Conflicto y Paz - NotiColombia Press
jueves, 29 de mayo de 2008
El papel de Manuel Marulanda en los diálogos de Paz. La política de paz de las FARC-EP.
Por Allende La Paz
La paz tan anhelada por todos los colombianos, pareciera que se torna cada mes más lejana. Más sin embargo, hay unos tozudos que están luchando por la paz –con justicia social- todos los días de su vida. Algunos con más dedicación que otros. Entre los que le dedican las 24 horas del día, con sus minutos y segundos, a la consecución de la paz están las Fuerzas Armadas Revolucionarios de Colombia, ejército del pueblo –FARC-EP-.
Las FARC desde su nacimiento está planteando la necesidad de una salida política al conflicto social y armado que vive nuestro país por culpa de la oligarquía, quién sigue gustosa y cipayamente los dictados de los centros de poder del imperio estadounidense. En el trasegar diario de la lucha se fue dando cuerpo lo que se llama ‘la política de paz de las FARC-EP’.
Es necesario recordar que las FARC siempre ha dicho que cuando el ataque a Marquetalia: "Nosotros fuimos a todas partes donde había puertas para golpear en procura de auxilio para evitar que una cruzada anticomunista, que es una cruzada contra nuestro pueblo, nos llevara a una lucha larga y sangrienta”.
Sus voces, su reclamo, no fueron escuchados, siendo obligados los 48 campesinos de Marquetalia (Tolima) -2 mujeres entre ellos-, a alzarse en armas e ir dándose formas organizativas y aprendiendo en la práctica la guerra de guerrillas, para cumplir con su accionar transformador ‘sobre la marcha’. Decían los marquetalianos: "Nosotros somos revolucionarios que luchamos por un cambio de régimen. Queríamos y luchábamos por ese cambio usando la vía menos dolorosa para nuestro pueblo: la vía pacífica, la vía de la lucha democrática de masas. Pero esa vía nos fue cerrada violentamente con la guerra, y como somos revolucionarios, que de una u otra manera jugaremos el papel histórico que nos corresponde, obligados por las circunstancias nos tocó buscar la otra vía: la vía revolucionaria armada para la lucha por el poder”.
Y desde entonces las FARC han continuado enarbolando como una bandera la ‘política de paz’, convertida en un reclamo estratégico de los guerrilleros por el bien común de los colombianos. Este reclamo ha sido torpedeado por los mismos enemigos que siempre ha tenido la Paz en Colombia: El gobierno de Estados Unidos y la oligarquía colombiana que desde el Estado adelanta la guerra contra el pueblo colombiano, a través del Terrorismo de Estado aplicado por las fuerzas militares-narcoparamilitares oficiales.
Manuel Marulanda fue uno de los grandes impulsores de la búsqueda de la Paz a través de los diálogos con el gobierno nacional. Su figura estuvo siempre ahí en primera fila del combate político por una paz con justicia social. En los acuerdos de Cese al Fuego en Casa Verde, en los diálogos de Caracas y Tlaxcala, en el Caguán, siempre batallando incansablemente por alcanzar el preciado anhelo de los colombianos. Siempre queriendo construir otra Colombia.
Manuel Marulanda tozudamente decía en el Caguán que “la guerrilla abandonará el diálogo con el gobierno sólo si sus posiciones en la zona desmilitarizada son atacadas. Tenemos voluntad de paz y sólo nos retiraremos de la mesa de diálogo cuando caigan las primeras bombas”.
Al tiempo señalaba enfáticamente que el proceso de paz “se le volvió una papa caliente al presidente Andrés Pastrana, porque los altos mandos militares y el gobierno de Estados Unidos quieren la guerra. Ayer fue el collar-bomba (mató una hacendada en junio de 2000 y habría sido colocado por los servicios de inteligencia con ayuda paramilitar), hoy son las acusaciones contra la zona desmilitarizada, mañana será otra cosa, ya que la presión de los militares y de Washington es muy fuerte (…) Entonces, Pastrana parece distanciarse de un proyecto político democrático”.
Nacía el Plan Colombia diseñado en los centros de poder de Washington para torpedear el gran laboratorio de paz jamás realizado en Colombia. Los temas abordados por los ‘temáticos’ llegaban a todos los sectores de la sociedad colombiana, quienes realizaban largos y fatigosos viajes para asistir al diálogo franco, fraterno, respetuoso con las FARC. Negros nubarrones comenzaban a vislumbrarse contra este noble experimento, pero a pesar de todo Manuel Marulanda se veía radiante, en tanto Bill Clinton elaboraba su plan de guerra.
No era para menos. Se había producido el lanzamiento del Movimiento Bolivariano por la Nueva Colombia, realizado el 29 de abril de 2000 en San Vicente del Caguán. “Hicimos un acto político-cultural con participación de 40.000 personas que terminó en una tremenda rumba (baile) a la que no me dejaron ir por razones de seguridad, sin que se presentara una riña y ninguna persona saliera lesionada”, señalaba Marulanda, orgulloso del respaldo campesino. “Además, tal vez dentro de algunos años, si existen condiciones para la actividad política abierta, la guerrilla pueda realizar un acto en una ciudad grande. El reto será movilizar 100.000 personas, aunque falta aún para ello. No es momento porque ni siquiera se ha evacuado el primer punto de la agenda común que tenemos con el gobierno, que corresponde al desarrollo económico y generación de empleo", decía el Comandante guerrillero.
Marulanda es consciente de las trabas que el mismo gobierno impulsa: "Por ejemplo, en este momento está prácticamente paralizada la Mesa y no es nuestra responsabilidad; estamos a la espera de propuestas sobre el canje de prisioneros y el cese de fuego. Los representantes oficiales siempre dicen que ya va a llegar un documento con las propuestas y que lo traerá Camilo Gómez, pero hasta el momento nada ha llegado. Vamos a ver si en las próximas reuniones previstas llegan las tan anunciadas propuestas", manifiesta. Igualmente Marulanda es consciente que el gobierno no quiere adelantar ningún diálogo, ni siquiera una discusión sobre un tema sensible para los colombianos: el narco-paramilitarismo. Máxime ahora cuando ya conoce que el Plan Colombia tiene apoyo del gobierno estadounidense y comienza a manifestarse el más burdo saboteo de la cúpula militar colombiana a los diálogos del Caguán: “Me preocupa el lenguaje guerrerista de algunos. Si somos bandidos, bandoleros y secuestradores como dicen quienes nos atacan, ¿para qué dialogar con nosotros?”, decía por esos días.
El Plan Colombia es el plan de guerra que la administración estadounidense atravesó contra los diálogos del Caguán, un programa de guerra, porque impulsa una salida militar al conflicto, y el gobierno Pastrana en ningún momento estuvo interesado en pagar los costos de una paz como la planteada por las FARC como lo prevee Marulanda al decir que “En el interés del gran capital no está la democratización del país y mucho menos una apertura política y social”.
Conocedor profundo de la situación colombiana, Marulanda sabe hacia dónde conducen los diálogos en el Caguán: "Muy poco espacio le queda a la Mesa de Diálogo, porque cualquier pretensión de buscarle soluciones a los temas de la Agenda Común, choca con los propósitos guerreristas del Plan Colombia. A nadie le cabe ninguna duda que este plan es contrainsurgente y que a pocos kilómetros del Caguán está la base militar de Tres Esquinas, donde 12.000 soldados esperan acuartelados, para actuar no propiamente contra los cultivos ilícitos y el narcotráfico. El esfuerzo que hemos hecho se está perdiendo, porque una vez más la clase dominante colombiana se echa en brazos de la potencia norteamericana. Siempre los gringos han estado detrás de los obstáculos en los intentos para buscar la paz en Colombia", le diría el Comandante guerrillero a Kinto Lucas.
"En estas condiciones qué modelo alternativo puede surgir de la Mesa y qué reformas avanzadas y progresistas le darán fuerza y perspectiva a la solución política del conflicto", dice Manuel Marulanda reflejando en esta corta frase toda la política de paz.
Como lo previó el comandante guerrillero, el Plan Colombia se convirtió en el plan militar para imponer la dominación de los Estados Unidos, a través de sus otros mecanismos, Alca, TLC, Plan Puebla-Panamá, etc. A Andrés Pastrana le sucedió en la Casa de Nariño el narco-paramilitar Álvaro Uribe Vélez.
Para Manuel Marulanda la situación estaba extremadamente clara y sabía qué vendría una vez puesto en práctica el Plan Colombia. Su genialidad política-militar lo llevó a preparar a su ejército, ejército del pueblo, para largos años de lucha, de combates armados. Con celeridad comenzó la preparación de la guerrillerada y los mandos en escuelas de todo tipo: básica, de mandos medios, de mandos superiores.
Los diálogos del Caguán permitieron a Manuel Marulanda, el conductor de hombres y mujeres, presenciar muchas de las realizaciones de su genio. Laboratorio de Paz. Diálogos para solucionar el conflicto social y armado. Y por sobre todo, poder ver en toda su dimensión parte su ejército, realizando paradas militares en el Caguán. Paradas apoteósicas, que inyectaban de optimismo al pueblo que tuvo oportunidad de presenciarlos y de miedo a la oligarquía reaccionaria y timorata. Todas estas acciones sólo harían reafirmarse en sus opiniones y visiones que sobre la Nueva Colombia tenía el Comandante en jefe de las FARC-EP.
Posteriormente escribiría en uno de sus mensajes escribía: “Las FARC en sus cuarenta años de vida y recorrido histórico hasta donde se tiene conocimiento ningún gobierno liberal o conservador del bipartidismo, han buscado solución política efectiva al conflicto social y armado con otros movimientos anteriores. Todo el esquema político de los gobernantes para negociaciones ha utilizado la Constitución y las leyes como barrera sin que nada cambie para que todo siga igual y han girado alrededor de la entrega de armas, desmovilización e incorporación a la vida civil sin garantías de ninguna naturaleza y resuelto esto, ahí si a rebuscarse cada uno el sustento como puedan; no quedándole a los desmovilizados sino el camino de engrosar las filas de los desocupados en ciudades y campos, dispuestos a aguantar hambre y a soportar miseria. Estos señalamientos son parte del análisis sobre la política de paz que no fructificó para bien de todos los colombianos porque faltó voluntad política e interés de invertir dinero en la paz.
Ahora viene un nuevo experimento del Estado apoyado por todos los resentidos de diferentes matices contra la política de paz de Pastrana porque no lograron el objetivo de desmovilizar las FARC y se abre el nuevo capítulo de guerra total contra el pueblo que lucha por mejores condiciones de vida no desde ahora sino siempre de acuerdo al pasado en la historia de Colombia. Convencido el gobierno, los resentidos y guerreristas de oficina que era la única forma de acabar con la guerrilla y solucionar no solo el conflicto social y armado sino toda la problemática nacional de orden político, económico, social, cultural y ambiental mediante la contribución del Parlamento con la aprobación de las Reformas y leyes anti-democráticas que le permitieran gobernar a Uribe sin dificultados por 4 años, con aspiraciones a gobernar otros 4 años utilizando todos los recursos del Estado en sobornar e instalar en departamentos y municipios sus agentes incondicionales como paramilitares red de cooperantes, al servicio de la campaña electoral, para darle continuidad a la guerra que no existe, según sus palabras en distintos foros nacionales e internacionales” decía Marulanda en carta enviada a Álvaro Leyva Durán.
La paz quedaba aplazada una vez más por la cobardía y la avaricia de una oligarquía cipaya a los dictados del imperio estadounidense. Pero el genio guerrero sabía que los procesos son dialécticos y continuó en su brega, con una nueva bandera diseñada por él mismo, la cual acompañaría la bandera de la paz: El Intercambio o Canje de Prisioneros. En gracia del desarrollo de este punto vemos hoy día el enorme aislamiento internacional del régimen narco-paramilitar colombiano.
Los tiempos de la guerrilla son los tiempos de Manuel Marulanda, quien enseñó a sus guerrilleros a tener profundo respeto por los tiempos de la naturaleza. Todo tiene su tiempo y su momento. Y cada cosa que se haga en el día de hoy contribuirá con la causa final de los oprimidos: el triunfo de la causa revolucionaria, el triunfo de la causa del pueblo, el triunfo de la Paz.
Por eso vemos hoy que las FARC ante la muerte de su Comandante en Jefe, designó su reemplazo como si ya el camarada Manuel lo hubiera previsto y el Secretariado Nacional designó los cupos vacantes, como lo hubiera hecho en vida de Manuel, y todas las FARC han reafirmado su indeclinable voluntad de alcanzar la Paz con justicia social, y concretar el Intercambio Humanitario.
Por tales razones nadie puede llamarse a engaños. La política de paz de las FARC-EP es una política organizacional que nace de lo más profundo de su sensibilidad revolucionaria. Los revolucionarios del mundo acompañamos a las FARC en sus propósitos de conquistar la Paz en Colombia.
Modificado el lunes, 02 de junio de 2008
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