Revista Cambio Total.
Una universidad publica una investigación que demuestra que Colombia es ”un país de derecha”. Equivocación total. Colombia es, por el contrario, un territorio de luchas por un mundo mejor. Que este país del ”Sagrado Corazón de Jesús” sea ”mandado” por una oligarquía asesina no significa que el pueblo colombiano siga fielmente los dictados de los círculos en el poder.
Es evidente que esos círculos poderosos han tratado de retardar lo máximo posible las ansias de libertad y democracia del pueblo colombiano, al punto que los partidos oligárquicos se han repartido el poder de manera casi que milimétrica. Así fue en el ”Frente Nacional” cuando eran ”miti-miti”, así es ahora en la repartición de la marrana estatal. Los partidos Liberal y Conservador se reparten por igual la burocracia estatal -y los dineros- en un bipartidismo negativo para la democratización de la vida del país, al punto que estuvimos regidos por la Constitución de 1886 por más de un siglo y por la Constitución del 91 por todo este tiempo de ”civilización”.
Evidentemente que la reaccionarización de la vida del país la han adelantado a ”sangre y fuego”, amparados por las reaccionarias leyes que ellos mismos fabrican a su ”imagen y semejanza”, aplicando las doctrinas foráneas de Seguridad Nacional que ha posibilitado el más cruel y asesino Terrorismo de Estado. Con base tan sanguinaria, las consecuencias están a la vista. Ningún presidente colombiano ha sido un hombre de avanzada. Por el contrario, su ”conservadurismo” -derivado del apego a la tierra- es evidente si repasamos la lista de ”personajes” que han llegado a la primera magistratura: empezando por Rafael Núñez y siguiendo con Laureano Gómez, Ospina Pérez, Turbay Ayala, César Gaviria, los Pastranas, los López, etc, etc.
Capítulo aparte merece el intento -permitido por la oligarquía y el imperio- de elevar a la primera magistratura la mafia del narcotráfico, lo cual muestra fehacientemente que a la oligarquía y al imperio les importa un bledo si el que les cuida sus intereses es un bandido supercorrompido, con tal que se los cuide bien. Y como se dice en los sectores populares, de hecho colombia ha estado manejada por la mafia politiquera -representante de la oligarquía tradicional- y por la mafia del narcotráfico -representante de la mafia mafia-, profundamente reaccionarias ambas y naturalmente antidemocráticas y antipopulares.
Ese poder ejercido por las mafias en la ”Casa de Nari” es visible, además, por la profunda esencia reaccionaria de las leyes y la justicia colombiana. Las leyes se crean para mantener el statu quo y no para ejercer justicia, al punto que los colombianos dicen que ”la ley es para los de ruana”, es decir, aplicadas contra el pueblo y siempre en favor de los ricos. Que hayan presos por la narco-parapolítica responde a las peleas interoligárquicas más que a la aplicación de verdadera justicia.
Así las cosas, podemos ver que en el día de hoy el país es mandado por un Santos de pensamiento de extrema derecha, por un Congreso de derecha y mafia, por un Procurador profundamente reaccionario y clerical, por unos jueces de derecha extremadamente corrompidos que imparten ”justicia” de acuerdo con el grueso del fajo de dineros que entran a sus bolsillos, y si mira un poquito más profundamente verá que todo responde al pensamiento reaccionario, militarista y confesional, es decir, de extrema derecha.
El hecho de sentarse el gobierno Santos a la Mesa de Negociaciones es obligado por dos causas fundamentales: Una, por los golpes contundentes y diarios de la insurgencia y otra, porque la guerra ha tocado fondo en cuestiones de financiamiento y ni el imperio ni los ricos están dispuestos a seguir pagando los costos de una guerra perdida. Santos no va a liderar un proceso de cambios en Colombia, ni siquiera un proceso para resarcir al pueblo de las causas del conflicto interno y todo quedará en palabrería insulsa para publicar en sus periódicos; es el pueblo colombiano el que debe adelantar ese proceso de cambios totales.
Contrario al ejercicio oligárquico del poder, el pueblo colombiano adelanta su lucha por un cambio total de las estructuras y superestructuras del país. El planteamiento de una Nueva Colombia en paz con justicia social, libertad, democracia, independencia y soberanía nacional resume esa lucha y los convierte en objetivos a conquistar con la lucha, la movilización popular.
Esa lucha ha costado -y seguirá costando- mucha sangre al pueblo colombiano, porque la oligarquía no va a ceder sus privilegios de buenas a primeras. El actual proceso de paz que se continúa el 8 de octubre de 2012 en Oslo (Noruega) sólo podrá seguir avanzando si hay la más amplia participación popular de todas las formas posibles y si se concretan los acuerdos en la vida nacional. Mas ya están los sectores más reaccionarios colocándoles ”palos a la rueda” de la Paz y ”atravesándose como vacas muertas” al proceso que es ganancia popular porque las FARC son nacidas -por culpa de la oligarquía- de la profunda entraña popular.
Nada debe asustarnos porque ”hagamos o no hagamos”, la oligarquía reaccionaria de derecha siempre intentará asesinarnos, como ya está haciéndolo con los integrantes de la Marcha Patriótica. Nuestro camino solo tiene una dirección: para adelante!, así a veces nos toque retroceder para recomponer nuestra política. Para adelante porque el futuro nos pertenece a los pobres de Colombia.
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