Las ”aparentes contradicciones” de la Casa de Nari parecen ser la constante en el accionar del gobierno nacional. No solamente a nivel interno, sino también a nivel externo.
La política exterior del gobierno JM Santos le prende una vela a Dios y otra al Diablo. Con un ”realismo” -quizá presionado por los casi mil millones de dólares que Venezuela le tenía congelados a empresarios colombianos por cuenta de la crisis agenciada por el gobierno narco-paramilitar de Uribhitler- recompone las relaciones con Venezuela, pero meses después realiza una reunión con el peón imperial en el vecino país, un tal Capriles, quizá cumpliendo la orden del gringo que había venido dos días antes, para afinar los planes de golpe conque sueñan ”acabar” la revolución bolivariana.
Como si lo anterior fuera de poca monta, el gobierno colombiano se embarca en una nueva aventura guerrerista -dictada por el sueño de ser el ”Israel suramericano”- y se entrega arrodillada a la OTAN, claro que con el permiso de USAmérica. Las explicaciones son por demás superfluas. Que lo que hará -ya lo hace- es suministrar combustibles a los aviones de la OTAN en pleno vuelo, conviertiéndose en pieza clave para eventuales planes de agresión de las naciones latinoamericanas.
Lógicamente que tales puñaladas por la espalda propinadas a los países de UNASUR ha tenido la respuesta que ameritaban y ameritan. Todo ese rompe cabezas se va clarificando cuando el gobierno bolivariano informa de la captura de 2 bandas de narco-paramilitares colombianos que pretendían atentar contra la vida del presidente Maduro.
Tal bipolar política también es evidente en Colombia. Anuncios sonoros para demostrar que se atacan los problemas que padecen los colombianos, mas en la realidad no hay ningún hecho significativo. Todos los anuncios son para la media. El caso de la llamada ”política de tierras”, en la cual entregaran apenas 200.000 hectáreas de un total de 6,5 millones, es un doloroso acto de politiquería, al tiempo que continúan asesinando a los líderes de los reclamantes de tierras. Ni qué decir de la ”locomotora agraria”, la cual tampoco ha arrancado tal vez por falta de combustibles, o de chofer o de políticas verdaderas.
Igualmente la bipolaridad gubernamental es visible en el proceso de Paz con las FARC-EP. Al tiempo que incrementan las acciones militares oficiales, con el pretexto de acorralar las FARC, todos los días los voceros gubernamentales le anuncian al país más acciones de guerra y más impunidad con la aprobación de un ”nuevo” fuero militar. Como si quisieran acostumbrar a los colombianos a una situación de guerra interna y externa, los anuncios pretenden implantar en la mentalidad colectiva que nuestro destino es ser el ”Israel suramericano”, es decir, ser un país odiado por todos sus vecinos sin excepción.
Contrario a tan apátridas designios el pueblo colombiano continúa luchando por la Paz y por desarrollar relaciones pacíficas con sus hermanos latinoamericanos. Las FARC-EP, representante popular en la Mesa de La Habana, continúan bregando por llegar a Acuerdos que ataquen las causas del conflicto interno, y desarrollan relaciones de amistad -así le duele a los periodisticas al servicio del régimen asesino- con nuestros pueblos hermanos.
No queremos más guerra. No queremos más puñaladas arteras. No queremos ser despreciados por nuestros hermanos. Queremos Paz y ser hermanos de verdad verdad con los pueblos latinoamericanos.
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