Crónica. La crisis del Catatumbo
/ Jueves 4 de julio de 2013
Tenemos que asimilar el golpe afirma el presidente Santos sobre la derrota de Colombia, en Laussana, Suiza, como sede organizadora de los juegos de la juventud 2018, ganó Buenos Aires. La prensa oficial, titula, con un sofisma, Colombia segunda en Lausana, como si la segunda ganara algo.
La delegación Argentina en Laussana, compuesta por cinco personas, contrastaba con la enorme cantidad de lagartos que hacían parte de la colombiana, alrededor de 200 personas. Todos pagados con el erario público, es decir con el dinero de nuestros impuestos. Santos llevó hasta cocinera temiendo que lo envenenaran, perro anti explosivos, médicos, enfermeras, manicuristas, masajistas, secretarias de los funcionarios deportivos, y una jauría de escoltas, sin contar el personal de inteligencia militar. La policía Suiza sólo sirvió para despejar el tráfico vehicular. "Nunca hemos visto tanto armamento para cuidar a un presidente", nos contó alguien de la seguridad Suiza.
El gobierno colombiano pretendía con esta candidatura, maquillar su imagen. Santos sin sonrojarse, dijo que este evento, sería una posibilidad de reconciliación de los colombianos.
En ese instante supremo, cuando Santos pretendía hacernos olvidar que solo una semana antes, nuestros compañeros del Catatumbo; Diomar Angarita; Hermidez Palacio; Leonel Jácome y Edison Franco, fueron asesinados por el ejército y francotiradores de la policía, y tantos otros detenidos arbitrariamente, en ese instante supremo, en plena entrada del Palacio de Beaulieu, sacamos nuestras indignadas pancartas de CATATUMBO RESISTE, fue un acto sencillo, pero fuertemente simbólico.
Los periodistas colombianos se acercaron a tomar fotos, las agencias internacionales, sabíamos que nada dirían, pero estábamos ahí, con la frente en alto, con la dignidad que nos han enseñado y legado los hombres y mujeres, campesinos de esa región gigante, que es el CATATUMBO.
Santos abandono el lugar con sus carros blindados y toda su jauría de lagartos, y no pudo evitar ver nuestras pancartas, que eran un grito de indignación.
Los nombres de nuestros cuatro compañeros retumbaban en nuestras mentes y voces. Sus justas reivindicaciones y sus reclamos estaban ahí presentes en nuestras pancartas y gritos.
Colombia no fue elegida, la operación marketing del régimen se caía y la realidad quedaba diáfana como el rostro digno de los campesinos colombianos.
¡Vivan las Zonas de Reserva Campesina!
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