Partido Comunista Colombiano / Martes 28 de agosto de 2012
El anuncio manifiesto en los medios y ratificado por el presidente del acuerdo suscrito en La Habana para dar inicio al dialogo del gobierno y las Farc es un paso trascendente en la búsqueda de la paz. Se confirma el argumento, defendido por los partidarios de la paz, de que se han venido conjugando factores objetivos que hacen imperativa una salida política y no militar del conflicto. El ELN ha expresado también su decisión de participar en el proceso.
Este hecho eminentemente positivo no puede ocultar que se trata solo de un primer paso. La profunda incidencia de la guerra interna, de sus enormes costos humanos, fiscales, económicos y ecológicos, del intervencionismo del Comando Sur en el escalamiento y degradación de la misma, hacen prever un pulso complejo y difícil, en el que solo la actuación del pueblo y su movilización unitaria y masiva podrán detener la mano del guerrerismo y de las fuerzas que conspiran contra la paz.
Las fuerzas democráticas tienen una oportunidad singular de contribuir al avance positivo del proceso que comienza. No basta que cesen los fuegos, se requieren cambios que contribuyan a revertir el deterioro de las condiciones de vida de millones de compatriotas, el derecho a la tierra, a la soberanía alimentaria, al territorio, a la educación, la salud, el empleo, la vivienda. En las condiciones de hoy todos los derechos esenciales y la libertad política se encuentran cruzados por la guerra convertida en política de Estado.
Es preocupante que este proceso transcurra en medio de los enfrentamientos, los bombardeos aéreos, la militarización extrema del país y la pervivencia del paramilitarismo contrainsurgente. La tesis oficial de que `la paz es la victoria’ da a entender que el Estado propenderá por imponer una ventaja militar todo el tiempo que dure la negociación. Las garantías ciudadanas, los derechos humanos y el derecho internacional humanitario son requisitos insustituibles en el desenvolvimiento de los diálogos.
La izquierda debe actuar con sentido activo y no ser simple espectadora en esta coyuntura. El clamor popular, las justas reclamaciones de las víctimas por verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición, las resistencias indígenas, campesinas, las luchas frente a los megaproyectos minero energéticos, las reclamaciones obreras por el derecho al salario justo, a la contratación colectiva y el derecho a la sindicalización exigen nuevos niveles de la lucha política y de la unidad de la izquierda.
El PCC hace un llamado a todos los sectores de la sociedad, en especial al movimiento popular, a apoyar la vía del diálogo, la intervención de las organizaciones del pueblo en las mesas de trabajo con la agenda social y persistir en la protesta social prevista para el mes de octubre frente al modelo económico, el derecho a la salud, a la educación superior pública gratuita y de calidad articulados orgánicamente a la lucha por la paz democrática. Un gran evento unitario por la paz podría devenir en un escenario de convergencias y dinámicas de un amplio movimiento nacional por la paz.
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