por Pacocol
2012-10-12-abpnoticias-Pacocol- el 11 de octubre, se cumplen 25 años
del asesinato del líder de la Unión Patriótica y excandidato
presidencial Jaime Pardo Leal, uno de esos crímenes políticos de finales
de los 80 sobre los cuales no se ha fomentado entre los colombianos la
capacidad de recordación.
Si queremos la paz, es necesario saber la verdad, pasando por
el esclarecimiento de quiénes asesinaron a Jaime Pardo Leal. Conocer tal
verdad sería digno tributo a la memoria de ese ciudadano ejemplar.
Omisión
inexcusable en este caso, cuando lo que se produjo fue un auténtico
magnicidio, así por las calidades excepcionales que como ser humano
distinguieron a la víctima como por el momento histórico en que se
consumó el atroz crimen y por sus secuelas políticas.
Pardo
fue hombre del pueblo, nacido en Ubaque (Cundinamarca). Inicialmente
quiso fraguar su destino como sacerdote. Sin embargo, el día de ingreso
al seminario -y como prueba de tantas exclusiones en este país por años
consagrado, paradójicamente, al corazón de Jesús- no fue admitido por
ser hijo extramatrimonial, como solía recordarlo con su proverbial
simpatía.
El paso de la vida demostró que con
esa negativa, y dadas su inteligencia y dedicación al estudio, a Pardo
se le truncó un sueño, pero la Iglesia católica perdió a quien hubiera
sido un brillante purpurado.
Estudió derecho en
la Nacional y desde un comienzo descolló por su personalidad
descomplicada, su sensibilidad social y su condición de líder nato.
Hizo
la carrera judicial desde juez municipal hasta magistrado del Tribunal
Superior de Bogotá, y habría alcanzado la Corte Suprema si no le
hubiesen cobrado sus posiciones de izquierda. Porque nunca negó su
ideario, y prácticamente fundó el sindicato de jueces, hoy Asonal
Judicial.
De probidad diamantina, jamás sus
enemigos políticos de la derecha pudieron endilgarle la menor fisura
ética. En la cátedra universitaria se destacó por el dominio temático,
el manejo de la ironía, su fino humor y hasta por un inconfundible tic
visual que le permitía burlarse de sí mismo.
Al
producirse los acuerdos de paz, durante el gobierno Betancur, acogió
entusiasta la causa de la paz y, en 1986, aceptó la candidatura
presidencial por la Unión Patriótica, partido político legalmente
establecido.
Contra todas las previsiones,
obtuvo más de 300.000 votos, superando a todos los candidatos de
izquierda, que hasta entonces no habían alcanzado más de 100.000 votos.
Aun
jueces liberales y conservadores distantes de su ideología le dieron el
apoyo, por su compromiso con la causa popular y su frontal defensa del
Estado Democrático de Derecho en las peores épocas del Estado de sitio.
A
lo mejor, esa votación asustó a la extrema derecha, que, en alianza con
el temible narcotraficante Rodríguez Gacha (alias el 'Mexicano'),
terminaron acribillándolo cuando -inerme, lúcido y bonachón- salía de
una pequeña finca de descanso en La Mesa rumbo a Bogotá, en compañía de
Gloria, su inseparable esposa, y de sus hijos.
El
caso de Jaime Pardo, como el de Bernardo Jaramillo, su sucesor y luego
candidato presidencial para el año 90, no fue el único en esa larga
cadena de muerte: devastador genocidio contra toda una agrupación
política que provocó la desaparición física de senadores,
representantes, diputados, alcaldes y concejales de la Unión Patriótica.
Con
actitud tan torpe se ahogó en sangre un proceso de paz que nos hubiera
ahorrado los miles de muertos y los inconmensurables daños y
sufrimientos a la Nación por cuenta del conflicto armado.
Es
una lección dura y elocuente. Porque si queremos la paz, es necesario
saber la verdad, pasando por el esclarecimiento pleno -aunque no
necesariamente en el terreno judicial- de quiénes asesinaron a Jaime
Pardo Leal y a más de 3.000 militantes de la Unión Patriótica.
Conocer tal verdad sería digno tributo a la memoria de ese ciudadano ejemplar.
http://www.pacocol.org/index.php/noticias/1064-pardo-leal-y-la-paz
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