poema de Dante Castro Arrasco*
Hay una playa que yo me sé camarada
Donde vendrán a morir los alcatraces
Cuando el tiempo de guerra se acabe
Hay una montaña que yo me sé camarada
Desde donde puedes ver el horizonte
De un amanecer victorioso tras tus huellas precursoras
De un gran sueño fabuloso que dibujabas en el ocaso
Y veo la playa, el horizonte, las piedras de la montaña
Y veo ese tu sueño fabuloso que leías en las enramadas
Y veo descansando en la claridad nuestras osamentas
Que amanecen tarareando letras de una historia vieja
–entre el ocaso y el amanecer los huesos cantan
el reposo del guerrero antes de otra jornada–
Hay un recodo de río que yo me sé camarada
Hay montes más escarpados tras el horizonte
Hay una cueva que intentamos tomar por asalto
Y tu uniforme sabe a monte, a caminos escarpados y brisas agitadas
Y tu camisa huele a cuevas trasnochadas y cenizas apagadas
Tan lejos de murallas grises, de ciudades tristes y del asfalto
Hay una muerte tuya que yo me sé, camarada
un final que duele a toda la América insurgente
Los verdugos y traidores no toleran precursores
La causa del proletariado forja su propio apostolado
Escucha Alfonso el ser que junta sus miembros
Escucha Alfonso su rumor bajo la tierra generosa
Oye nuevamente al Inkarrí que viene a hacer justicia
Te están llamando, Alfonso, para renacer una vez más.
Alguien me dice, camarada, que no estás muerto.
Donde vendrán a morir los alcatraces
Cuando el tiempo de guerra se acabe
Hay una montaña que yo me sé camarada
Desde donde puedes ver el horizonte
De un amanecer victorioso tras tus huellas precursoras
De un gran sueño fabuloso que dibujabas en el ocaso
Y veo la playa, el horizonte, las piedras de la montaña
Y veo ese tu sueño fabuloso que leías en las enramadas
Y veo descansando en la claridad nuestras osamentas
Que amanecen tarareando letras de una historia vieja
–entre el ocaso y el amanecer los huesos cantan
el reposo del guerrero antes de otra jornada–
Hay un recodo de río que yo me sé camarada
Hay montes más escarpados tras el horizonte
Hay una cueva que intentamos tomar por asalto
Y tu uniforme sabe a monte, a caminos escarpados y brisas agitadas
Y tu camisa huele a cuevas trasnochadas y cenizas apagadas
Tan lejos de murallas grises, de ciudades tristes y del asfalto
Hay una muerte tuya que yo me sé, camarada
un final que duele a toda la América insurgente
Los verdugos y traidores no toleran precursores
La causa del proletariado forja su propio apostolado
Escucha Alfonso el ser que junta sus miembros
Escucha Alfonso su rumor bajo la tierra generosa
Oye nuevamente al Inkarrí que viene a hacer justicia
Te están llamando, Alfonso, para renacer una vez más.
Alguien me dice, camarada, que no estás muerto.
(Dante Castro Arrasco)
*Dante Castro Arrasco, Perú 1959. Escritor, docente y periodista. Premio Casa de las Américas.
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