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Entrevista a Salah Adli del Partido Comunista de Egipto sobre la situación del país
ENTREVISTA CON EL CAMARADA SALAH ADLI, SECRETARIO GENERAL DEL PARTIDO
COMUNISTA EGIPCIO, POR NAMEH MARDOM, ÓRGANO DE PRENSA DEL COMITÉ
CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA (TUDEH) DE IRÁN.
Salah Adly: Quisiera en primer lugar expresar mi saludo al Partido
Tudeh de Irán y desearle éxito en su lucha. También me gustaría
agradecer al periódico Nameh Mardom por la oportunidad de aclarar los
grandes acontecimientos históricos que están teniendo lugar en Egipto.
Nameh Mardom: En las recientes declaraciones del Partido Comunista de
Egipto (el 03 de julio), Uds. se refirieron al hecho de que el
movimiento de protestas de masas incluye a diversos estratos y clases.
¿Cómo se han movilizado esas clases y capas de la sociedad egipcia en la
segunda ola de la Revolución del 30 de junio?
SA: Desde el estallido de la revolución de 25 de enero de 2011, los
movimientos de protesta no han disminuido, y las demostraciones de
millones de personas no se han detenido, es decir, el estado
revolucionario de las masas se ha mantenido allí, perdiendo fuerza a
veces y estallando en otras ocasiones.
Las protestas y huelgas de los
trabajadores también se intensificaron. Tras el éxito de Morsi y los
Hermanos Musulmanes en tomar el poder, las masas descubrieron su
naturaleza autoritaria, su carácter fascista, su favoritismo por los
intereses de los sectores más reaccionarios y parásitos del capitalismo,
y su incapacidad para dirigir un estado del tamaño de Egipto. Además,
su traición a los intereses de la patria y su disposición para actuar
como el principal agente para mantener los intereses de los EE.UU. e
Israel en la región quedaron en evidencia. Negociaron la tregua en Gaza y
le dieron a Estados Unidos e Israel lo que ni siquiera el régimen
títere de Mubarak les había dado. Su proyecto oscurantista y sectario,
que es hostil a la democracia, la ciencia, la cultura y la tolerancia,
se hizo muy evidente. Más importante aún, las masas descubrieron la
falsedad de su uso de consignas religiosas para disfrazar sus planes en
servicio al proyecto imperialista del Gran Medio Oriente Medio y el
“caos creativo”.
Por lo tanto, el número de protestas sociales (huelgas, sentadas,
concentraciones y piquetes de protesta) llegó a 7400 -según admite el
propio Mohamed Morsi- durante el pasado año. La tasa de desempleo
alcanzó el 32%, la mayoría de los desempleados con niveles altos y
medios de capacitación profesional. La deuda externa pasó de 34 a 45 mil
millones de dólares. La deuda interna se incrementó en 365 mil millones
de libras egipcias durante el reinado de Morsi de un año. La proporción
de personas que viven por debajo del umbral de pobreza aumentó a más
del 50% de la población. En resumen, la mayoría de las capas y clases de
la sociedad y sus fuerzas políticas liberales, nacionalistas y de
izquierda, así como movimientos de jóvenes, en su mayoría de orientación
de izquierda y nacionalista, más las principales instituciones del
Estado, especialmente el ejército, el poder judicial, los medios de
comunicación y la policía, sintieron que hay un grave peligro como
consecuencia de la permanencia en el poder de los Hermanos Musulmanes,
debido a su intenso esfuerzo por monopolizar el poder y excluir a todo
el que no esté con ellos, además de sus aliados entre los grupos
terroristas que usan la religión como una cubierta.
Incluso amplios sectores de la burguesía egipcia media y grande en
los sectores del turismo, la industria, el comercio, la agricultura y la
construcción se sintieron muy asustados por sus intereses, como
resultado de la continuación del gobierno de los Hermanos Musulmanes,
que fue creando una atmósfera de caos, inseguridad e inestabilidad.
El Movimiento “Tamarud” (Rebelión) logró recolectar más de 22
millones de firmas para la retirada de la confianza en Morsi y en apoyo
de la convocatoria a elecciones presidenciales adelantadas. Todos los
partidos, sindicatos y organizaciones participaron en la recolección de
firmas, y la campaña se extendió en las calles, ciudades, en las
fábricas, escuelas y universidades, y en aldeas en todas las provincias
de Egipto. La gran importancia de esta campaña es que fue capaz de
involucrar activamente a los ciudadanos egipcios en el movimiento
revolucionario para derrocar el gobierno de la Hermandad Musulmana.
También restauró el carácter pacífico y democrático de la acción
revolucionaria, y formó la base para la des-sacralizar la falsa
legitimidad de las urnas electorales como el único criterio de
legitimidad en el sistema democrático. La convocatoria para la
recolección de firmas fue acompañada por llamados a demostraciones en
todas las plazas principales de Egipto el 30 de junio como muestra de la
credibilidad de esta campaña y base fundamental de la legitimidad
revolucionaria de las masas para derrocar a este régimen fascista y
vencer su proyecto de estado religioso.
La respuesta de las masas populares egipcias fue grande, y se
lograron las mayores concentraciones de la historia de Egipto, e incluso
en la historia del mundo. Esto fue constatado por el índice de “Google
Earth”. Más de 27 millones de personas protestaron simultáneamente en
todas las provincias de Egipto, en representación de diversas clases y
capas de la sociedad egipcia, frente a las concentraciones de la
Hermandad Musulmana y sus aliados que no excedieron de 200 mil
manifestantes en una pequeña plaza in Cairo. Por lo tanto, el pueblo
egipcio estaba de un lado y los Hermanos Musulmanes se quedaron con sus
aliados del otro lado, aislados. Esta es la realidad sobre la que debe
basarse cualquier evaluación de la situación o cualquier análisis
político.
Creemos que lo que pasó el 30 de junio es una segunda ola de la
revolución egipcia más fuerte y más profunda que la primera ola de 2011.
Se ha llevado a cabo para corregir la trayectoria de la revolución y
quitársela a la extrema derecha religiosa que ha conspirado para robarse
la revolución y “cabalgar sobre su ola” para servir a sus objetivos
fascistas y reaccionarios y los planes del imperialismo mundial.
NM: ¿Cuál es el nivel de participación de la clase obrera y los
trabajadores en estas protestas? ¿Por qué los trabajadores participan en
la batalla contra el “Islam político” y por los derechos democráticos?
SA: Las consignas básicas de la revolución de enero fueron: pan –
libertad – justicia social – dignidad humana. Es un eslabón esencial de
la revolución democrática nacional y vino luego de una larga etapa
histórica que se había iniciado a mediados de los años setenta del siglo
pasado, con el dominio del gran capitalismo dependiente y un ciclo
completo de regresión, atraso y tiranía. Durante ese período, las
fuerzas reaccionarias, en alianza con el imperialismo mundial y la
reacción árabe, lograron fortalecer un clima que permitió que la
corriente del Islam político – en especial los Hermanos Musulmanes – se
extendieran y crecieran. Las fuerzas de la izquierda se debilitaron, los
trabajadores fueron desplazados y las grandes industrias fueron
liquidadas lo que asestó un golpe a cualquier posibilidad de lograr un
desarrollo integral.
De hecho, los trabajadores han participado en la mayor parte de las
protestas que se han intensificado desde 2006 y participan en todas las
manifestaciones populares como parte del pueblo y no como clase
organizada. Esto se debe a la ausencia de organizaciones sindicales
fuertes y federaciones, a causa de la larga herencia de una tiranía y la
represión del gobierno para controlar las federaciones y sindicatos.
También se debe a los grandes cambios que tuvieron lugar durante el
período pasado en la correlación de clases y la naturaleza de la
composición de la clase obrera en los distintos sectores. En las
pequeñas y medianas industrias controladas por el sector privado a los
trabajadores se les impidió la formación de sindicatos. La clase obrera
no surgió de un modo claro como clase en la revolución. Como resultado
de la falta de unidad efectiva entre las fuerzas de la izquierda y su
debilidad en la etapa anterior, por muchas razones que no hay espacio
aquí para mencionar, el movimiento obrero no actuó de una manera eficaz e
influyente en consonancia con el tamaño de su participación y sus
grandes sacrificios en la revolución.
Es importante aclarar que los trabajadores del sector público han
descubierto que las prácticas y actitudes de los Hermanos Musulmanes no
se diferencian de las orientaciones del régimen de Mubarak, incluso eran
peores. La Hermandad Musulmana puso en práctica las mismas políticas
sobre la continuación del programa de privatización y de la
liberalización de precios, y no aumentó el salario mínimo a pesar de que
fue uno de los primeros reclamos de la revolución. Incluso se redujeron
los impuestos a los empresarios, continuaron con la privatización de
los servicios y se negaron a aplicar el programa de seguro de salud.
Insistieron en la venta e hipoteca de los activos de Egipto y sus
instituciones a través del proyecto de “bonos islámicos”, que se
apresuraron a aprobar en el Consejo de la Shura (la cámara alta del
parlamento) controlado por la Hermandad Musulmana. Lo más peligroso fue
su negativa a aprobar la ley para garantizar la libertad de formar
sindicatos, que habían acordado con todas las fuerzas políticas y las
corrientes sindicales antes de la revolución, y reemplazaron con sus
propios hombres a la gente de Mubarak que había quedado al frente de la
Unión General de Trabajadores Egipcios controlada por el gobierno. Esta
es la base social y democrática por la que la clase obrera se inclinó a
favor de la revolución contra el dominio de los Hermanos Musulmanes y
las fuerzas del Islam político, además de las otras razones que hemos
mencionado antes.
Cualquiera que se imagine que los trabajadores sólo se rebelan por
cuestiones partidistas o razones económicas se equivoca. Los
trabajadores están muy conscientes de los peligros del proyecto de la
derecha extremista religiosa y sus prácticas de derecha y fascistas en
los campos democrático, político, económico, social y nacional.
NM: En sus declaraciones, el PC de Egipto caracteriza a los actuales
acontecimientos como una revolución. ¿Cuáles son la naturaleza, las
tareas y necesidades urgentes de esta revolución?
SA: Sí, lo que está sucediendo ahora es una revolución. Para ser
precisos, es la segunda gran ola de la revolución de enero 2011, ya que
su primera ola fue abortada debido a que fue robada por la Hermandad
Musulmana pese a que esa organización no participó en prepararla,
convocarla ni hacerla. Es una revolución democrática con una orientación
social y patriótica clara. Está en desarrollo, y amplias capas sociales
y diversas fuerzas políticas (liberales, nacionalistas y de izquierda)
participan en ella. Con la continuación de la marea revolucionaria, la
verdad acerca de las distintas posiciones se ha vuelto más clara, y las
orientaciones de cada una de estas fuerzas y su voluntad de continuar
por el camino de la revolución se están revelando.
Las primeras tareas democráticas de la revolución son promulgar una
nueva constitución civil y democrática que haga hincapié en los derechos
humanos, los derechos de la mujer y los derechos sociales y económicos
para las clases trabajadoras, y que no niegue el derecho del pueblo a
elegir su sistema político y económico en el futuro de acuerdo con la
correlación de fuerzas. Por lo tanto, la tarea de derrocar la actual
constitución sectaria, reaccionaria y distorsionada (impuesta por la
Hermandad Musulmana), y no sólo modificarla o enmendarla, es una tarea
fundamental para las fuerzas democráticas y progresistas en el momento
actual.
Una de las tareas de la revolución democrática es también la libertad
para formar sindicatos, partidos políticos y asociaciones sin
intervención del gobierno; el rechazo a la formación de partidos
políticos de base religiosa y sectaria; la igualdad plena entre hombres y
mujeres en términos de derechos y deberes; y la igualdad ante la ley y
la criminalización de todas las formas de discriminación religiosa o de
otro tipo.
Entre las tareas sociales está formular un plan para el desarrollo
social independiente e integral, sobre la base del fomento de los
sectores productivos, con la necesidad de una distribución equitativa de
la riqueza y los productos del desarrollo en beneficio de los pobres y
los explotados, y la satisfacción de las necesidades sociales urgentes.
Prioridades supremas entre estas demandas son: establecer mínimos y
máximos salariales, y su vinculación a los precios; la cancelación de
las deudas de los pequeños campesinos; la redistribución de las partidas
presupuestarias para incrementar el gasto en salud y educación; la
provisión de viviendas para personas de bajos ingresos; aumentar los
impuestos a los ricos; recuperar la posesión de las empresas del sector
público que fueron saqueadas; y la lucha contra la corrupción.
Las tareas nacionales son: oponerse a la dependencia de los Estados
Unidos; negarse a sucumbir a la hegemonía sionista; enmendar el acuerdo
de Camp David; restaurar el papel nacional de Egipto en los niveles
árabe, africano, regional e internacional; y profundizar la relación con
los pueblos y países del Tercer Mundo.
Nameh Mardom: ¿Los acontecimientos actuales en Egipto significan un
rechazo del “Islam político” o sólo el rechazo de la Hermandad Musulmana
por el pueblo egipcio?
Salah Adly: Los Hermanos Musulmanes son la organización más eficaz e
influyente entre las fuerzas del Islam político. El resto de
organizaciones, como los grupos salafistas y yihadistas, fueron aliados
de la Hermandad Musulmana y salieron con ellos en su última batalla a
defender su régimen, porque saben que su derrota significaría una
derrota importante para el proyecto islamista sectario que es apoyado
por el gobierno de EE.UU. como una alternativa a los regímenes
autoritarios que se derrumban. Sólo el partido salafista al-Nour fue
excluido de esa alianza en la última batalla por motivos relacionados
con su asociación con Arabia Saudita, aunque estamos conscientes de que
es también un partido reaccionario y sectario hostil a los derechos
humanos y los derechos de las mujeres y las minorías, incluidas las
otras sectas islámicas. Esto se hizo evidente en su incitación al
asesinato de chiítas cuyos cuerpos fueron arrastrados por las calles en
la masacre horrible que tuvo lugar en un pueblo el mes pasado.
Creemos que la batalla no ha terminado y es necesario que haya una
lucha cultural, política, y social para aplastar su resistencia y
cambiar el clima general que ha dominado por décadas.
Pero nos gustaría llamar la atención sobre el hecho de que lo que
está sucediendo en Egipto ya no es sólo una confrontación entre los
Hermanos Musulmanes y sus aliados de la derecha religiosa, contra las
instituciones de seguridad del Estado. De hecho, ahora están enfrentando
al pueblo egipcio de todas las sectas y corrientes, así como a todas
las instituciones del Estado, incluido el poder judicial, los medios de
comunicación y la cultura. En los barrios y pueblos, los Hermanos
Musulmanes se enfrentan ahora a las masas del pueblo egipcio, ya que sin
duda han perdido el apoyo de amplios sectores de la población durante
los últimos dos años. Sin embargo, el ejército y las fuerzas de
seguridad tendrán un papel importante en el enfrentamiento contra sus
milicias terroristas armadas.
En resumen, vemos que lo que ha ocurrido es una gran derrota para el
proyecto de la derecha religiosa en general, y no sólo para el proyecto
de los Hermanos Musulmanes. Esto tendrá importantes repercusiones en la
región en el próximo período.
NM: ¿Cuál es su opinión sobre los argumentos que afirman que la
destitución de Morsi es antidemocrática porque él había sido fue elegido
legalmente de acuerdo con la nueva Constitución que fue ratificada en
referéndum? ¿Fue Morsi derrocado por el ejército egipcio?
SA: Los que han derrocado a Morsi son los más de 22 millones de
ciudadanos del pueblo egipcio que firmaron un documento con sus nombres,
números de identificación [cédula de identidad] y nombre de su
provincia, escrito en persona y a mano, en lugar de en Internet, en un
referéndum sin precedentes que culminó en la “gran movilización” en las
principales plazas por más de 27 millones de manifestantes el 30 de
junio, que se mantuvo por cuatro días consecutivos. Fue Morsi quien
derrocó la legitimidad cuando emitió su declaración constitucional
dictatorial en noviembre de 2011. Fue Morsi quien devastó los derechos
humanos cuando sus partidarios terroristas sitiaron el Tribunal
Constitucional, cuando sus milicias torturaron a manifestantes delante
del Palacio al-Ittihadyah [el palacio presidencial], como se demostró en
las investigaciones llevadas a cabo por la Fiscalía Pública, y cuando
sus hombres mataron a manifestantes frente a la sede del Partido
Libertad y Justicia (brazo político de los Hermanos Musulmanes), de
conformidad con las órdenes explícitas del líder del grupo y su adjunto,
como los asesinos confesaron ante el fiscal. Fue Morsi quien renegó de
las promesas que había anunciado el día en que consiguió enmendar la
Constitución y formar un gobierno de coalición. Él y su grupo
insistieron en someter el país a las condiciones del Fondo Monetario
Internacional, y también declararon la Jihad contra Siria en una
conferencia de las fuerzas yihadistas terroristas sin consultar al
ejército y el Consejo de Defensa Nacional.
Por lo tanto, todos los partidos políticos y fuerzas, y hasta el
partido salafista al-Nour, que abandonó la nave de Morsi antes de que se
hundiera, han apoyado el llamado a elecciones presidenciales
anticipadas. Este llamado no es un golpe de estado contra la democracia,
sino que emana del corazón de la democracia popular cuando cualquier
presidente traiciona sus promesas al pueblo y su programa sobre la base
del cual había sido elegido.
Limitar la causa de la democracia sólo a la “urna electoral” es una
traición total de la esencia de la democracia, y una negación explícita
del derecho de los pueblos a rebelarse contra sus gobernantes
autocráticos y los regímenes fascistas que utilizan la religión para
ocultar su naturaleza reaccionaria y su orientación capitalista de
derecha.
La defensa de Morsi por los Estados Unidos y los estados capitalistas
occidentales y se presentación de la situación como un “golpe militar”
contra la “legitimidad constitucional” es una posición formal que
esconde el hecho de que el imperialismo mundial está aterrorizado por
las revoluciones de los pueblos y su capacidad de transcender los
estrechos límites de la burguesía democrática, que representa, en
esencia, la forma óptima para satisfacer los intereses de los grandes
empresarios y los monopolios y sus agentes locales, en el control del
destino de los pueblos de los países del Tercer Mundo.
Lo que ha sucedido no es un golpe de Estado militar de ninguna
manera, sino un golpe revolucionario por el pueblo egipcio para
deshacerse de este régimen fascista. Lo que el ejército hizo es llevar a
cabo la voluntad del pueblo y protegerlo de los planes de la Hermandad
Musulmana y sus aliados terroristas armados que quieren encender la
lucha sectaria y las guerras civiles, dividir al ejército egipcio y
destruir las instituciones del Estado egipcio para servir a los
intereses del imperialismo y el sionismo en la región.
¿Qué clase de golpe de estado es este en que decenas de millones de
personas están en la calle apoyándolo? ¿Qué clase de golpe de estado es
cuando el jefe de la Corte Constitucional ya ha asumido el poder, como
había sido exigido por el Frente de Salvación, que incluye a todas las
fuerzas de la oposición con sus diferentes orientaciones y el movimiento
juvenil “Tamarud” (Rebelión), y ha recibido el apoyo de las masas del
pueblo egipcio? ¿Qué clase de golpe de Estado es cuando ya se ha formado
un gobierno integrado por civiles calificados nacionales, y que tiene
plenos poderes durante un período transitorio no superior a un año que
terminará con la promulgación de una constitución civil democrática y
las elecciones presidenciales y parlamentarias que todo el mundo desea?
¿Qué clase de golpe de estado es que permite el derecho a la protesta
pacífica, incluso por parte de sus oponentes, y no impone un estado de
emergencia?
La declaración de Al-Sisi, el comandante del ejército
egipcio, en que expuso la hoja de ruta para la fase de transición, sólo
fue anunciada tras un diálogo que logró el consenso con los
representantes del pueblo egipcio, entre ellos los jóvenes de “Tamarud”
(Rebelión), el representante del Frente de Salvación, el jeque de
al-Azhar, el Papa copto y una representante de las mujeres. Los egipcios
han celebrado en las plazas principales, barrios y pueblos esta gran
victoria para el pueblo egipcio y la conformidad del ejército nacional
con ella.
Debemos, como lo enseña el marxismo, proceder a partir de la realidad
concreta y no limitar nuestra visión con ideas rígidas predeterminadas y
fórmulas preparadas. ¿No es notable que los medios de comunicación
occidentales hacen la vista gorda ante todo esto, se niegan a ver la
realidad e insisten en que lo que está ocurriendo es un golpe militar?
Sin embargo, estamos conscientes de la necesidad de estar alerta y
prestar atención durante la próxima fase para garantizar que el papel de
los militares en esta etapa se limite a la protección de las personas y
la seguridad nacional de Egipto, y cumpla con sus promesas de no
interferir directamente en los asuntos políticos. Para ello se necesita
que el pueblo permanezca en las plazas para garantizar el cumplimiento
de sus demandas en la fase de transición.
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Partido Comunista de Egipto: “los Hermanos Musulmanes son una organización fascista”
Written By Unknown on miércoles, agosto 21, 2013 | miércoles, agosto 21, 2013
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