Por eso
Colombia está como está. Sumida en el caos –del malo- y con problemas de todo
tipo. Problemas que la oligarquía en el poder no quiere y no puede solucionar. Ya no es capaz de manejar su « país nacional »
y solo se contenta con manejar su « país político ».
« País
político » que significa corrupción, deshonestidad, serruchos,
sobrefacturación, negocios con el narcotráfico, delitos electorales, compra de
funcionarios « claves » (registraduria, procuraduría), etc.
Es ese « país
político » el que por encargo del « país gremial », es decir,
oligárquico, es el que ha sumido Colombia en la más caótica crisis jamás vista.
Si durante el des-gobierno del narco-paramilitar ex presidente Uribhitler la corrupción
fue la mayor de toda la historia y ante la protesta popular se esgrimía la
amenaza, el señalamiento y las ejecuciones de todo tipo, en el del presidente
JMSantos han « reventado » los diques –no el del Dique- y las masas
populares han « echado a andar » y están reclamando lo que les
corresponde.
Que no son pocas
cosas. Miremos. Empleo : a pesar de la alharaca de haber bajado el
desempleo, vemos todavía y permanentemente la masa de desmpleados, aún a pesar
del aumento del subempelo o la informalidad. La pobreza : a pesar de las
manipuladas cifras del DANE sigue la pobreza azotando los campos y las
ciudades. De ahí parten muchos de los problemas, los cuales son agravados por
la inexistencia de servicios públicos en materia de alcantarillado, potabilización
del agua para consumo humano, viviendas, etc, y de infraestructura vial (que no
solo impide sacar los productos al mercado interno, sino también al externo).
Por ello y
conforme lo habíamos pronosticado desde hace muchos años, la explosición social
no se hizo esperar. Los campesinos e indígenas salieron y se tomaron vías y
carreteras haciendo sentir sus reclamos por las promesas siempre incumplidas de
los gobiernos. La protesta popular se transforma en legítma cuando desde los
círculos de poder hacen oídos sordos a sus peticiones. Entonces sólo valen las
acciones de masas. Acciones desarmadas, pacíficas.
Acciones
populares que intentan ser sofocadas con la represión y les envían los asesinos
robotizados del ESMAD y el ejército, lo cual consigue precisamente lo
contrario. Máxime si desde la « Casa de Nari » el propio presidente –que
fue llevado allí por todos los colombianos y no por el puñado de oligarcas- se
pronuncia despectivamente sobre el paro de los campesinos y lo tilda de « pobre
paro ». Error tras error, el gobierno sólo alcanza a hacer nuevas promesas
que serán igualmente incumplidas como las anteriores porque precisamente el
modelo de desarrollo para el campo es el modelo neoliberal que prioriza todo en
favor de la Agroindustria para la producción de biocombustibles, convirtiendo a
los campesinos dueños de la parcelita en asalariados del campo que tienen que
venderse a las multinacionales –y nacionales como Facho Santos, Lizarralde,
Riopaila, Cargill, etc.
Ello deviene en
la comprensión de que el problema es estructural y requiere para su solución
medidas estructurales. No puede el neoliberalismo desarrollar acciones en favor
de los desposeídos porque sería ir contracorriente contra su naturaleza. El
liberalismo de viejo y nuevo cuño no solucionarán los problemas de los
colombianos. El único « modelo » que lo haría –y lo va a hacer- es el
Socialismo. Por ello el pueblo, y las FARC-EP, están proponiendo una Nueva
Colombia, en paz con justicia social, libertad, democracia, independencia y soberanía
nacional que modernice las atrasadas relaciones de producción y la proyecte
hacia el Socialismo.
El pueblo, en su
interior, sin interferencias pequeño-burguesas que pretende « tirarles línea »,
adelantará el diálogo para evaluar que forma o formas de lucha son las más
aconsejadas en cada etapa de la lucha popular.
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