueña. Se conforma el Cartel de Medellín, integrado por los Hermanos Ochoa (“arreglaron” el chico con el estado colombiano y hoy disfrutan de su inmensa fortuna), Carlos Lehder (preso en USA), Gonzalo Rodríguez Gacha, “el mexicano” (aliado del ejército en la masacre contra la Unión Patriótica y asesinado en una operación de la DEA) y comandado por Pablo Escobar Gaviria (primo hermano del expresidente Gaviria Trujillo, quien murió en una operación del llamado “bloque de búsqueda”, comandado por agentes de la DEA).

El cartel de Medellín convierte el tráfico en una operación masiva, de aviones cargados de drogas que regresaban con “tulas” llenas de dinero, al punto que no contaban los dólares si no que los pesaban. Tal poder económico les permitió permear todos los ámbitos de la sociedad colombiana. De los capos del narcotráfico “comían” en primer lugar los políticos ávidos de dineros para sufragar sus costosas campañas políticas, los jueces y magistrados de la República, los funcionarios públicos, hasta el sector financiero que practicaba operaciones de lavado y los empresarios industriales, que lloraban riendo al enterarse de la muerte del “patrón”.

Ni qué decir del estamento militar que se alió con los capos narcos y conformó los llamados grupos narccoparmilitares, instrumento de la “guerra sucia” que adelantaban contra el movimiento popular, asesinando, masacrando, desapareciendo y desplazando forzosamente a millones de colombianos, así como favoreciéndose económicamente al punto que son famosas las fortunas de algunos generales de la República.
Desaparecido prácticamente el Cartel de Medellín y su competidor el Cartel de Cali, el negocio es tomado por más de 400 minicarteles que continúan enviando la droga al país del norte. Sin embargo, el poder del narcotráfico continúa siendo tal en Colombia, que ha llevado a uno de sus socios como inquilino de la Casa de Nariño.

El padre de Álvaro Uribe Vélez, Jorge Alberto Uribe Sierra, fue uno de los socios de don Fabio Ocho, el patriarca del Clan Ochoa. Cuando Uribe Sierra muere en la operación militar adelantada por las FARC*, Álvaro Uribe Vélez trata de llegar al sitio de los acontecimientos en un helicóptero de Pablo Escobar. (Qué coincidencia, jerto?)

El “doptor Varito” Uribe Vélez jamás de los jamases rompió sus vínculos con los narcotraficantes. Muy por el contrario, los fue profundizando con sus amigos los Arango y con otros de diferente pelambre. Para mantenerse a cubierto de ojos fisgones, su amiguito Morenito Villegas, es quién ha mantenido los contactos con los narcos. Antes y ahora, que es su secretario privado en el Palacio de Nariño. Y es quien maneja cuentas secretas para mandar asesinar a sus contradictores políticos y sus enemigos del negocio mafioso, a la vez que funge como especie de coordinador del clan mafioso.

Entendiendo los vínculos de Álvaro Uribe con el Cartel de Medellín se entiende la venganza que adelanta contra el Cartel de Cali, extraditando a los hermanos Rodríguez orejuela, quienes contribuyeron con su organización “Los Pepes” a la caza del “patrón” Pablo Escobar. De igual manera es entendible el “odio visceral” que siente contra la insurgencia armada y contra el movimiento popular. Al saberlo, sentimos lástima por él, pero en ningún momento podemos justificarlo porque ese odio ha producido la muerte de miles de miles de colombianos. Cuánta sangre derramada por su deseo de venganza!!!

Los damnificados de la “guerra contra las drogas”

Los campesinos colombianos son los grandes damnificados en esta historia. Por un lado sufrieron una contrarreforma agraria cuando el entonces presidente César Gaviria Trujillo -el primo de Pablo Escobar Gaviria- implantó la “apertura económica” y quebró a millones de campesinos y pequeños sectores de la agro-industria, a quienes sólo les quedó como recurso para sobrevivir el expandir la frontera agrícola para sembrar el producto agrícola ideal según la visión de mercado capitalista: la coca, ya que el narco le daba la semilla, le financiaba los meses muertos e iba a comprarle el producto -la pasta de base de coca- a su sitio de siembra.

Ahora padece la llamada “guerra contra las drogas”. Sus tierras son asperjadas más de 12 veces con Round up Ultra, producido por la multinacional estadounidense Monsanto, en vez de una sola que es lo normal, intoxicando no sólo la planta de coca sino sus cultivos de pan coger, sus animales, las aguas superficiales y subterráneas, los suelos, y sufriendo repercusiones en su salud. (Ver en www.herbicidas.com/).

Los indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta denunciaron la presentación de malformaciones genéticas en más de 1.200 niños indígenas cuyas madres han soportado la aspersión con Glifosato en sus zonas. (Ver enwww.rebelion.org/) Igual ha sido denunciado el aumento en el número de abortos en la población campesina que sufre la aspersión con el químico.

No hay estudios serios que demuestren la inocuidad de la aspersión de Glifosato en esta presentación -Round up Ultra- sobre la salud de la población residente en las áreas asperjadas. Ojalá no suceda igual que con el DDT, que después de 30 años de uso continuado se vino a saber que se acumulaba en el organismo, o como el Pâraquat que esterilizó a miles de miles de trabajadores de las bananeras.

Los crímenes de la mafia narcoparamilitar que pretende empotrarse en la Casa de Nariño no quedarán impunes. Ya Francisquillo Santos, el Homo ineptus, saboréo en Dinamarca un degustación de lo que la justicia popular les hará paladear en el futuro. Serán juzgados por Crímenes de Lesa Humanidad. (Ver enwww.anncol.org/).

Publicado en Bellaciao: http://bellaciao.org/es/article.php3?id_article=675

* Las FARC-EP en posteriores ocasiones ha informado que ellas no fueron los autores de la muerte del padre de Uribhitler.
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