No
solo no quieren discutir el modelo de desarrollo sino que hacen
esfuerzos inútiles para negar el que emprendieron. Nadie asume éste
desastre. Entonces ahora Santiago Montenegro escribió que “el modelo
colombiano no ha sido neoliberal”. En su momento, el exministro Juan
Luis Londoño se atrevió a caracterizar a Uribe como un “socialista”, y
en la campaña presidencial, Santos se mostró partidario de la “Tercera
Vía”.
Vergonzantes del Neoliberalismo.
No solo no quieren discutir el modelo de desarrollo sino que hacen esfuerzos inútiles para negar el que emprendieron. Nadie asume éste desastre. Entonces ahora Santiago Montenegro escribió que “el modelo colombiano no ha sido neoliberal”. En su momento, el exministro Juan Luis Londoño se atrevió a caracterizar a Uribe como un “socialista”, y en la campaña presidencial, Santos se mostró partidario de la “Tercera Vía”.
No solo no quieren discutir el modelo de desarrollo sino que hacen esfuerzos inútiles para negar el que emprendieron. Nadie asume éste desastre. Entonces ahora Santiago Montenegro escribió que “el modelo colombiano no ha sido neoliberal”. En su momento, el exministro Juan Luis Londoño se atrevió a caracterizar a Uribe como un “socialista”, y en la campaña presidencial, Santos se mostró partidario de la “Tercera Vía”.
Montenegro escribió una columna titulada
La privatización del Estado (El Espectador.com, 12 de mayo de 2013).
Allí comenta otra de Alfonso Gómez Méndez con el título Privatización
del Estado (El Tiempo.com, 7 de mayo de 2013). Aunque abordan tópicos
diferentes pero integrados al tema, ambos se sacuden el saco con las
responsabilidades de la actual situación. “La peor de las
privatizaciones es la del Estado por la tortuosa vía del clientelismo
disfrazado de 'gobernabilidad'”, escribe Gómez.
El economista retoma esto para decir que
fue precisamente ese diagnóstico el que justificó la privatización de
las empresas públicas. Y sostiene que el modelo colombiano no es
neoliberal, “sino un híbrido en donde conviven empresas privadas,
empresas públicas eficientes y también un aparato clientelista.” En esto
acude a varios argumentos superficiales y pone a manera de ejemplo el
sector de la energía, o sea, el peor de los ejemplos.
En primer lugar resulta increíble que
después de por lo menos tres décadas de neoliberalismo, Montenegro venga
a decir que el clientelismo “ilumina muchas de las verdaderas razones
que motivaron la privatización de varias empresas.” Insiste en el uso
ideológico de su propia crisis y dice muy poco sobre la agudización del
problema. En tal sentido, el auditor general de la República, Jaime
Ardila, calculó que 9 billones de pesos se pierden en Colombia por vía
de la corrupción. (Caracol, abril 27 de 2012).
Quiere hacernos creer el columnista, que la agenda del consenso de Washington con el objetivo de resolver las dificultades del capitalismo, tuvo menos peso que la politiquería. Nos invita a aceptar que el mercado tomara decisiones por encima del Estado, debido a su naturaleza corrupta, minimizando la utilización de esto por parte de los capitalistas. Para éste bellaco, el capital privado, en particular el de las multinacionales, vino a salvarnos de la injerencia partidista y clientelista en las empresas que eran propiedad pública, cuando siempre las utilizó en la intermediación.
Quiere hacernos creer el columnista, que la agenda del consenso de Washington con el objetivo de resolver las dificultades del capitalismo, tuvo menos peso que la politiquería. Nos invita a aceptar que el mercado tomara decisiones por encima del Estado, debido a su naturaleza corrupta, minimizando la utilización de esto por parte de los capitalistas. Para éste bellaco, el capital privado, en particular el de las multinacionales, vino a salvarnos de la injerencia partidista y clientelista en las empresas que eran propiedad pública, cuando siempre las utilizó en la intermediación.
Y si fuera así, cambiaron la injerencia
de los politiqueros por la de las multinacionales, pues tienen
verdaderas escuelas de lobby el cual incluyen en sus presupuestos de
propinas a los funcionarios públicos. Sumar a esto que no son pocas las
empresas que tergiversan sus cifras de producción con el ánimo de enviar
mejores ganancias a sus casas matrices en una muestra más de su
naturaleza.
En segundo lugar, escribe Montenegro,
“contrario a lo que muchos creen, la privatización “neoliberal”, como
también la llaman, no se dio en varios sectores y, por el contrario,
numerosas empresas públicas no sólo se han fortalecido, sino también se
han convertido en verdaderas multinacionales.” Y es aquí donde cita el
desafortunado caso de varias empresas de generación y transmisión de
energía, como ISA, ISAGEN, EPM o la EEB.
Exponer el caso del sector eléctrico
para negar el neoliberalismo es un verdadero despropósito. Si hay un
sector que sirve de ejemplo a fin evidenciar la privatización neoliberal
es éste. Y se lanza por el abismo de la mentira al citar estas cuatro
empresas “verdaderas multinacionales”. Sirve también para señalar que su
naturaleza pública no es sinónimo de mala calidad en los servicios,
otro de los argumentos neoliberales en la privatización.
Hoy día no se trata solo de la
naturaleza jurídica de las empresas, en éste caso “públicas” o “mixtas”.
Entre otras cosas porque el sistema entero es neoliberal y estas
empresas no son islas que pueden comportarse diferentes a las privadas.
La legislación se aseguró esto en el marco de la competencia.
Se trata más bien, de si el sector
público garantiza o no los derechos fundamentales del Pueblo. Y lo
cierto es que tanto en las públicas como en las privadas, la energía
eléctrica es una mercancía no un derecho. “O comemos o pagamos” es la
consigna de los desconectados de servicios públicos domiciliarios de EPM
en la eterna primavera. Esto es eficiencia neoliberal señor
Montenegro.
Además cita cuatro empresas que por
grandes e importantes que sean, son pocas en comparación con el universo
de las prestadoras de energía. De hecho, es mayor el porcentaje de
empresas privadas y mixtas con presencia en toda la cadena, es decir, en
la generación, transmisión, comercialización y distribución de energía.
Situación similar pasa con ECOPETROL,
también citada por éste inexacto economista y desmemoriado selectivo;
olvida que cerca del 90% de la exploración, explotación y exportación de
petróleo está a cargo de multinacionales. Y como si fuera poco ya está
aprobada la privatización del 20% de la empresa más grande de Colombia y
no con el argumento del clientelismo y la ineficiencia.
Y en tercer lugar, éste exdirector de
Planeación, agrega a esta cadena de falsos argumentos para ocultar las
decisiones neoliberales, que “en Colombia se mantuvo el Departamento
Nacional de Planeación y se fortaleció la red de superintendencias y
entidades regulatorias”. Todas estas son reivindicadas como si fueran
símbolos de la intervención del Estado para corregir los errores del
mercado. FALSO.
Estamos claros: las decisiones del
desarrollo en Colombia cada vez menos pasan por el DNP. La tecnocracia
de esta entidad es convidada de piedra en las decisiones sobre el
desarrollo. Y en conjunto, el Estado tienen cada vez menos campo sobre
el cual decidir pues son los organismos multilaterales y las
multinacionales las que definen qué producir y dónde. El Estado
colombiano está a su servicio. Para eso está el mercado. Es pírrica la
participación del Plan Nacional de Desarrollo sobre el conjunto de las
actividades económicas y el aparato productivo en nuestro país. (Puede
verse también Planeación en su laberinto. Dinero, 2012-09-14).
Con el ejemplo de las Superintendencias
me da risa. ¿Es posible que la Superintendencia de Servicios Públicos
controle los abusos contra los usuarios? NO. Dónde estuvo la
Superintendencia de salud para regular las empresas que han creado la
grave situación del sector. Dónde actuó la Superfinanciera para que el
sector creciera de tal manera que es prácticamente el de mayores
ganancias y de mayor participación en el PIB tradicional o que alertara
sobre la quiebra y robo de empresas. Dónde la del Notariado y Registro
para regular la politiquería asquerosa que allí se presenta.
Y sobre todo, dónde estaba la
Superintendencia de vigilancia y seguridad privada para controlar las
Convivir del narcoparamilitar Álvaro Uribe. Qué regulación ni que nada
Montenegro. Cuidado y asustas la confianza inversionista.
Y entonces como resultado del favor
prestado por las multinacionales y el capital privado en general, al
venir a corregir la injerencia del clientelismo en las empresas
públicas, se les compensa con jugosas ganancias y les quedamos debiendo.
En estudio de Nicanor Restrepo
Santamaría, muestra la siguiente estructura: “las 354 empresas
colombianas con ingresos superiores a 100.000 millones de pesos (2004)
35% son multinacionales; 19% estatales; 27% familiares; 18% anónimas.”
172 billones, 67% del PIB que en 2004 fue de 225 billones. (Ver:
Empresariado antioqueño y sociedad, 1940 – 2004. Influencia de las
élites patronales de Antioquia en las políticas socioeconómicas
colombianas. 2011).
En el informe de las 100 empresas más
grandes de 2012, la revista Semana concluye que “un grupo de 35
sociedades de capital cien por ciento foráneo, o con una participación
por encima del 50%, se mete al ranking de las 100 mayores. Aunque un
alto número son petroleras, se destacan también en el área del comercio
al detal, la aviación, el cemento, la energía y las bebidas.” (Semana,
11 de mayo de 2013)
Y en consecuencia las ganancias por el favor prestado: “Entre 2000 y 2011, la extracción de rentas fue en aumento, pues pasó de 28 dólares por cada 100 dólares de inversión extranjera en 2002 a 107 dólares en 2011: un balance nítidamente negativo para la economía nacional.” (Ver: Economía colombiana: no tan bien como la pintan. Álvaro Moreno. 8 de octubre de 2012). El neoliberalismo no pone topes a las ganancias que pueden ser sacadas del país.
He tocado hasta aquí las variables que esgrime el autor citado con un énfasis en los beneficios a las multinacionales. Pero la lista es larga para evidenciar la ejecución de la receta neoliberal en Colombia. Habría que enlistar la flexibilización laboral y su impacto sobre los salarios, el bienestar de los trabajadores y la organización sindical. Incluir el desmonte del Estado social con la privatización de la educación y la salud.
Y en consecuencia las ganancias por el favor prestado: “Entre 2000 y 2011, la extracción de rentas fue en aumento, pues pasó de 28 dólares por cada 100 dólares de inversión extranjera en 2002 a 107 dólares en 2011: un balance nítidamente negativo para la economía nacional.” (Ver: Economía colombiana: no tan bien como la pintan. Álvaro Moreno. 8 de octubre de 2012). El neoliberalismo no pone topes a las ganancias que pueden ser sacadas del país.
He tocado hasta aquí las variables que esgrime el autor citado con un énfasis en los beneficios a las multinacionales. Pero la lista es larga para evidenciar la ejecución de la receta neoliberal en Colombia. Habría que enlistar la flexibilización laboral y su impacto sobre los salarios, el bienestar de los trabajadores y la organización sindical. Incluir el desmonte del Estado social con la privatización de la educación y la salud.
El ajuste fiscal reduciendo
significativamente los presupuestos para el bienestar social en favor
del militar, pues el Estado colombiano sigue en déficit. Por supuesto
que, conocedores del desastre que causarían y de la inconformidad
generada, entonces oligarquía, tecnocracia y multinacionales se
aseguraron un Estado policía, un aparato militar y paramilitar para
consolidar su régimen de terror. Un sistema de justicia que penaliza la
protesta popular y elimina al opositor político. El neoliberalismo en
Colombia fue ejecutado a sangre y fuego. Dolor y lágrimas anunciaron.
¿Dónde está la plata de las
privatizaciones? Sería bueno que tanto Gómez Méndez como Montenegro
escribieran sobre eso. No construyeron las obras de infraestructura que
el mismo capitalismo necesita. No construyeron las escuelas y hospitales
y por el contrario la pobreza aumentó junto con la desigualdad. Finalmente recordar que el punto 6 de la Plataforma Bolivariana dice: Rechazo a la política neoliberal. Desarrollo y modernización económica con justicia social. El Estado debe ser el principal propietario y administrador de los sectores estratégicos: el energético, las comunicaciones, los servicios públicos, vías, puertos y recursos naturales en beneficio del desarrollo económico-social equilibrado del país y las regiones. Se procurará la ampliación del mercado interno, la autosuficiencia alimenticia y el estímulo permanente a la producción, a la pequeña, mediana y gran industria, a la autogestión, la microempresa y a la economía solidaria. La gestión económica oficial se debe caracterizar por su eficiencia, su ética, su productividad y su alta calidad. Habrá participación de los gremios, las organizaciones sindicales, populares, entes académicos y científicos en la elaboración de las decisiones sobre la política económica, social, energética y de inversiones estratégicas.
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