Allende La Paz,
NotiColombia Press (Especial para Revista Cambio Total).
Los indígenas,
nuestros originarios pueblos, siguen marcando la pauta. En medio del conflicto
interno colombiano, e inmersos totalmente en él, siguen dando pruebas de su
resistencia a las nefastas políticas adelantadas hoy por el administrador de
turno de la Casa de Nari, JM Santos, ayer por otro servil a intereses foráneos.
Políticas estatales erradas
Adelantas políticas
erradas ya que van al departamento del Cauca a hacer anuncios de guerra, más
guerra. Apenas iniciado su período como inquilino de la Casa de Nari amenazó –y
lo llevó a cabo- con derribar las casas de los indígenas desde las cuales, según
ellos, las FARC les disparaba a los miembros de las fuerzas
militares-paramilitares estatales. Y las FARC, muy inteligentemente, les han
demostrado a todo el mundo que quiera verlo que su accionar se desarrolla desde
el espacio del campo rural de los municipios en cuestión.
Ahí están no más
las notas periodísticas de los corresponsales de medios como TeleSUR que
demuestran que las FARC siguen hostigando a las fuerzas
militares-narcoparamilitares estatales desde la zona rural, desde el campo. Los
militares estatales, cobardemente como siempre, se escudan en la población y
construyen sus estaciones de policía y bases militares entre la población civil
a fin de utilizarlos como escudos humanos.
Por estos dias JM
Santos en un clímax de locura
paroxístico declaró que no iba a desmilitarizar « ni un centimetro »
del Cauca, como si las FARC o los indígenas estuvieran pidiendo eso. Los
indígenas lo que plantean es que las fuerzas militares estatales y las FARC se
den plomo fuera de sus municipios. Nada más razonable. Todo el mundo que está
inmerso en un conflicto quiere eso. Mas el problema es que los que se escudan
en la población civil son las fuerzas militares estatales. Incluso se movilizan
en camiones privados, obligando a los conductores a que los lleven hacia
determinados sitios.
Tampoco, que
nosotros hayamos leído, las FARC han pedido que « desmilitaricen » un
centímetro del Cauca o del país. Las FARC lo que quieren es que se muevan, que
patrullen la zona porque el que se mueve tiene que « dar papaya », es
decir, tiene que descubrirse, mientras ellos, las FARC, que son los que dominan
el terreno los esperan, los emboscan, le colocan minados, y los enloquecen con
los francotiradores.
Ninguna política social seria
El Cauca está en
el corazón mismo del nacimiento de las FARC. La comunicación con el
departamento del Tolima se da por continguidad. En esas tierras las FARC le
propinó los primeros golpes a las fuerzas militares estatales invasoras –así son
vistos por la población civil-, y recuperó los primeros fusiles, lo que de paso
sirve para demostrar que las armas en buenas manos sirven a la causa popular.
Los famosos y
manidos anuncios de los funcionarios del estado, incluídos sus presidentes, no
son más que eso. Simples anuncios que nada solucionan porque si giran la plata
para los programas sociales –que la gran mayoría de las veces no lo hacen y se
las roban en Bogotá-, esos dineros van a engrosar las arcas de los politiqueros
corruptos que han manejado al Cauca, desde los Mosquera, pasando por los Gonzáles,
llegando a los Chaux, clase política que siempre han estado embarcados en las
historias sucias del Cauca : Asesinato de Sucre en los albores de la
independencia hasta el narco-paramilitarismo adelantado por las fuerzas
militares con la complicidad activa de los politiqueros de hoy.
Así que el pueblo
caucano, el pueblo conformado por indígenas y campesinos, que viven de
arrancarle a la tierra sus frutos y cosechas, sabe que el anuncio presidencial
después que despega el helicóptero que lo transporta hasta Bogotá se difumina
como se hace el polvo de la tierra : desaparece sin dejar rastro.
La insurección camina
Por ello, el pueblo
indígena –no « indio » como despectivamente les dicen las señoras
burguesas bogotanas con mezcla de odio, asco y miedo- sabe que lo único seguro
que hay es su propio accionar, al lado de sus hermanos de clase, los
campesinos, los obreros. En esa vía, los indígenas del Cauca se han organizado
en estructuras sólidas y realizado acciones políticas-militares como la famosa « Minga »
en Bogotá, muestra de lo que puede la organización del pueblo cuando se decide
a luchar.
Lo que movió a JM
Santos no fué ir a hacer 3 anuncios, sino a tratar de echarle un poco de agua
al incendio que amenaza multiplicarse en el país. El pueblo no da más, no aguanta más y no quiere aguantar más. La
Marcha Patriótica sigue su marcha triunfante. Las huelgas y paros de los
trabajadores están a la orden del día. Los maestros siguen denunciando la
política de exterminio de sus dirigentes, al igual que los sindicalistas. Los
estudiantes siguen en su batallar de mil maneras. Cientos de formas de lucha de
masas.
Lo único que nos
hace falta es hacer confluir en un todo ese gran torrente revolucionarios que
aún hoy se mueve disperso, pero siempre en búsqueda de su confluencia. Confluyamos,
unifiquémonos. Ese será nuestro mayor triunfo. Ya las guerrillas lo han
comprendido también. « La insurección camina la palabra », como dicen
nuestros indígenas. Sigamos lengujeándonos. Sigamos convenciéndonos entre
nosotros. Sigamos cuenteándonos. Hagamos
de la palabra el arma sutil de la verdad y del triunfo popular.
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