La anunciada visita de los representantes populares en el Congreso Nacional: Alirio Uribe M (Cámara de Representantes), Jesús Alberto Castilla Salazar e Iván Cepeda C. (Senado de la República), a Tibú y El Catatumbo, ocurre en momentos de gran significado histórico para el país. El torticero camino legalista por el que atraviesan los Acuerdos de La Habana entre el gobierno nacional y las farc-ep, en una primera fase de implementación; asoma la víspera de un mañana incierto en la segunda fase de ese álgido aspecto de la culminación y ejecución de lo Acordado. La visita de estos tres representantes y actores populares, de todos conocidos en el país nacional, no solo ha de abarcar su presencia en la zona de concentración y desmovilización del 33 Frente de las Farc-ep en la Vereda de Caño Indio, para auscultar el nivel de cumplimiento gubernamental y del ejercicio de concentración del sector insurgente; sino también extendido a una agenda temática en relación con la presencia paramilitar en la región, la sustitución de cultivos ilícitos, el tema de la reforma agraria integral, la participación de la izquierda revolucionaria en la política regional y/o electoral, la participación social y comunitaria en las Conversaciones del Gobierno, con el Ejército de Liberación Nacional (ELN); como temas acuciantes.
DEL PARAMILITARISMO ACTIVO
Cuando, en el pasado mes de febrero, el movimiento campesino organizado con sus guardias campesinas, impidieron el paso de la caravana gloriosa de las farc-ep, hacia el sitio de la zona de concentración, en Caño Indio; tal hecho político significó la continuación y permanencia de la movilización popular que se inició en el Norte de Santander con el Paro del año 2013. Las correas de transmisión del trabajo popular alertaron de la presencia y despliegue de “hombres armados de negro” en los territorios en que las farc-ep, iban dejando su presencia. El cacareado monopolio de las fuerzas armadas estatales, cedió- cómo siempre- por acción o por omisión, ante un fenómeno institucional contrainsurgente, aún vigente en Colombia. A la veda del camino, la flota de traslado de los optimistas combatientes, aún armados; entrelazo fraternalmente con las desarmadas Guardias Campesinas y el grueso de manifestantes. Hasta allí llegó un alto oficial del ejército para alentar que continuará la marcha y los voceros de la dirigencia campesina le hicieron saber que no creían en ese ejército que en el año de 1999 había permitido que los camiones con los paramilitares que venían desde el Urabá antioqueño, pasaran frente a la poderosa base militar del Batallón Santander en Ocaña, se internaran con su paso de muerte y desolación y asentaran en La Gabarra donde cometieron crueles masacres. Estamos ante el agravante de la permanencia de la guerra en el Catatumbo. En tanto que un valioso y valeroso sector de la Insurgencia colombiana, se concentra para la terminación del conflicto armado, la sufrida población del campesinado huye, en éxodo, hacia la República Bolivariana de Venezuela, como el legítimo gobierno bolivariano lo ha hecho saber y los representantes de las Naciones Unidas, lo han ratificado. ¡Que desventura padecer la amarga realidad de un pueblo huérfano dejado a la indefensión! Las estructuras paramilitares que campean, amenazan, asesinan selectivamente, obedece a la aún vigente doctrina militar en Colombia y a la perenne aplicación de la doctrina penal del enemigo interno. Es craso el no cumplimento de garantías y observación de respeto a los derechos humanos, no solo en el Catatumbo, sino en Colombia. Lo del paramilitarismo es un debate nacional al que las castas oligárquicas y militaristas en el poder no le desean dar termino en Colombia.
LA SUSTITUCION DE CULTIVOS ILICITOS Y LA REFORAMA AGRARIA RURAL INTEGRAL
Estos dos temas van de la mano. La tozudez del gobierno santista, en el desarrollo de las Conversaciones y Acuerdos con las farc-ep, en medio del conflicto armado, impidió el que la sustitución de cultivos ilícitos se hubiera dado en Colombia, o al menos en lo concerniente a la región del Catatumbo. Era sabido del control militar territorial de las fuerzas farianas en las zonas de cultivos cocaleros. Un cese al fuego bilateral implicaba además “la orden” a las comunidades campesinas para enrumbar hacia la sustitución de cultivos, por el lógico compromiso insurgente en la erradicación de ese flagelo. Hoy, con unas far-ep, desmovilizadas, concentradas y en proceso de entrega de armas, no precisan del mismo espectro político para la eficaz sustitución de cultivos cocaleros en el Catatumbo. Queda sí el mandato popular de las organizaciones populares y de masas en ese empeño.
Por ende, si el marco de tenencia de la tierra no se modifica radicalmente en el Catatumbo con la implementación de una Reforma Agraria Integral; el dominio paramilitar y de las bandas narcotraficantes y contrabandistas, no cesará en esa vasta región; no solo fronteriza sino de influencia nacional. Así sea la izquierda revolucionaria en Colombia, no se habla de una reforma agraria revolucionaria, ni socilaista. Se aboga por el logro de una agenda o programas políticos de reclamos en el ejercicio del campesinado, cuando se le ha negado el derecho a la productividad de la tierra; cuando se le ha negado el ejercicio de una propiedad privada participativa y comunitaria y en ejercicio con la implementación de las Zonas de Reserva Campesina (ZRC). Cuando no se firma o garantiza, un Acuerdo de sustitución de los ingresos derivados de los cultivos de coca. Pura habladuría y en esencia se niega el financiamiento (eso sí con garantía popular de no corrupción) a encausar un Plan de Desarrollo Sostenible de los campesinos del Catatumbo, que abarcaría 350 mil hectáreas, conforme a la proyección de estudiosos del tema.
SOBRE LA REFORMA POLITICA Y ELECTORAL
Los insignes representantes populares irán al Catatumbo no solo a auscultar las condiciones para la participación en la política legal y desarmada de las Farc-ep, en el Catatumbo. Se trata de la participación de la izquierda revolucionaria en la política regional y/o electoral. Ha de superarse el paradigma en Colombia, de solo interpretar como participación y ejercicio en la política activa, lo del encausamiento y engranaje electoral en los cargos de elección popular. Obvio, se requieren reformas de fondo para ese ejercicio de representación popular indirecta. Pero la letra muerta de la participación popular directa, o democracia directa, consagrada en la Constitución de 1991, no puede continuar siendo un tabú. La estela de abstención electoral consiente dejada por la Insurgencia armada en Colombia, es tema prioritario de atención. El tema del combatiente armado, del cuadro político- militar desarmado, a participar en política, es entendible. Pero no lo es igual para abordar el tema de la influencia de la abstención consiente y combativa en el seno de la masa popular abstencionista en Colombia. No toda esa masa- aunque se aspira sea la mayoría- encausará ante el nuevo partido u organización política emergente del fin del conflicto armado interno. El conflicto social, político, económico, continuará con ahínco en Colombia y no podemos pecar de incautos o imprevisticos, ante el fenómeno de la abstención. Merece, nuestro país, creatividad en el abordaje del ejercicio y garantía plena a las fuerzas abstencionistas y de hecho en el ejercicio de la protesta política para el logro de reivindicaciones, en todo el sentido de la palabra.
DE LAS CONVERSACIONES CON EL ELN
La terminación del conflicto interno armado en el Catatumbo, permanecerá en el tanto no se resuelva el conflicto con el Ejercito de Liberación Nacional (ELN) y el reducto del EPL. El que el gobierno decida cómo va a enfrentar al paramilitarismo y a la delincuencia organizada, interesa a toda la comunidad catatumbera. Al proceso con el E. L.N, se le llama el proceso de la gente. Con ello se refiere a la participación protagónica de las víctimas. Con los millones de personas que viven en las zonas del conflicto. Alude a las grandes barriadas populares de las ciudades, con los desplazados internos y exiliados que lo hacen como producto de la guerra. El E.L.N, impulsa una cultura de paz, basada en la resistencia. Los Tres Ilustres visitantes del Congreso de la República, van a encontrar esa temática a flor de labios. No podrán ser ajenos a la realidad de la existencia de un factor armado como lo es el reducto del Ejército Popular de Liberación, que opera en todo el Departamento Norte de Santander. Embriagarse con la denominación de ¨pelusos” conforme a la calificación difundida por la contrainsurgencia militar, y calificarlos de “narcotraficantes”, implica la actitud del avestruz. En las zonas donde opera el EPL, desde hace más de 48 años, quedan reductos y soportes de” familias rojas” que los sustentan. Hemos analizado en que no los caracterizan como una fuerza insurgente, o beligerante; pero tampoco son ajenas a ello. Voceros de fundaciones, ong´s y de la Iglesia, en el Departamento, propugnan por no invisivilizarlos. Politólogos como Álvaro Villarraga Sarmiento, considera que históricamente ya se dio una negociación con el EPL nacionalmente; pero que amerita analizar la situación del reducto del EPL en Norte de Santander, conforme a la Memoria Histórica del trato dado a grupos insurgentes locales como el Quintin Lame, el PRT, etc, con efectiva desmovilización y dejación de armas. Se escuchan voces de personalidades en el departamento como la del exalcalde de Ocaña y ex secretario de gobierno departamental, Dr. Yebrail Haddad Lineros, quien considera, ante el nuevo escenario político: “la paz en el Norte de Santander no será completa en la medida en que no se resuelva el conflcito con el ELN, el alto gobierno decida cómo va a enfrentar a la delincuencia organizada y que tratamiento dará al reducto del EPL”. Por su parte el Defensor del Pueblo, Carlos Negret, hace un llamado al EPL, sugiriendo que “llegó el momento de trabajar con el reducto del EPL presente en San Calixto, Tibú, Teorama y Sardinata, entre otros municipios”. Dijo: “Creo que se debe intentar cualquier mecanismo que permita negociar con ese reducto y sentarlos en una mesa”.
Así planteado, corresponde esperanzadora tarea la visita de esos Tres faros de la política de la izquierda nacional: fiel reflejo ante los sucesos en el FARO DEL CATATUMBO, fenómeno natural así denominado por el resplandor del relámpago constante, permanente, aún sin el sonido del trueno y que ilumina la selva tupida para perderse en la inmensidad del Lago de Maracaibo.
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