Por María Jimena Duzán, Revista Semana.
OPINIÓN. Por primera vez un alto tribunal se atreve a señalar al expresidente por sus posibles nexos con los paramilitares.
Foto: Guillermo Torres
Si
yo fuera el expresidente Álvaro Uribe no me metería a encabezar una
lista en el Congreso, así tuviera todas las de ganar. Y no lo haría
porque existe una alta posibilidad de que salga pringado.
De entrada no me lo imagino de congresista raso. No me cuadra verlo sentadito en una silla, todo aconductado, esperando a que tomen la lista para decir que él sí está presente en la sala a sabiendas de que a la quinta falla corre el riesgo de una pérdida de investidura como cualquier congresista.
Tampoco lo veo sometiéndose mansamente a las reglas mínimas del Congreso. Él, que se ha acostumbrado al monólogo, a hablar sin que lo interpelen y sin que nadie ni nada le imponga mociones de ninguna clase, ¿acaso se va a sentir a gusto compartiendo su vibrante oratoria con los mortales?... Mmm, lo dudo. ¿Se imagina qué puede pasarle a Cristo el día en que le toque quitarle el micrófono en pleno debate porque se excedió en sus minutos o porque no le tocaba el turno?
De entrada no me lo imagino de congresista raso. No me cuadra verlo sentadito en una silla, todo aconductado, esperando a que tomen la lista para decir que él sí está presente en la sala a sabiendas de que a la quinta falla corre el riesgo de una pérdida de investidura como cualquier congresista.
Tampoco lo veo sometiéndose mansamente a las reglas mínimas del Congreso. Él, que se ha acostumbrado al monólogo, a hablar sin que lo interpelen y sin que nadie ni nada le imponga mociones de ninguna clase, ¿acaso se va a sentir a gusto compartiendo su vibrante oratoria con los mortales?... Mmm, lo dudo. ¿Se imagina qué puede pasarle a Cristo el día en que le toque quitarle el micrófono en pleno debate porque se excedió en sus minutos o porque no le tocaba el turno?
Pero además, de congresista ya no podrá salir a decir tan
fácilmente las mentiras con las que acostumbra cautivar a sus súbditos,
como la de decir que se opone a la venta de Isagén, (motivo por el cual
acaba de presentar una demanda con el propósito de frenar su
privatización).
De congresista a Uribe esas mentiras le van a costar más caro. No
faltará el senador que le recuerde en su cara lo que todos saben en
Isagén: que Uribe de presidente quería venderla y que dejó el proceso en
marcha; el mismo que ahora de expresidente-congresista quiere frenar a
través de una demanda.
Tampoco me lo imagino debatiendo de tú a tú en el Congreso como si
se tratara de un congresista común y corriente. Para hacerlo tiene
primero que hacer caber en la silla de senador ese abultado ego de
expresidente con que se pavonea. No es imposible, pero brega sí le va a
dar.
Pero más allá de estos temas de forma que repito le van a costar
mucho trabajo a Uribe, el expresidente llegaría al Congreso con un ala
rota: entraría a ejercer de congresista con una nueva investigación en
su contra por paramilitarismo, además de la que ya tiene en la Fiscalía
por cuenta de lo sucedido en su hacienda Guacharacas.
Allí, al parecer, habría operado una Convivir que habría cometido
masacres en los tiempos en que él era gobernador de Antioquia. Según
Verdad Abierta, en una versión dada por un paramilitar desmovilizado del
bloque Metro, John Fredy González Isaza, afirma que esta Convivir “ se
trataba de los mismos paramilitares y el administrador de esa finca era
colaborador de estos”. González fue asesinado en la cárcel en 2011.
Esta nueva investigación va mucho más allá de la que hay en su
contra en la Fiscalía por la finca Guacharacas y en esta ocasión él ya
no puede decir que es una investigación impulsada por una “Corte
prevaricadora”, ni que ha sido urdida a instancia de algunos
periodistas bogotanos que tanto le molestan, ni por opositores que
quieren cobrarle su lucha contra el terrorismo, sino por la sala de
Justicia y Paz del Tribunal Superior de Medellín.
Esa sala, presidida por el magistrado Rubén Darío Pinilla, acaba de
pedirle a la Comisión de Acusaciones que lo investigue por sus
presuntos nexos con los paramilitares. Y aunque la noticia pasó
prácticamente inadvertida por la prensa, por primera vez un alto
tribunal se atreve a señalar al expresidente por sus posibles nexos con
los paramilitares y plantea la posibilidad de que él haya podido tener
un papel importante en la génesis del paramilitarismo, sobre todo en
Antioquia, cuando fue gobernador y apoyó a las Convivir.
También (por fin) resultan por primera vez sospechosas sus
estrechos vínculos con personas a las que se les ha relacionado con el
paramilitarismo como Pedro Juan Moreno, el general Rito Alejo del Río,
Noguera, entre otros. A los ojos del magistrado Pinilla “no es posible
estar dentro de una piscina y no mojarse”.
Una cosa es defenderse de estas acusaciones como expresidente
teniendo el poder de intimidación que le confiere su investidura y otra
muy distinta dejándose manosear en el Congreso como cualquier
parlamentario. Por eso digo que si yo fuera Uribe... Me quedaría
tranquilito donde estoy lejos del fuego.
Publicar un comentario