Comenzó el día con un murmullo, luego se
hizo coro, fue tomando forma de masa humana y el coro se hizo voz; la
voz de todos los oprimidos de una Colombia que no se resiste a vivir en
la miseria, en el olvido, en la ignominia.
Esas voces se escucharon desde los más lejanos rincones del territorio patrio. A muy tempranas horas del 19 de agosto brotaron como el más grande manantial, como un solo trueno, que resonó en 30 departamentos de los 32 que tiene Colombia y que hizo eco en todo el mundo.
Esas voces se escucharon desde los más lejanos rincones del territorio patrio. A muy tempranas horas del 19 de agosto brotaron como el más grande manantial, como un solo trueno, que resonó en 30 departamentos de los 32 que tiene Colombia y que hizo eco en todo el mundo.
Ese trueno es el paro campesino y
popular que las organizaciones sociales, campesinas y populares
convocaron a partir de las 00 horas del día 19; cada una con sus
reivindicaciones particulares, y todas, para que pare ya la guerra y
germine la paz.
Como es costumbre, los medios masivos de comunicación al servicio de los dueños del gran capital y del régimen, comenzaron a minimizar la realidad. De manera cacofónica escupían declaraciones las directivas de Dignidad Cafetera, afirmando con vehemencia que NO irían al paro. Santos vociferaba que “no dejaría colgados de la brocha a los caficultores”, el comandante de la policía reportaba normalidad en las vías, y así, uno a uno, pasaban a la gran tarima, tratando de convencer al público y a ellos mismos que el paro fracasaría.
Ninguna maroma logró convencer, de nada les sirvió, pues la lucha popular se extiende como una gran marea incontenible, y es que los pobres decidieron perder el miedo, asumieron el riesgo, de frente; con sus rostros curtidos, sus voces firmes como sus puños, con sus fuertes piernas, comenzaron a tomar posición a lado y lado de las carreteras. Los camioneros hacen lo propio, las trabajadoras y trabajadores hospitalarios se riegan como una mancha blanca por las calles.
Junto a ellos, los pequeños y medianos productores de leche, los paperos, arroceros, paneleros, cebolleros, algodoneros, cacaoteros, mineros artesanales, entre otros, robustecen la marea multicolor a lo largo y ancho del territorio nacional.
El pliego presentado al gobierno nacional, recoge la magnitud de sus aspiraciones y necesidades.
Como es costumbre, los medios masivos de comunicación al servicio de los dueños del gran capital y del régimen, comenzaron a minimizar la realidad. De manera cacofónica escupían declaraciones las directivas de Dignidad Cafetera, afirmando con vehemencia que NO irían al paro. Santos vociferaba que “no dejaría colgados de la brocha a los caficultores”, el comandante de la policía reportaba normalidad en las vías, y así, uno a uno, pasaban a la gran tarima, tratando de convencer al público y a ellos mismos que el paro fracasaría.
Ninguna maroma logró convencer, de nada les sirvió, pues la lucha popular se extiende como una gran marea incontenible, y es que los pobres decidieron perder el miedo, asumieron el riesgo, de frente; con sus rostros curtidos, sus voces firmes como sus puños, con sus fuertes piernas, comenzaron a tomar posición a lado y lado de las carreteras. Los camioneros hacen lo propio, las trabajadoras y trabajadores hospitalarios se riegan como una mancha blanca por las calles.
Junto a ellos, los pequeños y medianos productores de leche, los paperos, arroceros, paneleros, cebolleros, algodoneros, cacaoteros, mineros artesanales, entre otros, robustecen la marea multicolor a lo largo y ancho del territorio nacional.
El pliego presentado al gobierno nacional, recoge la magnitud de sus aspiraciones y necesidades.
1. La implementación de medidas y acciones frente a la crisis de la producción agropecuaria.
2. Acceso a la propiedad de la tierra.
3. Reconocimiento a la territorialidad rural y campesina (ZRC, ampliación de los resguardos indígenas y consejos comunitarios de las negritudes).
4. Participación efectiva de las comunidades y los mineros pequeños y tradicionales en la formulación y desarrollo de la política minera.
5. Adopción de medidas y cumplimiento de las garantías reales para el ejercicio de los derechos políticos de la población rural.
6. Inversión social en la población rural y urbana: en educación, salud, vivienda, servicios públicos y vías.
2. Acceso a la propiedad de la tierra.
3. Reconocimiento a la territorialidad rural y campesina (ZRC, ampliación de los resguardos indígenas y consejos comunitarios de las negritudes).
4. Participación efectiva de las comunidades y los mineros pequeños y tradicionales en la formulación y desarrollo de la política minera.
5. Adopción de medidas y cumplimiento de las garantías reales para el ejercicio de los derechos políticos de la población rural.
6. Inversión social en la población rural y urbana: en educación, salud, vivienda, servicios públicos y vías.
Hubo un llamado generalizado al gobierno
de movimientos políticos y sociales para que NO se criminalizara la
protesta social, para que hubieran garantías frente al paro agrario y
popular, clamor al que se unió la Delegación de Paz de las FARC-EP, en
La Habana, en voz del jefe de la Delegación, Iván Márquez, quien conminó
al gobierno para que no se estigmatizara la jornada con el “coco de las
FARC”. Sin embargo, se presentaron numerosas detenciones,
judicializaron personas y reprimieron la protesta, al tiempo que se
militarizó el país.
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