Allende La Paz, Cambio Total Revista.
En la
política, la estrategia se debe realizar teniendo en cuenta los tiempos.
Tiempos que no son invención de nadie sino que son el eterno discurrir de “la
vida en la materia”. Así digan lo contrario en los medios oligárquicos, los delegados farianos colombianos tienen
sus tiempos sintonizados con la madre natura. Por su parte, los delegados gubernamentales colombianos
tienen sus tiempos puestos en metas como, por ejemplo, la re-elección de
JMSantos, o sea, en “tiempos” arbitrarios o ficticios.
Por ésta
razón, estamos preguntándonos a qué juega el gobierno tahúr que, como todo
tahúr, tiene las cartas marcadas. La estrategia gubernamental es de silencio en
La Habana y estridencias de guerra –declaraciones, bombardeos y ataques- en
Colombia, es decir, aquí “me meto la lengua en el fondillo” y allá “sigo con la
guerra”. Esta estrategia busca nada más ni nada menos que debilitar la posición
de la insurgencia en la Mesa de Conversaciones.
Si la parte
gubernamental estuviera ganando la guerra no tendría ninguna razón para seguir
con la guerra fratricida, llegaría a La Habana e impondría sus condiciones,
pero como no lo está haciendo necesita debilitar a las FARC-EP para así
fortalecer sus posiciones en Mesa de Conversaciones. Un carambolazo! Pero en el
billar o la buchacara –snooker le llaman ahora que se juega en unas mesas
grandotas-, el ganador es siempre el mejor jugador. Y ese no es el gobierno
colombiano.
Ahí vemos
nada más que las cosas continúan igual o peor que antes. Ese cuento de la “mejoría”
en las violaciones de derechos humanos es una soberana tontería para cazar
incautos o para los que se que quieren dejar “cazar”. En materia de derechos
humanos no podemos hablar de “mejoría” porque los derechos de las víctimas ya
no podrán “mejorarse”. Y el gobierno no puede ufanarse porque sus esbirros “apenas”
hayan matado una centena menos de sindicalistas porque igual sigue siendo un
violador de derechos humanos. Por uno o por cien o por miles es igual. Siempre
será condenado.
El gobierno
juega entonces con sus “cartas marcadas” y ya sabemos cuáles son esas. Ejecuciones
extrajudiciales, masacres, desaparecidos, desplazados y remedo de resarcir a
las víctimas, pero entregándoles unas tierras baldías inservibles, al tiempo
que los registros de las buenas tierras despojadas siguen en poder de los
nuevos dueños, narco-paramilitares, militares, mafiosos, terratenientes.
El gobierno
quiere acabar con las violaciones de derechos humanos, pero acabando a los que
tiene que acabar asesinándolos, ejecutándolos, masacrándolos,
desapareciéndolos, para cuando no haya uno más a quién asesinar decir que “el
gobierno redujo a cero las violaciones de derechos humanos”. Pero como la cosa
es que el pueblo es berraco y siempre está luchado por sus derechos
conculcados, pues nunca acabarán de asesinar en Colombia porque siempre tendrán
a quien hacerlo.
Quiere el
gobierno colombiano un diálogo con unas FARC supremamente debilitadas para que
entren en su juego “democrático”: compra de votos, clientelismo, burocracia,
etc, etc, es decir, todos los vicios y lacras de la mal llamada “democracia
colombiana”, la “más antigua del continente”. Al tiempo que las FARC van a
encontrar unas fuerzas populares diezmadas por el Terrorismo de Estado y la
recomposición será tarea casi imposible por la profunda ruptura del tejido
social. Hacia allá se dirige la “actual guerra sucia” adelantada desde el
estado a nombre de las BACRIM.
Mas ese
pueblo berraco, que resiste y resiste cientos años el más despiadado Terrorismo
de Estado está dispuesto a “tirar sus restos” para ganar lo que tiene que ganar
porque él, el pueblo, sólo “sus cadenas” tiene para perder. Por ello anda alias
“el pesista” amenazando a las FARC todo el tiempo. Por favors, Santos, quítale
ese chipi y colócale uno que piense en “Paz, paz, paz”. O si no es posible
esto, pues desecharlo como se desecha las cosas viejas y retardatarias.
El futuro,
el futuro es del pueblo. Por ello, las FARC-EP bailan con todo su pueblo la
cumbia de la Paz...
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