Por: Patricia Lara Salive, El Espectador
Para recibir 2013 —clave para la paz—, ¡qué mejor que recordar apartes del discurso pronunciado ante el Foro sobre Desarrollo Agrario por el padre Pacho de Roux, jefe de los Jesuitas en Colombia, el cual fue ignorado por la prensa! Sus palabras son sabias…
Dice él que el Foro Agrario dejó claro que “NO TENEMOS QUE MATARNOS
para discutir” ese modelo de desarrollo que “ha producido inequidad,
está en el corazón del conflicto (…) y tampoco ha logrado el crecimiento
económico que se esperaba del campo”.
Y agrega: “de hecho, lo que Colombia está haciendo es discutir el modelo aunque se diga que no se puede discutir, que no es negociable”.
E implora: “el único mensaje (…) que quiero que llegue a La Habana, es el grito de todas las víctimas: ¡PAREN ESA GUERRA! Párenla de todos los lados. Párenla en toda Colombia, también en el sur, que no vaya a quedar el Putumayo sumergido en la guerra. No se levanten hasta que no pare el conflicto armado. Y cuando hayan parado, corran el riesgo de venir acá, y dialoguemos sobre todos los cambios que tenemos que hacer (…) para que la paz con justicia y sostenibilidad sea posible”.
Y Pacho de Roux continúa con un concepto demasiado importante: “lo que está en el fondo de esta discusión (…) es la convicción de que EL DESARROLLO ES LA GENTE (…) EL DESARROLLO NO ES: los millones de toneladas de aceite de palma que se extraigan, ni los de azúcar de caña, (…) ni los de (…) carbón arrancados al territorio. Eso puede ser un medio para el desarrollo, o un medio para destruir al ser humano (…) El desarrollo es un asunto regional (...) El negocio no son las utilidades (…) El valor agregado (…) es el valor de la región (…) de una sociedad. Eso es, paradójicamente, la seguridad de sus empresas y su sostenibilidad, su utilidad en el largo plazo”.
Y advierte: “miremos el desafío ético que está en el fondo (…) La dignidad es la experiencia profunda de que (…) importamos como personas, como familias, como pueblos (…) La dignidad humana no se la debemos a nadie. No se la debemos al Estado, ni al Ejército. Ni a las Farc, ni al Eln, (ni) a ningún político, ni a ningún empresario que nos dé empleo. La dignidad (…) la tenemos simplemente porque somos seres humanos. Y la tenemos igual indígenas y negras y mestizos y blancas. Y no tiene más dignidad el que tengan más hectáreas o más vacas, o tenga armas, ni siquiera las armas del Estado. Todos los seres humanos tenemos igual dignidad”.
Y concluye: “en este diálogo regional se define si seremos o no capaces de vivir en paz. Este enfoque regional integral donde la gente es primero, nos plantea un horizonte internacional nuevo, en un mercado abierto, porque garantizado el futuro de nuestras regiones podemos intercambiar excedentes con todo el mundo, en una globalización distinta de la (…) de las multinacionales” (…)
“El grito de las víctimas (…) pide que la lucha legítima por el poder político (…) se separe de la guerra. No más Bojayás, ni secuestros, ni minas antipersonales, y no más los 170 mil asesinatos (…) que los paramilitares confesaron (…), hechos en alianza con gente del poder político regional (...) Por nuestra dignidad hay que sacar ya la violencia y la muerte del ejercicio de la política (…) y separar para siempre la política de la guerra”.
* * *
¡Gracias por sus palabras, Padre Pacho, y Feliz 2013, queridos lectores! ¡Ojalá los dialogantes de La Habana lo quieran en paz!
Y agrega: “de hecho, lo que Colombia está haciendo es discutir el modelo aunque se diga que no se puede discutir, que no es negociable”.
E implora: “el único mensaje (…) que quiero que llegue a La Habana, es el grito de todas las víctimas: ¡PAREN ESA GUERRA! Párenla de todos los lados. Párenla en toda Colombia, también en el sur, que no vaya a quedar el Putumayo sumergido en la guerra. No se levanten hasta que no pare el conflicto armado. Y cuando hayan parado, corran el riesgo de venir acá, y dialoguemos sobre todos los cambios que tenemos que hacer (…) para que la paz con justicia y sostenibilidad sea posible”.
Y Pacho de Roux continúa con un concepto demasiado importante: “lo que está en el fondo de esta discusión (…) es la convicción de que EL DESARROLLO ES LA GENTE (…) EL DESARROLLO NO ES: los millones de toneladas de aceite de palma que se extraigan, ni los de azúcar de caña, (…) ni los de (…) carbón arrancados al territorio. Eso puede ser un medio para el desarrollo, o un medio para destruir al ser humano (…) El desarrollo es un asunto regional (...) El negocio no son las utilidades (…) El valor agregado (…) es el valor de la región (…) de una sociedad. Eso es, paradójicamente, la seguridad de sus empresas y su sostenibilidad, su utilidad en el largo plazo”.
Y advierte: “miremos el desafío ético que está en el fondo (…) La dignidad es la experiencia profunda de que (…) importamos como personas, como familias, como pueblos (…) La dignidad humana no se la debemos a nadie. No se la debemos al Estado, ni al Ejército. Ni a las Farc, ni al Eln, (ni) a ningún político, ni a ningún empresario que nos dé empleo. La dignidad (…) la tenemos simplemente porque somos seres humanos. Y la tenemos igual indígenas y negras y mestizos y blancas. Y no tiene más dignidad el que tengan más hectáreas o más vacas, o tenga armas, ni siquiera las armas del Estado. Todos los seres humanos tenemos igual dignidad”.
Y concluye: “en este diálogo regional se define si seremos o no capaces de vivir en paz. Este enfoque regional integral donde la gente es primero, nos plantea un horizonte internacional nuevo, en un mercado abierto, porque garantizado el futuro de nuestras regiones podemos intercambiar excedentes con todo el mundo, en una globalización distinta de la (…) de las multinacionales” (…)
“El grito de las víctimas (…) pide que la lucha legítima por el poder político (…) se separe de la guerra. No más Bojayás, ni secuestros, ni minas antipersonales, y no más los 170 mil asesinatos (…) que los paramilitares confesaron (…), hechos en alianza con gente del poder político regional (...) Por nuestra dignidad hay que sacar ya la violencia y la muerte del ejercicio de la política (…) y separar para siempre la política de la guerra”.
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¡Gracias por sus palabras, Padre Pacho, y Feliz 2013, queridos lectores! ¡Ojalá los dialogantes de La Habana lo quieran en paz!
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