Y en todo caso es una carencia de estilo eso de echarles agua sucia a Gloria Inés Ramírez, Jaime Caicedo y Carlos Lozano, dirigentes del PC, con quienes él mismo compartió hace poco el infortunio de ser empapelado como “miembro de las Farc”, señalamiento del que los cuatro terminaron absueltos. Hay cosas que no se hacen, y listo.
En cuanto a Clara López, la presidenta del Polo, después de 30 años de ser aliada, o como se decía antes, “compañera de viaje”, de los comunistas, cayó en cuenta de que lo mejor era retirarles la confianza. Se pregunta uno si la que pierde credibilidad pública no es ella, por su “percepción” tan tardía. Mucho más cuando los camaradas hace tiempos dejaron de serles necesarios a esa organización armada. Al detalle de la doctora Clara lo hizo más patético su coincidencia con el fallo del fiscal Eduardo Montealegre en el que declara inocente a Sigifredo López, el último acusado de farcpolítica hasta cuando al Polo le dio por volverse informante.
¿Qué irá entonces a hacer ese partido ahora? Marcada esa raya de castidad frente a la Marcha Patriótica, no tiene de otra que proceder igual con el movimiento indígena. ¿Y entonces qué le queda, fuera de las de Rudolf Hommes y Plinio Apuleyo, a las que se sumarán otras del club local de “las gentes de bien”?
En esas circunstancias, hasta su papel en una solución negociada del conflicto, si acaso les interesara, le va a quedar grande. Adiós al Polo. Sale por chatarra.
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