Por Manuel Humberto Restrepo Domínguez
En el mismo tiempo
real, en el que ocurren conversaciones orientadas a alcanzar un acuerdo
de paz entre el estado y la insurgencia, crecen con optimismo las
posibilidades de unidad en las luchas sociales por la dignidad, que
vienen siendo expuestas por diversos sectores, en cuya protesta confluye
el reclamo por hechos efectivos que garanticen la paz duradera y
estable, pero a la vez en la construcción de poder popular. El gobierno
parece indiferente, acostumbrado a imponer su lógica, como la única
opción ante toda situación que lo confronte. El presidente juega con
tres cartas sus respuestas, de un lado anuncia que la Paz es su
propósito fundamental, de otra endurece la voz para anunciar que no
abandonara la guerra porque quiere la paz y la tercera carta induce a la
reelección de lo que llama sus políticas que se sintetizan en difusos
anuncios subliminales que llevan las iniciales de su nombre JMS.
En
la mesa de conversaciones los voceros del estado dan muestras de
responder de manera seria, disciplinada, respetuosa en el lenguaje y con
argumentos preparados y guardan prudencia sobre pactos, acuerdos y
desacuerdos. En las tarimas, en cambio, el gobierno en cabeza de algunos
ministros vocifera, especula, niega, intimida, llama a fortalecer las
técnicas de muerte, anuncia nuevas compras de material de guerra
incluidos aviones ultramodernos, impulsa la idea de que en la guerra
todo vale para capturar o matar, llama a la alegría de tener un nuevo
ejército galáctico de drones (aviones no tripulados)
especializados en matar a domicilio. Y en los espacios institucionales
anuncia que los negocios prevalecen sobre todo lo demás, induce en la
implícita convocatoria a venerar la privatización de la vida, de la
riqueza nacional, del poder, del estado, de los partidos, de las
decisiones y de las necesidades convertidas en réditos electorales. La
suma de sus apuestas indica que juega con fino cálculo político en la
consolidación de estrategias electorales para continuar gobernando.
Las
posturas políticas de derecha e izquierda tienden a ser separadas del
centro donde algunas veces parecían encontrar puntos de acuerdo. La zona
gris que ambas podían ocupar sin terminar en rupturas insalvables
desaparece paulatinamente. La derecha jalona más hacia la orilla derecha
y se alinea con las voces que llaman a mantener la guerra, se
radicaliza y se convierte en oposición al gobierno, en una extraña
situación de derechas en confrontación temporal pero no antagónica. La
izquierda juega con las cartas de búsqueda de la paz, pero el gobierno
se empeña en estigmatizar sus actuaciones, crea confusiones, elimina las
distancias entre las autonomías del movimiento social respecto del
movimiento político y del movimiento insurgente y trata de enfrentarlas
entre sí. Con este panorama pareciera que las elites del capital y del
poder tratan de presionar a la izquierda a radicalizarse en la orilla
izquierda, lo que contribuiría a impedir que se selle un pacto de paz,
ante la falta de garantías de participación social y política. Queda la
sensación de que cada vez que se acercan las posturas en torno a
acuerdos de paz real el gobierno alienta rupturas. O bien no logra crear
unidad adentro de sus propias fuerzas o bien mantiene las cartas del
fraccionamiento efectivo o inventado para poner la partida siempre de su
lado.
Las garantías para la salud, la educación, la real
devolución de tierras a las víctimas y la protección a la ya debilitada
economía nacional y al empleo se mantienen en niveles con creciente
precariedad. Los sectores políticos minoritarios cada vez son más
frágiles y permanecen al margen de las grandes decisiones del poder y
han entrado en inminente riesgo de desaparición. A toda marcha avanza la
eliminación del anterior modelo del estado comunitario basado en la
seguridad democrática que cierra su capítulo con no menos de medio
centenar de congresistas procesados por parapolítica, concierto para
delinquir y corrupción, y el entorno inmediato del uribismo es
cuestionado por sus prácticas de muerte y eliminación de sus contrarios.
En su lugar se vislumbran avanzadas de consolidación del modelo
democrático de la unanimidad nacional que no permite disidencias, que no
acepta minorías y que abomina toda oposición efectivamente contraria al
proyecto político único formado por partidos con existencia real solo
del centro hacia la derecha, o entre el centro y la extrema derecha.
A
la par se mantienen vigentes los fenómenos asociados a situaciones
vinculadas a la desigualdad y exclusión política, social y económica.
Completan el contexto del conflicto otras situaciones generadoras de
conductas favorables a sostener vigentes los sistemas de violencia,
impunidad, corrupción y modos de acción intimidantes para resolver
asuntos de la vida cotidiana. Persisten las vejaciones por abusos
sexuales, los accidentes de tránsito provocados por borrachos, las riñas
callejeras que producen desfiguraciones y lisiados, los abusos del
poder para castigar a sus declarados enemigos y opositores, continúan
intactas y protegidas las técnicas de guerra sucia que intimidan, crean
falsos positivos judiciales, asesinatos extrajudiciales, distribución de
panfletos amenazantes y la formación de sicarios y mercenarios con
calidad de exportación.
mrestrepouptc.blogspot.com
Juegos de Cartas
Written By Unknown on domingo, agosto 11, 2013 | domingo, agosto 11, 2013
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