Por Allende La Paz, NotiColombia Press
El mal llamado “secuestro” del periodista francés
Romeo Langlois, de la televisora France 24, en una zona de guerra en Colombia, cuando “cubría” las acciones de ataque de las fuerzas
militares-narcoparamilitares del estado colombiano contra el pueblo y la insurgencia colombiana, nos permite abordar
el tratamiento que se le da a un caso como éste y el que le da la prensa
oligárquica al SECUESTRO y posterior deportación desde Venezuela a Colombia del
periodista sueco, natural de Colombia, Joaquín Pérez Becerra.
El señor Langlois estaba con las fuerzas
militares-narcoparamilitares, las cuales estaban adelantando acciones de guerra –no como inocente comunicador-
en zona de guerra, con casco de guerra y
uniforme camuflado de uso privativo de las fuerzas militares colombianas, o
sea, era reconocido por cualquier combatiente del lado contrario como un miembro más de las fuerzas de ataque del ejército colombiano (hasta
un alto oficial colombiano lo reconoció y el ministrico Pinzón lo confirmó cuando reconoció que “le dimos un chaleco y un casco de las Fuerzas Militares, que es lo que tenemos”). No sabemos si el señor Langlois es de
esos que son servicios de inteligencia de sus países -no lo creemos- que se disfrazan de
periodistas para ir a participar de la guerra en otros países, o si en un
arranque de inconsciencia que muchos civiles sufren con el olor de la pólvora
se le dio por seguir las instrucciones del oficial al mando de la unidad que participaba
de las operaciones militares (muchos oficiales se creen "inteligentes" cuando usan civiles que si resultan muertos tienen un hecho con el que acusar a las FARC). Y tampoco sabemos en la incertidumbre de la guerra si realmente está retenido por las FARC-EP, que no secuestrado.
En todo caso, sea lo que sea, esperamos que
el señor Langlois esté recibiendo el trato que toda persona merece. Sabemos de
la humanidad revolucionaria de las FARC-EP y de acuerdo con su política de
entrega de prisioneros de guerra que ha tenido la organización insurgente
en su poder por más de 13 años -13 años!!!-, estamos más que seguros que este
señor será devuelto a su país -si es que las FARC lo tienen en su poder- en el momento y tiempo que la organización
guerrillera lo considere conveniente y seguro para el mismo señor Langlois.
Hemos visto a periodísticas, ONGs, y demás
especies de los vividores de la guerra exigiéndoles
a las FARC hechos que a ellos no les compete exigir. Los únicos que podrían
hacerlo en este caso serían las autoridades de su país en cumplimiento del orden
constitucional francés. Vemos a más de un(a) periodística –que también “informa”
sobre la guerra y participan de ella como “oficiales de la reserva”-
pataleando de una y mil formas por demás vergonzosas (pero bueno, ese es el
papelón que le mandan sus “superiores jerárquicos”).
Más risible es la postura del tartamudo presidente JM Santos diciendo
que “si las FARC tienen dos dedos de frente entregarían al periodista francés”.
Y lo dice precisamente un hijo de la oligarquía que se ha caracterizado por no
tener más de “UN dedo de frente”, cerebralmente hablando. Las FARC han
demostrado tener más de "dos dedos de frente", más de cuatro diría yo, y por ello
es que los pigmeos cerebrales como Santos y Uribhitler recurren al apoyo gringo
para asesinarlos. Es tal el miedo que le tienen a los guerrilleros que asesinan
a las personas que con su inteligencia natural y cultivada podrían y pueden
alcanzar la paz en Colombia y reconstruir nuestro país.
Prueba de nuestro aserto es que el tartamudo
presidente Santos embaucó a Chávez, quien permitió, en un instante de ceguera política
y de debilidad derivada de sus problemas de salud, ser manoseado por Santos, y le pidió deportar a Colombia –contra la
legislación internacional vigente- al periodista sueco, natural de Colombia,
Joaquín Pérez Becerra, como en efecto lo hizo Chávez, convirtiéndose ésta
entrega en una mancha eterna en la vida política del presidente venezolano
porque los principios revolucionarios nos enseñan que “revolucionario no
entrega revolucionario”.
Pérez Becerra está enfrentando un juicio
montado en las entrañas de la Fiscalía por orden del tartamudo Santos y no hemos visto a ninguno –NINGUNO !- de los ”defensores
de oficio” del periodista francés decir una palabra en defensa de Joaquín
Pérez. Ningún periodista –mucho menos- ha ido a La Picota a manifestarle su
solidaridad de gremio.
Esto nos demuestra que están al servicio de
oscuros intereses. O si no lo están tienen los pantalones ensopados. Y cuando uno tiene los pantalones ensopados lo mejor es
callarse la boca. Quedarse quietos en
primera que el bateador no es el cuarto bate… N siquiera es el décimo al
turno al bate…
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